A Soleá Morente (Madrid, 1985) nunca le ha pesado el apellido de su padre, más bien al contrario, lo lleva con una inmensa dignidad y admiración. Es lo que tienen los flamencos. Mientras todos los demás nos encontramos en un estado de revisionismo permanente que nos hace pensar en el pasado como otra manera más de vergüenza, ellos son capaces de conservar en sus raíces el mejor de los motivos por el que enorgullecerse. La sombra de Enrique Morente ha sido, de hecho, el mejor cobijo posible para la proliferación del talento musical e interdisciplinar de sus tres hijos (Estrella, Soleá y Kiki) y de todos los artistas que hoy en día se pueden llamar, a sí mismos, flamencos.
Soleá, precisamente, es la que mejor ha representado esa vertiente inquieta y curiosa que hizo de su padre uno de los grandes renovadores del género. La mediana de los Morente ha desarrollado su carrera musical entorno a la mezcla y la colaboración, entendiendo mejor que nadie esa capacidad que tiene el flamenco para enriquecerse a partir de la vida moderna.
Es filóloga, cantante, compositora y divulgadora, pero ante todo, flamenca. Actualmente se encuentra en el final de la gira por Aurora y Enrique (Elefant Records, 2021), un hermoso disco dedicado al amor de sus padres. También ha estrenado en el último año un ecléctico programa de radio llamado Cariño, sabes que soy de otro planeta (Radio 3), en el que lo mismo te pone a Isabelita de Jerez que a Beyoncé. Y es que en esa brecha que existe entre lo nuevo y lo viejo, es donde Soleá encuentra la verdad, una verdad que no se anda con las tonterías de un sistema que tiende a distraernos.
Pregunta.- Ya estás al final de ese camino que empezaste hace ya casi dos años cuando se publicó Aurora y Enrique, ¿cómo has vivido su evolución hasta ahora?
Respuesta.- Ha sido todo un hallazgo en mi vida y en mi carrera, siempre tuve un presentimiento especial con Aurora y Enrique. Mientras lo hacía, en plena pandemia, sabía que estaba pariendo una criatura que se iba a defender muy bien por sí sola. Puede que sea porque está dedicado a mis padres, es su historia de amor y ya con eso es suficiente para luego salir y defenderlo todo lo mejor que pueda. Está siendo una gira muy especial donde estoy muy sorprendida con la respuesta del público. Estoy emocionada y muy sensible. Ha sido un antes y un después en mi carrera y como persona también.
P.- En cierto modo es una vuelta a los orígenes, al pasado, algo que va dentro de los flamencos, siempre tenéis las raíces muy presentes.
R.- Actualmente es necesario para todos, porque andamos tan rápido, con una presión muy fuerte. En la industria de la música apenas se puede respirar y tampoco la sociedad está diseñada ahora mismo para una evolución del ser humano en condiciones. Creo que el instinto nos lleva al origen, a la raíz, para entender qué estamos haciendo y hacia dónde vamos. Y eso los flamencos lo hacemos mucho. El flamenco es raíz, es madre, es casa. En mi caso, escribir este disco fue por esa necesidad de encontrar algo en la vida que me ayudase a salir a flote en esos momentos. Y no hay nada mejor que volver al amor de tus padres y a lo que has visto en casa, si es que ha sido bueno, que en mi caso afortunadamente sí que lo fue.
El sistema está diseñado para distraernos y hacernos perder el tiempo y el flamenco no se anda con tonterías
P.- Quizá por eso, aquella frase que has dicho en alguna ocasión de que el flamenco es lo más moderno que se puede hacer ahora.
R.- Es curioso porque el flamenco es la raíz, es lo más que nos puede acercar al origen. Es absoluta tradición y al mismo tiempo lo más moderno que se puede hacer. Porque es un arte vivo que no para de evolucionar y admite muy bien lo que está ocurriendo en la actualidad. También considero que estamos muy a falta de quitarnos de encima prejuicios y de perder el tiempo con tonterías. Estamos muy pesados con eso, pero es que el sistema está diseñado para distraernos y hacernos perder el tiempo y el flamenco no se anda con tonterías. El flamenco dice la verdad continuamente y creo que estamos necesitados de ella, sobre todo la gente joven. No hay nada más moderno que la verdad y el flamenco es pura verdad.
P.- En tu caso, siempre se ha dicho que llevas el arte, ya no en la sangre, sino en el ADN, ¿lo sientes realmente así?
R.- Un poco sí, porque es verdad que desde que nací he estado rodeada de flamenco y de flamencos, desde mis bisabuelos, mis abuelos, mi padre, mis tíos, mis primos, mis hermanos... De hecho, yo soy la única que se salía un poco porque estudié en la universidad, hice Filología Hispánica y parecía que iba a tener otro destino laboral por ahí. Es algo que afortunadamente lo he podido vivir desde muy, desde muy pequeñita y me considero afortunada y doy gracias a la vida o al destino por haberme puesto en esta familia, en este lugar.
P.- Además, los flamencos tenéis una cosa muy buena y es que lleváis muy dentro ese orgullo, es una parte de vosotros a la que siempre podéis volver, como un refugio en el que siempre podéis confiar.
