Lo primero, la resistencia. Pero para resistir y luchar, primero hay que conocer al enemigo. No se puede combatir lo que no se conoce.

Por eso, Leo Bassi se transforma en Benito Mussolini, y 78 años después de su muerte, reaparece, no solo en el escenario, sino en este Madrid actual, vestido con su uniforme de militar, y ahí constata que, aunque hay proximidad y cercanía a sus ideas fascistas, ya no son como antes, como él las promulgaba, como él quisiera que siguieran siendo.

Hay dicotomías en su personalidad. Hombre rudo y duro, pero que escucha y se asombra y se sorprende, el presente no es su realidad, él quedó anclado en unos tiempos que no debieran volver nunca y, sin embargo, ciertas tendencias e ideas políticas nos indican que las suyas no está totalmente erradicadas.

Ya no se habla de régimen, sí de democracia, ya no se pretenden dictadores, sí políticos, ya no hay órdenes tajantes, sí leyes y corrupción, por desgracia. Ahora se utilizan también eufemismos, pero cuando alguien “te jode”, no existe otra palabra.

Regresa Mussolini en Yo, Mussolini, vuelve, pero su vuelta ya no tiene sentido. Y para ello está Leo Bassi, para parodiarlo, para hacerlo sin igual, para abrir los ojos, para tomar conciencia.

Para, con toda la ternura del mundo, hacer un juego de doble lectura, promulgando sus creencias, y acabar mofándose de ellas. Y alude a ciertos personajes concretos, de Italia (Giorgia Meloni) y de España (Abascal), de EE.UU. (Biden), de Gran Bretaña (Farage)…

Con sus matices humorísticos, acaba despojándose de la camisa negra y es capaz de sentir el dolor que le produce que se vuelva a tiempos totalitarios.

En su representación de Mussolini, con imágenes reales de la época, crea una instantánea de conceptos y connotaciones que, precisamente ahora, en vísperas cercanas a unas elecciones, deberían hacernos reflexionar.

Desde el humor, desde el sarcasmo, desde la burla quizás, desde la ironía, pero con sutileza no exenta de provocación, intentando también implicar a los espectadores.

¿Qué nos deparará el futuro? ¿Será un futuro de poder absoluto o un contraste de ideas que, respetándose, pueden llegar a convivir e, incluso, a alcanzar pactos? ¿O seguiremos clavándonos los cristales de las convicciones rotas en la espalda?

Un clown, un payaso como Leo Bassi, volviendo los ojos hacia una performance monólogo, transgresor consigo mismo, como una forma de entender y explicar que hay ciertos niveles de ciertos personajes (reales) que no se debieran permitir nunca.    

El valor del arte, de la comunicación, del teatro, por más que quieran cercenar libertades.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección, dramaturgia en interpretación: Leo Bassi

Producción: Compañía Leo Bassi

Espacio: Teatro del Barrio