Hasta entonces nadie lo había hecho. La Columbia Pictures pensó que aquel papel de estraza que hasta entonces envolvía los discos de vinilo no aportaba mucho. El producto, la música, era lo relevante para el consumidor, pero el modo de envolverla podría ayudar a promocionarla y, lo que era más importante, a venderla. En 1940 el disco ‘Smash Song Hits’, con 16 temas de los musicales de Richard Rodgers y Lorenz Hart, sería la oportunidad para poner a prueba la idea. Del diseño se encargó el joven Alex Steinwess: la reproducción de la marquesina del Imperial Theatre de New York, con un anuncio luminoso acababa de convertirse en la primera carátula de un disco de la historia.

Aquel reclamó disparó las ventas y transformó para siempre el modo de presentar e ilustrar los discos. Supuso el final de aquellas fundas gruesas de papel en las que hasta entonces la Industria de la música había comercializado sus discos. Aquellos soportes de 30x30 centímetros se convertían en una suerte de lienzo con el que promocionar a sus artistas, captar la atención de sus clientes y transformarse en el reclamó artístico de diseñadores y pintores de renombre internacional. La alianza de la música, el diseño y las corrientes de arte acababa de ponerse en marcha.

Alex Steinwess.

“Algunas de esas carátulas se convertirían en joyas. Grandes artistas como Salvador Dalí, Andy Warhol, Francis Bacon, Joan Miró, Picasso o Jeff Koons hicieron portadas de discos”, asegura Mikel Bilbao, autor de una investigación sobre el valor artístico y cultural de las portadas de discos. Un modo de “reivindicar” el talento creativo de los autores que, de algún modo, también reflejaron en sus diseños la evolución de las distintas corrientes artísticas y de diseño de las últimas décadas.

Generar un 'imaginario' del autor

Bilbao recuerda que aquella primera portada de Alex Steinwess “fue un reclamo visual de primer orden que contribuyó a generar un imaginario” que logró elevar el disco a la categoría de objeto de deseo y alteró la relación de los consumidores con aquel soporte musical. En los 50 y 60 autores como Paul Bacon, Red Miles o Jim Flora revolucionaron la imagen de las portadas, en particular de los artistas del ámbito del Jazz. En la siguiente década el arte pop y la psicoldelia centraron la imagen de las carátulas.

Este profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, músico de formación y amante del arte y la música, ha investigado de modo particular el impacto del arte en las carátulas de los artistas vascos. Lo ha hecho por encargo del Archivo Vasco de la Música (Eresbil) quien le pidió analizar desde el punto de vista histórico y de evolución el arte y diseño gráfico reflejado en estos soportes musicales. Con las portadas de discos se puede hacer un recorrido por la historia del arte gráfico y sus corrientes, además de sus formas y técnicas asociadas a su producción, como la ilustración, la fotografía, etc”.

Bilbao destaca, por ejemplo, cómo en los año 80 la “movida madrileña” se convirtió en un referente de la posmodernidad que también se vio reflejada en la música y que en el caso vasco, por la singular situación sociopolítica en Euskadi, se reflejó desde el punto de vista artístico a la contra, “en realidad aquí fue una ‘contramovida’”: “Mientras en el resto de España bailaban al ritmo de ‘Alaska y los pegamoiodes’, la música que aquí se hacía y creaba, así como la imagen de sus discos, fue muy diferente”.

El binomio músico-artista

A lo largo de la historia la relación entre los artistas, las compañías de discos y los ilustradores de sus discos ha dado ejemplos de todo tipo. La sintonía entre autores como Néstor Basterretxea o José Luis Zumeta con sus grupos no se reflejó en otros casos. Así sucedió con grandes autores como Bob Dylan, que vio cómo algunos de sus trabajos se ilustraban sin su participación en el proceso o cómo la pareja músico-artista se convertía en un binomio de oro. Así ocurrió en los casos de algunas portadas de discos de Wharhol, convertidas hoy en joyas de coleccionista, como fueron hizo para Areta Franklin o John Lennon.  Más recientemente artistas como Jeff Koons ha diseñado la carátula de un disco de Lady Gaga.

Bilbao afirma que los diseños de las carátulas de los discos se han tenido que ir adaptando con el cambio del mercado. Así, el vinilo dejó paso al CD y el soporte de 30x30 centímetros pasó a una caja de apenas 12x12 centímetros, “pero a su vez daba otras opciones como los libretos que incorporaban y que también han dado opciones artísticas”. Ahora, la digitalización de la música ha transformado de modo sustancial este extremo, dejando el vinilo “para algunas ediciones especiales “para coleccionistas”.