Hace unos diez años hubo una invasión de banjos, mandolinas y violines en la música indie. Nacía así un sonido luminoso y amable, con aires nostálgicos, pero igualmente fresco, del que bebieron una gran cantidad de bandas y solistas que triunfaron con la etiqueta de indie-folk.
En contraste con los grandes espectáculos de música electrónica que se pusieron de moda derrochando pirotecnia y excitación EDM, la sencillez de estos grupos compuestos por generosos conglomerados de instrumentistas ofrecían conciertos dominados por el acústico y los coros del público. Aprovechando la idoneidad y el auge de los festivales al aire libre, esta música fue ganando adeptos hasta conquistar a un público más mainstream.
En Estados Unidos surgieron bandas como The Lumineers, Beirut o Edward Sharpe and the Magnetic Zeros, en Reino Unido hicieron lo propio Mumford & Sons, Noah and The Whale y solistas como Jake Bugg o Ben Howard. Pero este fenómeno no se quedó únicamente en el mundo angloparlante, en Islandia Of Monsters and Men se sumó a esta nueva ola folk y en España el ejemplo más claro es el de La Maravillosa Orquesta del Alcohol.
Una década después de su gran apogeo, las tendencias musicales han virado hacia otros puertos. El género urbano ha fagocitado el mainstream y el rock de influencias noventeras ha conquistado gran parte del indie.
Pero eso no significa que su estrella se haya apagado. Nada más lejos de la realidad, La M.O.D.A. sigue llenando Wizinks (el próximo será en noviembre) y The Lumineers ha sido uno de los invitados de lujo en esta edición de Noches del Botánico, un festival que gana prestigio año tras año en un panorama cada vez más saturado. Y no con una, sino con dos fechas seguidas, y entradas que han rondado los 50 euros.
La banda de Denver, formada en torno a sus dos miembros fundadores Wesley Schultz y Jeremiah Fraites, alcanzó el estrellato mundial en 2013 gracias a su archiconocida Ho Hey. La inclusión de esta canción en la banda sonora de El lado bueno de las cosas, película protagonizada por Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, funcionó como un auténtico trampolín para The Lumineers.
Ho Hey pertenecía al primer álbum de la banda, publicado en 2012 y bautizado con el nombre del grupo. Un disco al que también pertenecen temas como Flowers In Your Hair o Stubborn Love. Tardaron cuatro años en volver a sacar un trabajo de estudio, parecía que el éxito les podía haber amilanado, pero entonces llegó 'Cleopatra' y reafirmaron su lugar como una de las bandas del momento, referentes de ese indie-folk liberador, introspectivo y sanador. Sleep On The Floor, Ophelia o Cleopatra son tres de las canciones que más abrazó la gente en su lanzamiento. Algo más oscuro y lento que el anterior, el disco entero es una delicia para mimar los oídos de un corazón sensible.
Los dos últimos álbumes, III (2019) y Brightside (2022), han pasado más inadvertidos, pero mantienen prácticamente intacto el estilo del principio. Los de Denver cuentan con experiencia suficiente para saber qué clase de música se espera de ellos y no dudan en brindársela a su público. Una decisión artística tan respetable como cualquier otra, que ha sido validada por sus incondicionales, tal y como se puede apreciar en sus directos.
Sus actuaciones son como un largo y agradable camino de vuelta a algún lugar familiar. La diferencia entre una canción y la siguiente se difumina merced a un traqueteante ritmo pausado y continuo, como si el recorrido te invitara a disfrutar del paisaje, sin acelerones bruscos ni sobresaltos que puedan enturbiar ese aura de paz que emana de su sonido folk.
Quizá por eso haya tanta gente que, ignorando el pasar de las modas, sigue disfrutando de una música de raíces, que tiene la capacidad de provocar, de una forma u otra, ese sentimiento de eterno regreso.
The Lumineers en Madrid: valió la pena mojarse
Ellos mismos son una fiesta ambulante y así lo demostraron en su último concierto en la capital, haciendo gala de ese espíritu, casi teatral, de una banda que vive para el directo. En su segundo show madrileño del Botánico, los de Denver fueron los encargados de dar la bienvenida al verano en una fecha tan idónea como el Día Europeo de la Música. Con todas las entradas vendidas y un lleno absoluto, hicieron frente a una tormenta de truenos y agua.
Pero el gris del cielo lo contrarrestó la bella estampa de un recinto lleno de colorido por los ponchos de plástico que acertadamente repartió la organización a la entrada. En medio de la pista una plataforma serpenteaba entre el público y el agua no iba a ser impedimento para utilizarla. Todos los integrantes de The Lumineers salieron a mojarse, como todos los demás, participando de una comunión tan mística como épica.
Por un momento Madrid fue Nashville, resonando con palmas acompasadas y tacones marcando el ritmo. Sabían que para atrapar al público desde el principio había que salir sin reservas. Y eso hicieron metiendo al inicio sus grandes clásicos, Ho Hey, Flowers In Your Hair, Cleopatra y un medley de Have You Ever Seen the Rain, tan irónico como emotivo. Luego mezclaron el repertorio viejo con el nuevo, pero sin dejar a nadie atrás, insistiendo en los estribillos de las menos conocidas, como Birthday (de su último disco).
La banda manejó con experiencia y profesionalidad los altibajos que debe tener un concierto, resaltando momentos de intimidad melancólica como el de Wes dedicando Gun Song a su padre fallecido, mientras un cálido foco amarillo remarcaba su soledad bajo la lluvia. Para el final apoteósico que todo el mundo esperaba público y banda entonaron los "oooh oooh" de Stubborn Love, y los corazones rotos que eligieron el dolor antes que la nada resonaron tan fuertes que podría decirse, para completar la épica, que fueron capaces de vencer la lluvia. Pues, como suele pasar con este tipo de cosas, la tormenta desistió solo al terminar el concierto.
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