R.- Estamos todos a falta de sentirnos identificados con lo realmente importante para alcanzar excelencia en la vida, que creo que la excelencia está en encontrar la paz y la identidad, y que realmente te dejen ser quien eres, pudiendo expresarte como eres. En el flamenco eso se expresa muy bien. Porque tiene una fuerza tremenda, es muy radical y no se anda con tonterías. Yo esta mañana me he levantado temprano y me he puesto a escuchar cantar a mi padre por tientos, acompañado de la guitarra de Manolo Sanlúcar y todos los problemas que tenía: que si las redes, que si se venden entradas..., hay un montón de cosas que nos acaparan y nos agobian, y con el flamenco se te quita todo. Tiene una fuerza de transmisión arrasadora y terapéutica. Por eso es muy interesante prestarle atención a una parte de nuestra cultura fundamental, como es el flamenco.
El flamenco no se casa con nadie y depende de cómo lo trates, así te tratará él
P.- Precisamente esa vitalidad que tiene este género, en el que caben todos los sonidos, es algo que tu padre supo ver muy bien y parece que en ti vive el ejemplo de todo ello. El eclecticismo que tiene tu música y la manera en la que congenias tan bien con diferentes artistas.
R.- Es verdad que el flamenco es muy generoso y abraza las diferentes estéticas siempre que se le trate desde el respeto y no desde el intelectualismo o el interés. Pero el flamenco no se casa con nadie y depende de cómo lo trates, así te tratará él. Y es verdad que es generoso, es muy aperturista. Mira todo lo que está ocurriendo actualmente con el flamenco, pero también impone un respeto muy grande y es delicado. Es como una criatura que no sabes nunca por dónde te va a llevar. Si te acercas a él desde el amor, desde la pasión, desde la afición y desde el respeto, seguro que te va a aportar cosas muy buenas.
P.- En tu música hay mucho respeto, pero también mucha mezcla y muchos amigos.
R.- Muchas veces me preguntan: ¿qué te ha dejado tu padre? y yo pienso: como padre, todo el amor que te puede dar un padre, como profesional de la música, pues todo lo que nos ha dejado a los demás. Pero hay algo muy guay que son los libros, la biblioteca, la discoteca y los amigos. Me tienen tan acostumbrada a la pregunta de que si el apellido me pesa, que hasta yo misma me lo pregunto. También he heredado una serie de amigos profesionales a quienes admiro muchísimo, que me han acompañado en la carrera y me están acompañando. Y son gente que admira a mi padre, compañeros de profesión. Rodearme de gente con un talento exquisito, considero que ha sido una grandísima suerte para mí y eso ha sido una de las mejores cosas que me ha dejado mi padre.
P.- Luego está tu faceta como presentadora y divulgadora, acaba de terminar la primera temporada de Cariño, sabes que soy de otro planeta, ¿qué balance haces de esta experiencia?
R.- Ha sido una de las cosas más guays que me han pasado este año. Me ha ayudado a cambiar un poco el chip y a descansar un poco de mí. Al ser un programa semanal en el que tienes que estar atenta a todo lo que está ocurriendo y dedicarte a lo que están haciendo los demás para divulgarlo, para transmitirlo, tienes que estar entrevistando a compañeros. Por eso, en ese sentido he descansado bastante de mí y al mismo tiempo me he estado construyendo muchísimo como artista. He escuchado mucha música todo el rato, música internacional, nacional, he entrevistado a gente increíble y todo eso se refleja en lo que estoy componiendo para un futuro. Es muy guay ver que a la gente le gusta, porque hago un programa bastante ecléctico donde puedes escuchar a New Order o Sonic Youth y, de repente, a Isabelita de Jerez o a Manolo Caracol. Y esto no es fácil, pero estoy muy contenta por los resultados, porque pensaba que esto no lo iba a escuchar nadie y me han invitado a otra temporada.
P.- Dices que esto ha influido en tus composiciones, ¿cómo está afectando esto a tu música y que podemos esperar de tu próximo álbum?
R.- Actualmente estoy trabajando en dos proyectos. Por una parte estoy trabajando con el maestro Isidro Sanlúcar, hermano de Manuel Sanlúcar, uno de los productores más importante de la historia del flamenco, productor de Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente, de Estrella. Yo empecé a trabajar con él en unas canciones antes de que mi padre muriese. Con canciones de Paco Ibáñez y, dos meses antes de que muriese mi padre, cuando terminé la facultad, empezamos a trabajar. Mi padre se marchó y ese proyecto se quedó parado. Ahora lo he retomado y me gustaría que algún día que pudiese ver la luz. Y luego estoy trabajando con Guille Milkyway, que no tiene nada que ver con lo de Isidro Sanlúcar. Estoy en dos mundos paralelos, opuestos, como siempre me suele ocurrir, y yo misma me lo busco. Con Guille está siendo apasionante, por todo lo que sabe y todo lo que escuchamos en el estudio. Y ¿hacia dónde voy? Pues es un encuentro entre la Casa Azul y los Morente, por así decirlo, a ver qué sale.
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