Cuando saltó el escándalo del caso Weinstein y el consiguiente movimiento Me Too, en Hollywood se abrió una puerta que nunca se había explorado. Empezaron a salir historias terribles de actores y actrices que habían sufrido abusos o que se habían sentido manipuladas en los sets de rodaje, por lo que algunos responsables del séptimo arte abrieron los ojos.
Ahí es donde entran en juego los coordinadores de intimidad, una figura que, cuando empezó a popularizarse en Estados Unidos, fue muy ridiculizada. Sin embargo, ya sea por evitar escándalos o por auténtico respeto por el actor que se pone ante la cámara, la industria va aceptando cada vez más algo que favorece a todas las partes. La globalización y las empresas estadounidenses que producen en España han favorecido que también en nuestro país surja esta figura profesional.
Pero, ¿qué hace un coordinador de intimidad? Hablamos con Maitane San Nicolás, una profesional del sector que lleva dos años ejerciéndolo en nuestro país. Su papel consiste en evitar que actores y/o actrices se sientan incómodos o presionados en la preparación y rodaje de escenas íntimas, que se sobrepasen ciertos límites y en favorecer la seguridad en el set. En nuestra conversación hemos podido descubrir en qué consiste su trabajo, y qué diferencia hay entre su figura aquí y en Estados Unidos.
Pregunta.- ¿Qué es un coordinador de intimidad?
Respuesta.- Engloba muchos elementos. Nuestro objetivo es mantener la seguridad y comodidad de los actores y actrices, pero también del equipo técnico.
P.- No solo durante el rodaje, ¿no? Durante todo el proceso.
R.- Sí, nuestro trabajo empieza con las lecturas de guiones. Entendiendo bien lo que ocurre, entendiendo el contexto de la serie o la película. Y una vez que tenemos una reunión con el director o directora entendemos bien lo que tenemos que hacer. Es decir, toda la preproducción es casi más importante que lo que ocurre en el set. En el set nuestro trabajo es estar para cualquier cosa que se nos necesite. La idea es que no ocurran imprevistos, pero hay que atender cualquier necesidad que pueda tener el actor o la actriz en ese momento. De hecho, nuestro trabajo se hace más previamente para que no ocurran esas cosas.
P.- ¿Desde cuándo te dedicas a esto?
R.- Me lo propusieron en verano de 2021. Yo trabajaba como coach para una actriz que protagonizaba una película y me dijeron que Amazon les había propuesto esta figura. No era obligatoria. Fue con la productora Cristina Zumárraga; ella como mujer sentía la necesidad de cuidar a la actriz. Decidí investigar un poco, lo vi muy interesante e hice un pequeño curso online, porque todo es anglosajón, de Estados Unidos, Canadá... Y poco a poco. No le di mucha importancia pero empezaron a llamarme porque lo empezaron a exigir en las producciones.
R.- ¿Quién lo estaba exigiendo?
Netflix fue la primera en imponerlo. De hecho hicieron una formación interna para coordinadores de intimidad a nivel europeo porque se vieron con esa necesidad. En mi caso fue más con Amazon porque lo propusimos en un primer momento, y ahora lo exigen. Cuando tienen un proyecto siempre lo sugieren. Empecé con ellos mi camino, aunque mi formación la hice de manera independiente. Estoy a punto de conseguir la certificación. Ha sido un año de trabajar y estudiar al mismo tiempo.
P.- Siendo tú coach de actores en un primer momento, ¿crees que hay más trabajo como coordinador de intimidad? ¿Tú compaginas ambos puestos?
R.- No, de coach ya no hago nada. Yo soy actriz, pero cuando fui madre no le podía dedicar tantas horas. Además también hacía coaching de desarrollo personal enfocado a los actores. Yo creo que hay más trabajo como coach de actores porque puedes estar en todos los proyectos si el director o directora te quiere. La coordinación de intimidad es mucho más específica y requiere una formación específica. La formación actoral no es necesaria pero sí tener una cierta experiencia como actriz o modelo, el haberte puesto en su lugar para saber lo que es. Pero luego hay una formación más específica que nada tiene que ver con la actuación sino con la mediación, con la resolución de conflictos, con la comunicación no violenta, con los primeros auxilios de salud mental... Además, no todos los proyectos tienen escenas de desnudos o de sexo simulado, o no hay escenas tan vulnerables.
P.- ¿Quién está apostando por este tipo de figuras? ¿Son solo las plataformas internacionales o también las productoras españolas?
R.- Por suerte, empezó con las plataformas pero ya me están llamando algunas productoras de cine, que empiezan a conocer, y compañeros que ya han trabajado con un coordinador de intimidad y lo piden. Las productoras que no tienen plataforma detrás ya están tratando de introducirla. Al principio había cierto recelo. Al final es una figura nueva que antes no había que presupuestar, así que de repente es un coste más. Entiendo que haya una resistencia. Es algo que no se ha hecho antes pero eso no significa que no se tenga que hacer ahora.
P.- ¿Se acerca el momento en el que España tenga una figura oficial que regule este trabajo?
