Es habitual recordar a Leonard Cohen (1934 - 2016) como el gran poeta y cantautor que fue, un hombre que cantaba con la misma pasión sobre la vida, el amor, la soledad y la muerte. Sus canciones, tan hirientes como sanadoras, desprenden un halo trascendental casi religioso gracias a la autenticidad de una sensibilidad pura. Lo que no todos saben es que antes de componer himnos como Suzanne o Hallelujah, Cohen probó suerte como escritor en su natal Montreal, postergando su fama mundial hasta finales de los años sesenta. Treinta y tres años contaba ya el poeta contaba cuando grabó su primer álbum: Song of Leonard Cohen.
La profundidad bella y reflexiva de sus letras, junto a la gravedad íntima y sensual de su voz, han hecho del cantautor el paradigma de una personalidad sensible, madura, elegante. Por eso, no deja de ser un valioso hallazgo para la arqueología literaria y musical de sus admiradores descubrir un nuevo tesoro como Un ballet de leprosos, la novela inédita que Lumen acaba de publicar en español, un año después de la publicación de su versión original en inglés.
Escrita entre 1956 y 1957, cuando Cohen apenas superaba la veintena, Un ballet de leprosos fue concebida al mismo tiempo que la publicación de su primer poemario, Let Us Compare Mythologies, pero seis años antes de la que hasta ahora constaba como su primera novela, El juego favorito (1963). Algo que el canadiense corrigió al reconocer que había una anterior a la que consideraba "la mejor que había escrito".
El amor es constante, solo cambian los amantes
Un ballet de leprosos
En esta breve pero significativa novela corta, un joven confiesa los extraños sucesos que le ocurrieron al verse obligado a acoger a su abuelo, a quien nunca había conocido y de cuyo violento carácter acaba contagiándose. Buscando la complicidad con el lector desde el inicio, este anónimo protagonista se presenta como un escritor en ciernes que trata de entenderse a sí mismo con la excusa de explicarse frente a un público inexistente hasta la fecha.
A través de esta novela, podemos ver un Leonard Cohen que da sus primeros pasos narrativos entre la necesidad inexperta de reconocimiento y la osadía del novel. Permanecen algunas de sus inconfundibles señas de identidad: la sensualidad, la búsqueda de la trascendencia, la impudicia emocional y la lúcida expresión poética. Pero además podemos reconocer la picardía y el entusiasmo de un adolescente en busca de algún tipo de transgresión con su primera novela.
He comprobado muchas veces en mi vida que solo al enfrentarme a las emociones ajenas puedo confirmar mi propia estabilidad
Un ballet de leprosos
Mientras en El juego favorito sí que pudimos observar rasgos propios de la conocida como novela de aprendizaje, que recuerdan al Retrato del artista adolescente de Joyce o El guardián entre el centeno de Salinger; en Un ballet de leprosos hay una notable influencia de ese primigenio realismo sucio que Dostievsky inspiró con libros como Memorias del subsuelo o El jugador, aunque prescindiendo del poso moralista en favor de un relato sórdidamente confesional. Lo cual tiene sentido cuando comprendemos que en El juego favorito hay distancia suficiente para hablar del pasado, mientras que en la del joven Cohen pervive la necesidad de buscar en la imaginación un buen relato que contar.
La prosa primeriza del cantautor demuestra una gran habilidad para hablar de grandes temas como la pérdida de la ilusión en el amor, el culto a la desobediencia o el romanticismo de la vejez desarraigada. Lo que comienza siendo una simpática historia con personajes casi cómicos, acaba volviéndose una historia cada vez más macabra, a medida que el protagonista adopta y entraña el discurso sobre el poder a través de la violencia.
Entiende la contaminación para que puedas ser puro, la violencia para que puedas ser pacífico
Un ballet de leprosos
En algo más de cien páginas, esta novela retrata asuntos como la perversión, el miedo a la soledad y esa enfermiza obsesión religiosa por la pureza a través de la humillación y el castigo. Aunque, paradójicamente el protagonista de esta historia elige una redención más bien Nietzscheana a través del ejercicio de la violencia, buscando en la experimentación extrema la asimilación esencial de la vida en su máxima expresión.
"No estamos locos, somos humanos y queremos amar, alguien debe perdonarnos por los caminos que seguimos para amar, pues los caminos son muchos y oscuros, y nosotros somos ardientes y crueles en nuestro viaje, asesinamos todo lo que se interpone en nuestro camino, ya sea roca, animal, niño o cadáver", reflexiona el anónimo narrador al final de la novela.
Tanto Un ballet de leprosos, como algunos de sus primeros relatos y un guion de cine están incluidos en esta publicación inédita en la que tanto admiradores como primerizos, pueden reencontrarse con ese desconocido y talentoso Leonard Cohen que escribía como un adolescente inusualmente maduro.
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