Hubo muchas mujeres en la vida de Pablo Picasso, cada una tuvo su propia historia, pero solo una de ellas logró escapar a la tragedia. Françoise Gilot (Neuilly-sur-Seine, Francia, 1921-2023), fallecida este martes a los 101 años de edad, siempre será recordada por ser la única mujer que sobrevivió a Picasso. Una supervivencia literal y figurada, que ha construido en la experiencia de la francesa el principal bastión de ese revisionismo histórico sobre la vida del malagueño por el que hoy en día se cuestiona la licitud de su legado.
"Mentalmente frágiles, histéricas, melancólicas, castradoras" son algunos de los adjetivos con los que se ha calificado históricamente a las distintas amantes del artista. Luego llegó Vida con Picasso (1964), el libro autobiográfico en el que Gilot exponía lo que había supuesto para ella vivir con el pintor del Guernica, y la imagen de genio incomprendido se tornó en la del hombre déspota y misógino.
"Ninguna mujer deja a un hombre como yo"
Suicidios, depresiones, malos tratos, un trágico historial del que Gilot logró escapar al convertirse en la primera que lo abandonó. "¿Te crees que alguien va a interesarse por ti? Jamás lo harán sólo por ti: incluso las personas que crees que te aprecian, sólo será una especie de curiosidad por una persona cuya vida rozó la mía tan íntimamente", le dijo Picasso mientras ella le hablaba de su intención de dejarle. "Ninguna mujer deja a un hombre como yo", respondió él. Según cuenta en Vida con Picasso, la pintora francesa le dijo que tal vez a él le parecía así, pero que ella era la mujer que lo iba a hacer. "¿Un hombre tan famoso y rico como él?, dijo que no se lo podía creer". Pero las amenazas para acabar con su carrera no influyeron en su decisión final.
Pintora, crítica de arte y escritora, Gilot conoció a Picasso en 1943, cuando ella tenía 21 años y él 61. Estuvieron casi una década juntos y tuvieron dos hijas en común, Claude y Paloma. Después de poner fin a su relación en 1953, tuvo un breve romance con el filósofo griego Kostas Axelos, pero siguió en contacto con Picasso, incluso le informó de su decisión en 1955 de casarse con un amigo de la infancia, el artista francés Luc Simon. Con él tuvo a Aurelia, fruto de un matrimonio que terminó en 1962.
Los auténticos problemas con el artista llegaron tras la publicación de Vida con Picasso. Fue vilipendiada por sus amigos y por el Partido Comunista Francés. El propio Picasso intentó hasta en tres ocasiones que el libro no se publicara en Francia. Se negó a volver a ver a Claude y Paloma y con rencor mantuvo su palabra hasta su muerte en 1973.
Un matrimonio feliz con Jonas Salk
Para entonces, la artista se había casado con Jonas Salk, el médico e investigador estadounidense que descubrió la vacuna contra la polio, y vivía a entre su casa de La Jolla, en San Diego (California), y su estudio del sur de Francia. Con Salk, la artista encontró una estabilidad emocional que duró hasta el fallecimiento del doctor en 1995.
La carrera artística de François Gilot es una continua marcha a contracorriente. Pintora desde bien pequeña por la influencia de su madre, desarrolló su trayectoria primero en contra de su padre, un próspero empresario que prefería que su hija estudiara derecho. Después vino su relación con Picasso, un engañoso impulso, ya que el entusiasmo del principio fue borrado por los celos de un hombre despechado que trató por todos los medios de borrar su nombre del panorama artístico.
Pero el malagueño no fue el único padrino de la prometedora pintora, Gilot ya se codeaba con los Matisse, Chagall, de Staël o Cocteau, siendo una artista respetada y valorada por sus contemporáneos.
La única que rehizo su vida después de Picasso
A pesar de Picasso, y al contrario que el resto de las mujeres que lo acompañaron, fue capaz de rehacer su vida artística y sentimental. Si el libro fue un best seller, algo parecido ocurrió con sus pinturas. Su obra pueden verse en más de una docena de museos, entre ellos dos de los grandes de Nueva York, el MET Museum y el MoMA, o el Pompidou en París. Además, fue nombrada directora del Departamento de Bellas Artes de la Universidad del Sur de California, puesto que ocupó hasta 1983.
Sus pinturas alcanzaron precios cada vez más altos hasta bien entrada su madurez. En junio de 2021, su cuadro Paloma à la Guitare (1965), un retrato en tonos azules de su hija, se vendió por 1,3 millones de dólares. Esta cifra superó su anterior precio récord, 695.000 dólares, pagado por Étude bleue, un retrato de una mujer sentada de 1953. Y en noviembre de 2021 su Bosque viviente (1977) se vendió por 1,3 millones de dólares, como parte de una retrospectiva de su obra en Christie's de Hong Kong.
En una entrevista para Air Mail, Gilot reconoció que en su impresionante colección privada en la que figuran algunos de los mejores pinceles de la historia como Rembrandt, Modigliani o Frida Kahlo, ya no queda ningún Picasso, tras haber vendido el único que tenía, un retrato suyo de la serie La Femme-fleur. Esta entrevista, poco antes de cumplir los 100 años, refleja el desprendimiento total que la pintora había completado tras esa envenenada herencia que Picasso le dejó. El ejemplo de Gilot es, por tanto, el mejor testimonio de la única mujer que sobrevivió al artista más famoso del siglo XX.
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