R.- Quien lo gestiona en Estados Unidos es la SAG, el sindicato de actores, que determina también qué escuelas internacionales están acreditadas para dar un título oficial. En las que me he formado yo, por ejemplo. Hay nueve acreditadas ahora mismo. Nosotras, en España, somos cinco profesionales: dos chicas acreditadas por Netflix, una chica en Barcelona, otra chica aquí también en Madrid y yo [Tábata Cerezo, Lola Clavo, Lucía Delgado, Rebeca Medina y la propia Maitane]. Somos mujeres, casualmente, pero no es una exigencia. Estamos creando la asociación de coordinadores de intimidad. Es bastante nuevo, ayer hicimos la firma del acta, y se llama AESCI. Sobre todo para dar a conocer la profesion, porque hay mucha visión errónea. Se piensa que solo vamos a proteger a las actrices, que estamos controlando los abusos en el set de rodaje, si hay alguien que se pasa con la mirada o con el contacto... No, no tiene nada que ver con eso. Hay mucha confusión de lo que somos, como si fuéramos policías. Somos comunicadoras, somos mediadoras, atendemos, cuidamos, asistimos... Estamos ahí para coreografiar si es necesario. No planificamos, no dirigimos. Y adaptamos los protocolos a la industria española, que no es la misma que la anglosajona.
P.- ¿Por qué es diferente?
R.- Desde dónde venimos es diferente. En España el contacto físico es casi fundamental para muchas personas. Tenemos una rama, digamos, más latina y estamos más acostumbrados al contacto y a la comunidad. Y de repente introducir la palabra consentimiento en un lugar donde los abrazos y los besos son más comunes... pedir el consentimiento es más difícil. En otras culturas como Inglaterra es más normal.
P.- Se ha criticado el puesto de coordinador de intimidad por considerar que la incomodidad es buena en un rodaje, ¿qué opinas?
R.- Podemos representar o simular. Los actores siempre estamos simulando una emoción o una acción. Simular un momento incómodo, sea o no sexual, es factible, maravilloso, pero no significa que por ello tengamos que tener a los actores incómodos. Son dos cosas diferentes. El arte y la humanidad, y la salud mental de los profesionales, es otra cosa. No está reñido. Falta un poco de empatía y hay mucha arrogancia en esos comentarios. Hay que ponerse en el lugar del otro y no solo pensar en lo que tú quieres transmitir. También hay que pensar en lo que te importa el otro.
P.- El método Stanislavski, en el que los actores se meten en el papel para sentir lo mismo que siente el personaje, se quedaría fuera, por tanto, de la coordinación de intimidad.
R.- No, no está reñido. Porque tú te puedes meterte mucho en el personaje, puedes vivirlo y te conviertes en él. Pero tienes que entender a la persona que tienes delante. Nunca te puedes mimetizar tanto que te olvides de ti mismo y del otro. Estás en un set de rodaje. Siempre hay condicionantes que no te dejan irte a esa otra realidad absoluta, lo importante es tener los límites del consentimiento pactados de antemano. Por eso te digo que eso se hace en ensayos. Para que luego el actor, que tiene su técnica, sepa desde ese personaje en el que está totalmente absorto dónde puede tocar, agarrar... es una cosa de consensuar. De esto no se hablaba antes. El tema de la sexualidad es muy tabú todavía.
P.- ¿Qué se utiliza para recrear la desnudez en estas escenas?
R.- Lo que intentamos es que siempre haya barreras entre los actores. Por ejemplo, la cámara muchas veces está cogiendo un plano muy corto de unos besos y unas caricias y los genitales no tienen por qué estar en contacto, porque no se están viendo. En el caso extremo de que sí, también se puede proteger. Hay que estar siempre pendiente de qué se ve, qué se puede ver... en un plano más abierto hay que tener en cuenta que hay que tener prendas que no se pueden ver, pero que están. Siempre tienen que estar cubiertos los actores. Es muy raro que no pongamos esas barreras.
P.- ¿Las reuniones para consensuar estos detalles son en grupo o por separado?
R.- Siempre por separado, porque a veces la figura del coordinador es de mediación. Como actor o actriz siempre quieres agradar a un director o productor, que es una figura de poder, pero a mí me ven como a un igual. Aunque hay que ganarse la confianza para que ellos, cómodos, puedan verbalizar sus inseguridades reales sin que nadie les vaya a juzgar ni a tirar piedras. También hay un acuerdo de confidencialidad si es posible.
P.- Llegado el momento, el actor puede echarse para atrás el mismo día del rodaje.
R.- En casi todo, por mucho que lo ensayes o lo hables, siempre surgen cosas de última hora. Y en medio del rodaje el actor no tiene la energía o incluso la fuerza para poder rechazar algo. Surgen u ocurren cosas nuevas y para eso estoy yo, porque yo no estoy en ese punto tan vulnerable y puedo seguir manteniendo lo que se ha pactado. O si hay que cambiar algo, poder verbalizarlo y llegar a un acuerdo sin necesidad de llegar a presiones.
Y no porque el director vaya a llevar a cabo técnicas para presionar, sino porque simplemente ser director ya es una presión. Yo soy una figura intermediaria, un tercero para que se rompa de alguna manera esa dinámica de poder.
P.- Y la pregunta del millón, ¿crees que las plataformas y productoras se subieron a este carro para evitarse problemas o por un verdadero interés de mejorar las condiciones laborales en el set?
R.- Hay de todo. Creo que la iniciativa básica ya se le habría ocurrido antes a alguien, seguro, pero no surgió la necesidad hasta que salió un caso como el de Harvey Weinstein. Y estoy segura de que Netflix no se lo ha planteado hasta que no ha salido algún conflicto. Esperamos, esperamos, esperamos, hasta que algo se tuerce. Pero también creo que hay gente que está contratando por beneficio de sus actores. Me están llamando de cortometrajes en los que el director me dice "mira, hay un solo desnudo pero yo quiero que la chica esté tranquila". Ahí no creo que sea para lavarse las manos, creo que es más cómodo para todos. Hay mucha generosidad, por otra parte.
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