En Yllana llevan más de 30 años haciendo reír a público de todo el mundo sin la necesidad de mediar palabra, con un estilo gamberro, sin prejuicios y que incita, por medio de la exageración, a la reflexión. Más de 48 países han sido testigos de su particular manera de entender el teatro gestual, destacando su participación en festivales como el Fringe de Edimburgo, su paso por Broadway y una importante presencia en París con un espectáculo permanente en cartelera.
La compañía fundada en 1991 por Juan Francisco Ramos, Marcos Ottone, David Ottone, Joseph O’Curneen y Fidel Fernández, estrena este jueves en el Teatro Amaya de Madrid Lo mejor de Yllana, un primer aperitivo de lo que le espera a la capital, con hasta ocho funciones programadas para llenar con su humor el vacío del caluroso verano madrileño.
David Ottone define al grupo como una auténtica compañía independiente, que se ha ganado su posición a base de trabajo y amplitud de miras, siempre defendiendo un estilo propio que ha sabido ganarse el cariño del público nacional e internacional. "Somos además una productora de espectáculos, gestora de espacios culturales, propietaria de este teatro maravilloso que es el Alfil que ha sido nuestro centro creativo, y también somos creadores de espectáculos e iniciativas culturales. Tenemos la ambición de seguir ampliando horizontes, la intención es no tener todos los huevos en la misma cesta, sino poder repartir, porque hay veces que te vienen mal por un lado, pero si has sabido crecer en otras direcciones, eso te permite tener más base para poder subsistir".
Bordeando los límites de lo incorrecto
Precisamente esa variedad de registros es la que podrán repasar quienes vayan a ver su función en Madrid. "Es una gran oportunidad para ver todo ese abanico de diferentes, emociones y planteamientos encima del escenario". Entre ellas, estará la vuelta de 666, la que ha sido y sigue siendo la joya de la corona. Una obra esencialmente gamberra sobre la pena de muerte, que juega con los límites de la corrección política y moral. "No solemos tener una posición concreta, simplemente cogemos un tema y nos interesamos por el debate que hay en el fondo, partimos de un interés por el ser humano y sus contradicciones".
Preguntado por si han sentido miedo a la censura, Ottone reconoce que eso siempre está ahí, porque parte de su trabajo es la provocación. "Bordeamos un poco lo incorrecto, pero, en ese sentido, nos lo tomamos como cuando estábamos en la época del post franquismo y había que pensar en cómo colar todo lo que queríamos meter. Ahora no estamos en esas, somos muy libres de hacer lo que queremos y, aunque sabemos que hay algo por ahí, no es una preocupación que esté encima de la mesa ahora mismo".
Pero Yllana no es solo humor en el límite, también son conscientes de que hay diferentes tipos de públicos y por eso también tienen obras menos transgresoras y más familiares como Pagagnini, una función en la que contaron con Ara Malikian, o Maestrissimo y Opera locos, que mantienen el estilo de la compañía, pero evitando su lado "más bestia". "Gracias a esas diferentes sensibilidades que manejamos, hemos sido capaces también de mantener nuestro humor cañero".
El ancestral arte del gesto
Ottone admite que el secreto de la universalidad y la atemporalidad de este tipo de teatro está en que se trata de un arte ancestral, en cuyo origen se haya el principio más básico de expresión humana, el gesto. Por eso, y por la multiculturalidad de sus propios miembros (él mismo tiene procedencia inglesa e italiana), han alcanzado una fórmula capaz de provocar carcajadas aquí y en Tokio. "Es importante saber abrirse a lo que pasa en el mundo, tener cultura suficiente y viajar mucho. Esto nos ha permitido conocer a muchísimas compañías, quitarnos muchos prejuicios y muchas tonterías, porque en el fondo somos uno".
Raúl Cano lleva en Yllana casi desde sus inicios, en 1997, la comedia está en él de una forma natural, pero habla de la interpretación gestual con respetuosa solemnidad, pero recuerda que en este tipo de teatro también es muy relevante el uso del sonido. "No solamente hacemos hacemos gestos, acompañamos la acción con un mundo sonoro especial, que hemos creado durante todos este tiempo no solo Yllana, también en otras compañías como Tricicle o Espasmo, que también lo tenía ese lenguaje, gestual y otras compañías como espasmo o los Chapertons. Ese mundo sonoro que recubre esos silencios, también tiene que ver con el ritmo, con una entonación, con la musicalidad y todo eso lo utilizamos en este tipo de lenguaje internacional".
"Carraca para 10 o 15 años como mínimo"
Con respecto al estado actual de teatro gestual, David Ottone siente que no haya más compañías dedicándose a ello. "Creo que debería haber más, es un género maravilloso". Justo en el año en el que los míticos Tricicle ofrecieron su última función, el teatro gestual se ha quedado un poco huérfano en nuestro país. Sin embargo, como el propio fundador de Yllana reconoce, a ellos aún les queda carraca para "10 o 15 años como mínimo" de trabajo constante creando y viajando.
Obras representadas este verano en Madrid:
- Passport, en el Teatro Alfil del 5 de julio al 5 de agosto.
- The Primitals, en el Teatro Caixa bank Príncipe Pío 12 y 13 de julio.
- Trash!, en el Teatro Caixa bank Príncipe Pío 15 de julio.
- The Opera Locos, en el Teatro Caixa bank Príncipe Pío del 20 al 30 de julio: Ganó el Premio Max al mejor espectáculo musical (2019).
- Lo Mejor de Yllana, en el teatro Amaya del 20 al 30 de julio.
- Pagagnini, en el Teatro Caixa bank Príncipe Pío del 2 al 13 de agosto.
- 666, en el Teatro Alfil del 10 de agosto al 16 de septiembre.
- Maestrissimo, en el Teatro Caixa bank Príncipe Pío del 16 al 27 de agosto: Sigue la estela de Pagagnini.
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