Hace apenas cinco años Theodor Kallifatides (Grecia, 1938) era un desconocido para los lectores españoles, ahora es uno de los escritores más celebrados del panorama nacional. Tanto es así, que ha sido reconocido esta semana con la prestigiosa medalla de oro del Círculo de Bellas Artes. Sus novelas han sido todo un descubrimiento, por eso, desde el éxito que supuso en nuestro país Otra vida por vivir en 2019, la editorial Galaxia Gutenberg ha continuado reeditando algunos de sus mejores libros en España. La última en llegar ha sido Un nuevo país al otro lado de mi ventana, una novela publicada en 2002, pero que trata un tema tan actual como los extremismos ideológicos y sus trágicas consecuencias.
Preguntado por la razón por la que sus libros han tenido tanto éxito en España, Kallifatides reconoce hacerse la misma pregunta a sí mismo. "Puede ser porque al final Grecia y España han compartido ciertas experiencias comunes, la guerra civil, la dictadura, la emigración, la pobreza, la falta de libertad, las relaciones familiares, lo cerca que se están los unos de los otros... y desde ahí es más fácil conectar".
Precisamente esa repentina popularidad que experimentó en nuestro país fue lo que le llevó a querer estudiar el idioma. "Empecé a leer, sobre todo mis libros traducidos, pero luego llegué a Cervantes, Lorca, Lope de Vega o Calderón". Pocos idiomas se le han resistido a Kallifatides, dice hablar siete, y de hecho sus primeras novelas fueron escritas en sueco, lengua que adoptó al tener que emigrar allí en los sesenta por cuestiones políticas. "Aprender es una especie de necesidad para mí, cuando tienes esa necesidad, entonces eres capaz de aprender cualquier cosa que quieras. En una ocasión le preguntaron a Bertrand Russell sus propios estudiantes: '¿Para qué nos sirve saber todo esto que nos quieres enseñar?' y él les contestó: 'No creo que sea muy importante saber cuánta arena hay en el Sahara, pero creo que es divertido'. Soy una persona curiosa, siempre lo he sido y nunca me cansaré de aprender".
El escritor griego explica además que para él, aprender otras lenguas no significa solamente conocer el idioma, sino también se trata de entender cómo percibe cada pueblo su vida, "la lengua es nuestro espejo", asevera.
Cuestionado sobre el carácter profético de su libro, Un nuevo país al otro lado de mi ventana, Kallifatides afirma ver tendencias familiares con respecto a su experiencia personal y vuelve a incidir en la importancia del lenguaje. "El cambio comienza por el lenguaje, modificas la realidad de la gente llamándola de otra manera. En Grecia vi los efectos de la guerra civil, la dictadura, la represión, y lo primero que hicieron fue cambiar el lenguaje. La dictadura prometía la verdadera libertad, vestían las injusticias con otras palabras, vestían la falta de libertad con otras palabras, o llamaban libertad a cosas que en el fondo significan lo contrario. Hitler comenzó demonizando a los judíos, necesitaba un enemigo y ese odio acabó derivando en el holocausto".
Podemos decir que Putin es un demonio, que Zelensky representa a los buenos, pero lo que realmente está sucediendo es que están muriendo jóvenes todos los días
Por eso, el autor recuerda la necesidad de usar un lenguaje más correcto y objetivo que no genere odio, "se puede describir la pobreza de los barrios marginales de varias maneras, se puede hacer desde la perspectiva de alguien que se preocupa por lo que puede ocurrirle a esas personas o se puede describir como los nazis hicieron, refiriéndose a estas personas como indignos de vivir".
El autor, que ha publicado más de cuarenta libros de ficción, ensayo y poesía traducidos a varios idiomas, también ha incidido en el horror de la guerra, un mal que irremediablemente vuelve a asolar Europa. Kallifatides asegura que el debate se queda en tecnicismos insultantes cuando la verdadera cuestión es conseguir el fin de la contienda. Podemos decir que Putin es un demonio, que Zelensky también lo es, o que representa a los buenos, pero lo que realmente está sucediendo es que jóvenes tanto ucranianos como rusos están siendo asesinados todos los días. ¿Por qué nos quedamos en discusiones sobre quiénes son los malos y quiénes son los buenos? Europa debería parar la guerra y hacer algo para que se bajen las armas, en lugar de discutir quien tiene o necesita más".
Hitler perdió la guerra pero ganó la paz
En defensa de un discurso claramente pacifista, el escritor griego asegura que ninguna guerra ha producido nunca una solución. "Esta es una lección fundamental de la historia". Kallifatides alude al ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, cuando apenas era un niño. "Viví cuatro años de ocupación alemana y conozco los discursos de los líderes de la época. Era una guerra para salvar la democracia, Hitler era el diablo. La democracia ganó la guerra y ¿qué pasó después?, ¿qué cambio en Europa tras 50 millones de muertos? Grecia se convirtió en un Estado marioneta de Estados Unidos, sus vecinos acabaron en manos de dictadores afines a Stalin, Portugal y España ya tenían dictadores y se mantuvieron. ¿Qué cambió esa guerra por la democracia? Nada".
Como profesor de Filosofía recuerda una frase de una alumna que le decía: "Hitler perdió la guerra pero ganó la paz". "Tenía razón, hoy todos los países europeos tienen nuevos partidos extremistas, más o menos influenciados por los nazis y encima se hacen llamar partidos democráticos".
Kallifatides niega rotundamente cualquier utilidad que pueda tener llegar a un conflicto armado, no cree en la guerra como solución de nada. Además, el autor responsabiliza en su mayor parte del cambio climático a la guerra.
Me impiden que conduzca mi pequeño coche mientras ellos invierten en vehículos de seis toneladas, aviones, tanques, armas y destrucción
"No puedo tomarme en serio a ningún político que hable con preocupación del cambio climático mientras siga fomentando la guerra. Ese es el peor de los problemas para el clima. Me impiden que conduzca mi pequeño coche, mientras ellos siguen invirtiendo en vehículos que pesan seis toneladas, aviones, tanques, armas y destrucción. El problema más grave para el clima son las guerras". El griego arremete contra el mercado armamentístico recordando que es una industria que está ganando más dinero que nunca, incrementando cada año sus ventas.
Para acabar con la lacra de las guerras, Kallifatides aboga por informar con objetividad, crear nuevas formas de comunicación, periódicos que digan la verdad y actuar siempre de forma pacífica. "Gandhi liberó la India sin utilizar un solo disparo contra los británicos, es algo que se puede hacer pero no es una buena solución para la industria de las armas, para la gente que usa la violencia como método de mantenimiento del poder".
El escritor griego afirma que todas las soluciones pacíficas son siempre mejores, precisamente porque las guerras nunca aportan soluciones y, a pesar de que insiste en tener un sentido crítico de la realidad, mantiene que siempre conservará cierto optimismo de cara a un mundo mejor. "Tengo tres nietos, listos, inteligentes y guapos, ¿cómo puedo ser pesimista?, es importante que tenga fe en que que todos los problemas se pueden resolver, precisamente por ellos, por su futuro".
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