Sergio Fernández sabía cómo empezaba su jornada laboral, pero no cómo terminaba. Uno no sabe a lo que se enfrenta cuando es portero de discoteca. Cualquier cosa puede pasar. Peleas, borrachos e incluso agresiones sexuales. Pasó muchos años así, clavado en la puerta de la discoteca siendo testigo de todo tipo de situaciones. Hasta que, precisamente contando en sus redes sociales las anécdotas vividas, los usuarios comenzaron a interesarse, las visualizaciones aumentaron y con el tiempo acabó consolidándose como "el portero de TikTok".
Más de 2,6 millones de seguidores en TikTok y medio millón en YouTube esperan con ansia los vídeos de Sergio, en los que recrea las experiencias que ha vivido cada noche a las puertas de la discoteca Velvet. Y no solo eso. Arturo Pérez-Reverte lo fichó hace unos meses a través de la revista digital Zenda para que compartiera recomendaciones literarias.
"Ahora algunos jóvenes me dicen que quieren ser porteros de discoteca. Yo les digo que mejor estudien una oposición para ser policía"
sergio fernández
Ahora acaba de publicar El portero de TikTok, su primer libro, donde narra la historia de su vida. Desde aquel suceso que relató por primera vez en redes sociales hasta los prejuicios con los que ha convivido desde que es portero. Precisamente lo que está consiguiendo con sus vídeos es que los usuarios vean a los porteros de discotecas con otros ojos.
"Ahora algunos jóvenes me dicen que quieren ser porteros de discoteca. Yo les digo que no lo hagan, que si les gusta el tema de la seguridad estudien una oposición para ser policía", confiesa Sergio Fernández en una entrevista con El Independiente. Gracias a sus vídeos, dice, "la gente está empezando a ver que es un trabajo bastante noble donde intentamos ayudar a las personas, pero es complicado. Cualquier día te lanzan una botella". "Hay gente borracha y drogada. La noche no es muy bonita. Para el que sale a divertirse sí, pero para los que estamos trabajando no", añade.
Precisamente en el primer vídeo que compartió en la cocina de su casa, contaba cómo en una de sus jornadas laborales, dos personas le atacaron en el interior de la discoteca a la hora de cerrar rompiéndole el bíceps.
"El cursillo de la Comunidad de Madrid lo puede aprobar cualquiera. En las puertas de las discotecas debería haber personas formadas"
"En infinidad de ocasiones me he encontrado con problemas, pero esta vez fue diferente. Les sacaba treinta y cinco kilos y una cabeza. Lo que quiero decir es que, por mucha experiencia que tengas, por mucho que sepas, por mucho que te hayas preparado, este trabajo nunca es cien por cien seguro. Siempre hay alguna cosa que puede salir mal", narra Sergio en el libro.
Sergio afirma que siempre tiene que estar atento por "quién puede liarla y quién no". Normalmente se fijan en el código de vestimenta, pero reconoce que una persona que lleva muchos años trabajando en una discoteca tiene instinto. Aunque cualquiera podría tenerlo. "Cuando vas por la calle y te encuentras a una persona con un comportamiento raro y decides cambiarte de acera, tú ahí también estás desconfiando", explica.
Agresiones sexuales en discotecas
Sergio ha visto de todo durante los años que ha estado pegado a la puerta de la discoteca. Botellas de cristal rotas en la cabeza, navajas y agresiones sexuales. Cuenta en el libro que una de esas noches pudo evitar una. Se trataba de un tipo asiduo al local en el que trabajaba Sergio. Siempre iba solo, algo que extrañó al portero. "Ir una vez solo a una discoteca..., pues entra dentro de lo posible. ¿Pero hacerlo sistemáticamente y siempre solo?", se preguntaba.
Una de esas noches volvió a entrar solo, pero esta vez salía acompañado de una chica de unos dieciocho años que iba muy borracha. Él tendría unos treinta años. Sergio y el compañero con el que trabajaba esa noche desconfiaron de la situación, decidieron seguirles y vieron cómo la metía a un portal.
Tras llamar a todos los telefonillos diciendo que se trataba de un asunto policial, entraron y vieron cómo él se había bajado los pantalones mientras la chica estaba tendida en el suelo. Así, llamaron a la policía y evitaron que se produjera una agresión sexual.
Amparados por la policía
Los porteros no son policías y se pueden enfrentar a un posible juicio por agresión si pegan a alguien. Algo que descubrió su hermano Ángel hace años. "En aquella época trabajábamos en una discoteca de moda en la que quería entrar todo el mundo. Tenía un código de vestimenta bastante estricto. Muchos a los que les dices que no pueden entrar no se lo toman bien y puedes ser tú el que lo pague", cuenta Sergio.
"Los dueños de las discotecas nos contratan como algo más que porteros. Nos piden mantener el orden, es decir, ser vigilantes de seguridad"
Se producían peleas casi a diario y en una de esas noches, un compañero dio un puñetazo a un chico. La policía creyó que se trataba de Ángel, el hermano de Sergio. A pesar de las cámaras de seguridad de la discoteca, lo condenaron porque el local no disponía del cartel informativo que indicaba que las personas que estaban allí podían ser grabadas y no aceptaron las pruebas. Finalmente, la discoteca pagó una fianza de doce mil euros que su familia no podía afrontar.
"La labor de un portero de discoteca es controlar el acceso, que no entren borrachos a la discoteca, que no entren menores, que no se supere el aforo establecido, vigilar las salidas de emergencia y poco más", explica Sergio. "Lo que pasa es que los dueños de las discotecas nos contratan como algo más. Nos piden mantener el orden en la sala, es decir, ser un vigilante de seguridad", añade.
"Ellos están amparados por la Policía Nacional y cualquier cosa que les hagas a uno de ellos es como si se lo hicieras a la policía. Además, tienen su defensa y sus grilletes en caso de que necesiten retener a alguien hasta que llegue la policía, pero nosotros no podemos tener nada. Bueno, un espray pimienta como lo puede tener cualquiera, aunque si lo usas tienes que hacerte responsable de las consecuencias porque tienes que demostrar que los has usado en defensa propia", se queja el portero.
Por eso, Sergio cree que deberían dar más autoridad y facilidades para que el portero de discoteca haga mejor su trabajo, además de darle "más autoridad con más formación". "El curso que hace la Comunidad de Madrid podría aprobarlo cualquiera, es un examen tipo test, y muchas veces creo que no es suficiente para dejar a alguien ser portero de discoteca". "En las puertas de las discotecas debería haber personas formadas, es un trabajo muy importante y la gente no lo valora", concluye.
Precisamente ahora, Sergio está creando una empresa de controladores de acceso para dar una formación extra a los porteros al margen del examen de acceso que se les exige.
Él nunca quiso ser portero, pero cuando ha intentado dejarlo y probar otras cosas nuevas, no le ha quedado más remedio que volver. Gracias a TikTok se ha vuelto a apartar del mundo de la noche y por ahora no piensa volver. "Es la tercera o cuarta vez que intento desligarme. Si tengo que volver el año que viene volveré, pero por ahora, con las redes sociales y con el libro puedo permitírmelo", confiesa.
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