"Estoy muy nerviosa", confiesa Ana Rujas (Madrid, 1989) sin la menor intención de fingir otra cosa. Hasta ahora la conocíamos por su faceta como actriz, modelo, guionista y autora teatral. El éxito de Cardo (premio Feroz a mejor serie dramática y mejor actriz protagonista), la serie que ha significado un antes y un después en su carrera, fue toda una declaración de intenciones por su frescura y personalidad. Antes había dejado su sello sobre las tablas con ¿Qué sabes tú de mis tristezas? y La mujer más fea del mundo. Pero es en el papel de escritora donde, a sus 34 años, vuelve a sentirse como una principiante.

"Esto me da más miedo que cualquier otra cosa que haya hecho antes, me siento mucho más expuesta", se sincera Rujas al preguntarle cómo se siente tras la publicación de su primer libro, La otra bestia (Aguilar).

Mientras a ojos del gran público la actriz triunfaba, en la intimidad la escritora crecía en un proyecto creativo paralelo. "'La otra bestia' surgió hace unos cinco años como una manera de separarme de mi 'yo actriz' y explorar otras formas de creación. Me dio otro personaje, creo que todo el mundo tenemos una parte a la que, si le das rienda suelta, puede empezar a sonar distinta".

Tengo miedo de que se tenga mi libro por algo autobiográfico

Ahora esa otra bestia ha tomado forma en un inclasificable artefacto literario que oscila entre la autoficción y la fantasía, el relato y la poesía, la fragmentación y la introspección. Este libro empezó a gestarse hace tres años, cuando sus editores, Carlos Vergara y Cristina Lomba, le propusieron la idea. Un proyecto que condensa, en el proceso de escritura, el viaje recorrido por Rujas durante un período en el que su vida ha cambiado tanto. "La escritura de La otra bestia atraviesa todo, la incertidumbre, desde que empecé con el teatro, hasta Cardo". Por eso su autora insiste en la idea de que se lea de principio a fin, sin dar saltos, para experimentar ese proceso como un todo.

Sin embargo, la actriz reconoce que le preocupa mucho lo que pasará con la recepción del libro, pues una vez publicado sólo quedan las palabras y los lectores, sin intermediarios ni margen de movimiento. "Tengo miedo de que se tenga por algo autobiográfico".

El contenido de este libro pertenece a ese género en el que cabe todo lo que escribimos en las notas del móvil. Pensamientos intrusivos, reflexiones noctámbulas, miradas hacia nuestro yo del pasado, lo que fuimos o lo que nunca llegamos a ser. Pero cuando todo eso pasa por el filtro de la literatura, cualquier semejanza con la realidad se pierde, todo se difumina dejando una sensación de espejismo artístico que nos aleja tanto como nos acerca al personaje.

Ana Rujas durante su entrevista con 'El Independiente'. | ISRAEL CÁNOVAS

Rujas explica cómo ha registrado los vaivenes de estos tres años en el Pages del iPhone, algo que, en el prólogo Carlos Vergara, pieza fundamental para el origen y desarrollo del libro, imagina como mil pedazos sueltos escritos en trozos de servilletas. "Durante estos tres años he estado para arriba y para abajo, por eso he incluido también a los taxistas en los agradecimientos, porque han escuchado todas mis historias".

Creo que este libro tiene que ver con haberme traicionado hasta dejar de hacerlo

Según avanza la conversación, Ana se vuelve más dueña del libro, su discurso se desentorpece del nerviosismo inicial y se concreta en un mensaje que puede parecer por momentos contradictorio y cambiante, pero es que ahí está la propia esencia de sus textos. "Hay mucho de lo que uno es, lo que uno quiere ser, lo que nos imaginamos ser, lo que uno idealiza... Son textos que concibo para que alguien los diga, creo que son para interpretarlos, para que se lean en alto, por eso no lo siento tan propio. Todo me lo imagino como si lo pudiese escuchar en otro sitio".

La autora echa la vista atrás y admite que mucho de lo que ve escrito en La otra bestia pertenece a una Ana distinta, textos que le siguen gustando, como 'origen', pero que no habría podido escribir ahora. "Todo viene de emociones, sensaciones que he vivido, pero de ahí pasa a la ficción y tienen más que ver con una estructura, un tempo, con sonar bien".

"Creo que este libro tiene que ver con haberme traicionado hasta dejar de hacerlo", confiesa al final de La otra bestia. "Así estamos un poco todos a veces, nos traicionamos porque no sabemos lo que queremos. No sabemos a dónde vamos porque no paramos a escucharnos, tampoco es que sea un libro de autoayuda, pero sí pienso que uno de los aprendizajes es el de escuchar cuando el mundo te dice que sí a algo, porque si no haces caso te acabas dando hostias contra la pared todo el rato".

Ana Rujas con su libro 'La otra bestia'. | ISRAEL CÁNOVAS

Se ríe cuando le hablo de una musa omnipresente en La otra bestia, Angélica Liddell. Y es que la ha mencionado tantas veces que ya hasta le da un poco de vergüenza. "He bebido mucho de ella, sobre todo cuando era más joven, con 17 y 18 años, que es cuando empecé a estudiar interpretación. Sus textos me abdujeron y me golpearon, pensé que había alguien que escuchaba lo que yo sentía. Angélica Liddell es y ha sido un referente para mí en el teatro, en la escritura...".

Otro de los nombres que se repiten a lo largo del libro es el de España, como ocurre en el texto de 'agosto'. "Recuerdo que era verano y me entró la melancolía. Me gusta nombrar a España en mis textos, sin ninguna connotación política específica, más allá del peso por todo lo que llevamos encima. Pero me gusta que prime el amor por España, porque amo mi país y me encanta ser española".

No me siento liberada, no es algo que haya soltado y tampoco he contado mi historia

Escucha con cuidadosa atención cuando le hablo de mis impresiones. Le digo que es un libro peligrosamente tentador, hipnótico, como las heridas abiertas, donde uno puede encontrar dolor, belleza, ternura y gracia. Está repleto de contradicciones que descolocan, una marea emocional en la que sumergirse solo si no hay miedo a removerse. No sé si está de acuerdo o no, pero parece satisfecha, al final su intención es que sus textos se interpreten, que cada voz pueda hacerlo suyos al leerlos.

Pero aun así, Ana Rujas no sucumbe al tópico del escritor que exorciza sus males a través de la autoficción. "No me siento liberada, no es algo que haya soltado y tampoco he contado mi historia, tenía miedo de que se viera como un libro así, para mí es algo más artístico que autobiográfico". "Estoy nerviosa, es una sensación rarísima, pero también estoy emocionada porque es una etapa que se cierra para mí y verla materializada en este libro es algo muy bonito", vuelve a confesar, sin miedo a la sinceridad, pero algo más tranquila que al inicio de esta entrevista. A fin de cuentas, el paso ya lo ha dado, ahora solo queda que la llaga surgida tras esta nueva forma de exponerse cicatrice y empiece a sentirse más cómoda siendo percibida como esa otra bestia que actúa, crea y escribe.