Helmut Berger (Austria, 1944), el icono del cine europeo de los años 60 y 70 y artífice de la ruptura de tabúes sexuales de esa época ha muerto en Salzburgo días antes de cumplir 79 años.
El austríaco fue descubierto como actor por el mítico director italiano Luchino Visconti, del que fue amante durante años. Desde entonces, la vida de Berger estuvo marcada por grandes éxitos en el cine, seguido por escándalos y depresiones, sobre todo tras la muerte de Visconti en 1976.
Nacido en el seno de una acomodada familia de hoteleros de la región austríaca de Salzburgo, Berger aprendió inglés, francés e italiano durante estadías de estudio en París, Ginebra, Londres e Italia.
En 1964, con 20 años, conoció a Visconti, que tenía 38 años más que el entonces joven Berger, que soñaba con ser actor. Actor de gran belleza y temperamento acusado, realizó una carrera relámpago e interpretó películas consideradas de antología, sobre todo de la mano de Visconti.
Su primer gran éxito fue en La caída de los dioses (1969), dirigida por su mentor, para la que Berger fue nominado para un Globo de Oro. Le siguieron éxitos en películas como El retrato de Dorian Gray (1970), El jardín de los Finzi-Contini (1970) o Ludwig (1972).
En Miércoles de ceniza (1973) Berger apareció en la gran pantalla junto a mitos de Hollywood como Elizabeth Taylor y Henry Fonda. En esa época la revista Vogue aseguró que Helmut Berger era el hombre más atractivo del mundo.
El actor personificó la ruptura de los tabúes sexuales en el cine europeo y se hizo especialmente conocido por sus retratos de personajes narcisistas y bisexuales.
En su autobiografía, publicada en 1998, el actor asegura haber tenido relaciones sexuales con decenas de famosos de la época, como Rudolf Nureyev, Britt Ekland, Ursula Andress, Nathalie Delon, Linda Blair, Jerry Hall, Bianca y Mick Jagger.
Tras la muerte de Visconti, que no sólo fue su mentor y amante sino un especie de "padre sustituto", el actor cayó en una profunda crisis, con un intento de suicido, excesos de alcohol y un estilo de vida decadente.
Berger, que siempre se definió como bisexual, llegó a decir que después de Visconti no podría enamorarse nunca más. En esa época apenas apareció en las grandes pantallas, aunque participó en nueve episodios de la famosa teleserie estadounidense Dinastía.
En 1990 actuó en la tercera entrega de El Padrino,interpretando el papel de un banquero corrupto. Unos años más tarde, en 1994, se casó con la actriz italiana Francesca Guidato, un matrimonio que duró unos 15 años. A partir del año 2000, el actor se alejó del cine y de las televisiones para cuidar en Salzburgo de su madre anciana, que falleció en 2009.
Icono gay, el actor ha recibido en dos ocasiones (2008 y 2010) el Premio Teddy del colectivo homosexual alemán.
Tras la muerte de su madre, Berger volvió a aparecer en la vida pública, por ejemplo en 2013 cuando fue candidato en un concurso televisado de supervivencia en la selva australiana.
En 2018, con 74 años, tuvo su debut en el teatro, al actuar en la Volksbühne de Berlín en una obra donde interpretaba a un barón. Un año más tarde, anunció que debido a su delicado estado de salud, tras sufrir varias neumonías, daba por terminada su carrera como actor.
Su agente, Helmut Werner dijo hoy a la prensa local que Helmut Berger "vivió hasta el final feliz, satisfecho y de buen humor en Salzburgo". Y concluyó con una cita del hoy fallecido: "Viví tres vidas. Y eso en cuatro idiomas. ¡No me arrepiento de nada!".
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 La labor de zapa de Marruecos en América Latina contra el Sáhara Occidental
- 2 No iba a escribir de la serie de Sorogoyen, pero...
- 3 50 años de 'Señora Azul', el clásico que no fue un éxito: “España se olvida de sus artistas”
- 4 ¿Cuándo se aplicará la reducción de la jornada laboral?
- 5 Imane Khelif contra el odio: “Represento a las mujeres del mundo”
- 6 El nuevo libro sobre Sissi: fue bisexual, sufrió gonorrea y tuvo una vida más intensa de lo que pensábamos
- 7 Cómo el 'caso Juan Guerra' puede afectar al de Begoña Gómez
- 8 Las nuevas cuantías para la incapacidad permanente en 2025
- 9 Sánchez, ridículo imborrable