Mientras todo el mundo estaba pendiente de las elecciones autonómicas y municipales, otra batalla electoral se libraba en uno de los epicentros históricos de la cultura. Menos ruidosa pero igualmente polémica, la carrera por presidir el Ateneo de Madrid también ha llenado algún que otro titular incendiario. "Pugna electoral" o "rebelión de la 'vieja guardia'", titulaban medios como El País o ABC. Nada más lejos de la realidad, el resultado ha sido la constatación de un nuevo rumbo que, independientemente de las voces críticas, cuenta con un alto grado de apoyo entre los socios.
Este martes 30 de mayo, todos los ateneístas tenían una cita con las urnas en una jornada de participación histórica, tal y como destacan desde la actual presidencia. Los datos hablan de cerca de un 40% de participación. "Cuando llegamos nosotros, en las elecciones al Ateneo participaban una media de 150 socios y ahora han participado unos 700", recuerda Luis Arroyo, actual presidente del Ateneo de Madrid.
El resultado fue el esperado. Arroyo y su Grupo 1820 (en alusión al año de inauguración de la institución) repetirán en el cargo con un total de 423 votos, frente a los 143 de Miguel Pastrana (Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo), los 85 de María Teresa Pedraza (Por un Ateneo Libre e Independiente) y los 27 de la candidatura individual de Alfonso Vázquez.
Luis Arroyo, sociólogo y consultor de comunicación, llegó al Ateneo con el sambenito de ser "el paracaidista del PSOE", tras haber sido asesor político en los gobiernos de Zapatero. Dos años después de estrenar mandato, su proyecto ha conseguido legitimarse gracias al aval del 62% de los votos ateneístas. Su aterrizaje en la Docta Casa ha sido un soplo de aire fresco para la institución, sangre fresca para uno de los más importantes símbolos de la cultura española. Desde su llegada, el número de socios ha aumentado exponencialmente y el Ateneo parece haber recuperado algo de esa relevancia institucional, política y mediática que antaño tuvo.
El presidente electo recalca que el número de socios ha pasado de 1700 a unos 2100. "No es que solamente estemos creciendo, es que hemos compensado la enorme cantidad de bajas por la avanzada edad de los socios. Cada mes hay 40 bajas porque era una población muy envejecida cuando llegamos". Arroyo no reniega de su procedencia, pero niega cualquier falta de pluralidad o indicio de sectarismo. "Tengo un alineamiento político que nunca he ocultado y jamás ocultaré, pero eso no quiere decir que no tenga una visión plural y abierta de lo que tiene que ser el Ateneo", defiende.
La difícil reforma del reglamento
Sin embargo, la victoria no fue plena, porque en el mismo día también se votó la propuesta de reforma del reglamento de Arroyo, que finalmente no llegará a buen puerto. Para ello se requieren dos terceras partes de los votantes, y 305 ateneístas de los 733 socios que han votado no han permitido que así fuera. Dos noes seguidos en apenas seis meses, en los que Arroyo ha puesto a prueba, sin éxito, la capacidad renovadora de una institución bicentenaria como el Ateneo de Madrid.
Y es que, más allá de su gestión, el mayor punto de fricción entre los ateneístas ha venido precisamente por esta correosa reforma. Para el Grupo 1820 se trata de "un texto anacrónico, contradictorio y muy poco democrático", mientras que para los representantes de la segunda fuerza más votada, Convergencia, es un ataque a su historia y su independencia.
"Aspiro a que el Ateneo sea el lugar donde se encuentre lo más ilustre del país, pero abierto a la ciudadanía, generoso con el conocimiento, progresista"
luis arroyo
"¿Quiere Vd. ser directivo, ser directiva? Muy bien. Es fácil. Ahora bien: Vd. tiene que renovar la confianza en las urnas con frecuencia. Es justamente la clave para que el Ateneo sea una entidad social e independiente", escribía Miguel Pastrana, el candidato convergente en un artículo para Diario16.
Para Arroyo, lo que ha fallado a la hora de reformar el reglamento ha sido cuestión de tener "un poco más de paciencia, que el proceso fuera un poco más participativo, a los ojos de algunos de los socios". El sociólogo cree que la mayoría no está obsesionada con la letra del reglamento, "pero hay algunos socios que habrían querido un proceso un poco más largo, con más debate. Lo entiendo, respeto y acepto".
Tras intentarlo dos veces consecutivas en un año, el recién elegido presidente de la institución reconoce que es el momento de esperar y aparcar el asunto. "No se puede estresar a la gente haciéndola ir a votar el reglamento cada dos por tres".
Las voces críticas
Precisamente al funcionamiento del reglamento es a lo que Arroyo culpa de las trifulcas en el Ateneo. "Si pones a votar a la gente cada año dos veces y juntas generales mensuales, pues al final solo se quedan los muy cafeteros e imposibilita una convivencia tranquila", asegura.
La maniobra del actual presidente para hacer legislaturas más duraderas de cuatro años y reducir las juntas mensuales a cuatro al año ha sido vista como una forma de ceder ante un régimen de poder corporativista. También hay voces de antiguos directivos del Ateneo que además de mirar con recelo el resultado de las elecciones tras la incorporación masiva de nuevos socios por parte de Arroyo, rechazan el modelo "siniestro y oscuro" de Convergencia.
El nuevo Ateneo de Luis Arroyo
Afirma Arroyo que, cuando llegó su equipo, se encontraron con "un lugar muy mediocre, muy oscuro y muy cerrado". Independientemente de las críticas que ha recibido, es cierto que el nuevo gobierno ha logrado sanear unas cuentas que estaban en 150.000 euros de pérdidas anuales. "Había una deuda de un millón de euros con Cultura, que ya ha pasado a Hacienda y que estamos tratando de resolver".
Arroyo aboga por mirarse en el reflejo de plenitud del Ateneo del año 1929. "Aspiro a que sea el lugar donde se encuentre lo más ilustre del país, pero abierto a la ciudadanía, generoso con el conocimiento, progresista, por supuesto, y vanguardista".
"Tener a todos los presidentes de la democracia es un orgullo. Esta casa necesita su apoyo, como tuvo el de Azaña o el de Cánovas"
luis arroyo
Para ello, el nuevo gobierno quiere seguir renovando a los socios, "no sólo en número sino también en nombre". El presidente confirma orgulloso que, ayer mismo, con la última incorporación de José María Aznar, ya son ateneístas los cinco jefes de gobierno de la democracia. "Tener a todos los presidentes, Sus Majestades los Reyes, a Almodóvar, Miguel Ríos, Ágatha Ruiz de la Prada, Pedro J. Ramírez, Pepa Bueno..., para nosotros es un orgullo porque hacen valer este punto de encuentro de la vida cultural, artística, literaria y política. Esta casa necesita su apoyo, como tuvo el de Azaña o el de Cánovas. Lo mejor de la historia de España ha pasado por aquí y se había perdido. Rajoy cuando estuvo me dijo que nunca había estado en el Ateneo, la primera vez que vino, se hizo socio al día siguiente y por mí no fue, no es mérito mío es mérito de la casa".
Este nuevo Ateneo trata, por tanto, de encontrar sus raíces utilizando savia nueva. Una apuesta decidida, aún a riesgo de perder parte de su esencia, por retomar la notoriedad desgastada de una institución mermada tras años de ensimismamiento y disputas internas.
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