Continúa el reinado de la Zarzuela: no hablamos de la monarquía parlamentaria sino del mal llamado género chico, el del teatro por horas, el del sainete lírico. Ahora que estamos en fiestas en Madrid, y en todos los lugares del territorio español, celebrando la Asunción de la Virgen y en la madrileña ciudad la Virgen de la Paloma, oficiosa patrona, nada más oportuno que, echando mano del repertorio de la Compañía Lírica Luis Fernández de Sevilla, presentar La verbena de la Paloma, o El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos para festejar dicho acontecimiento.
No se debe denostar ningún tipo de espectáculo que atraiga al público, nostálgico o de nueva afición, precisamente para dar a conocer aquellos éxitos que lo fueron en su día. En este caso, hablamos de 1894, pero se ha venido representando año tras año, escenario tras escenario, elenco tras elenco. Con libreto de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón, nada menos. Y que no solo quede el polvo de aquella época, sino el buen hacer de un reparto extensísimo, (conté hasta 27 entre actores y actrices y cantantes), dirigidos por Lorenzo Moncloa y bajo la dirección musical de Tulio Gagliardo.
"Me encanta, y además me la sé"
Es verdad que el tema de los celos quizás quede ya un poco desfasado, aunque el machismo esté latente, pero el papel de la mujer que busca un novio para no quedarse a vestir santos suena un poco retrógrado; y que todo se solventa en la obra de una forma amable y sencilla. Pero, señoras y señores, está bien recordar esas canciones de "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", "la del mantón de la china-nana, te voy a regalar", o "una morena y una rubia hijas del pueblo de Madrid", o "me iría con él de verbena y a los toros de Carabanchel", y perdonen que yo no lo cante, pero es que el soniquete lo tenemos en nuestra memoria familiar. Una señora comentó, "me encanta, y además es que me la sé de memoria". ¡Toda! Eso no es llorar por lo perdido, no es volver al pasado, es mantener en nuestro acervo cultural temas y obras que no se deben perder.
Puede que sean mundos pasados, sociedades desgastadas, pero las verbenas se siguen celebrando. Los celos están a la orden del día, hasta provocar trifulcas y asesinatos. Y además no viene mal recordar a aquellos personajes, alguaciles, serenos, prebostes boticarios o de cualquier otro oficio, como cajista de imprenta, jugadores de mus, taberneras que conocen a su clientela mejor que la propia familia, que nos bailen un chotis con elegancia chulesca, una forma de hablar, un deje, una impronta castiza, una forma de vestir y un estilo peculiar al usar el terno de los chulapos y el vestido chiné de las chulapas. Entonces no es tanto volver al pasado, es historia costumbrista, es la cultura popular de nuestros antepasados que llevamos en el ADN.
LA VERBENA DE LA PALOMA
Libreto: Ricardo de la Vega
Música: Tomás Bretón
Dirección escénica: Lorenzo Moncloa
Dirección musical: Tulio Gagliardo
Cantantes y actores: Carmen Aparicio, Hevila Cardeña, Marta Pineda, Mariana Isaza, Alicia Montesquiu, Amelia Font, Lorenzo Moncloa, Ángel Castilla, Santos Ariño, Marco Moncloa, José Antonio Torres, Ángel Walter, Diego Falcón, Alejandro Rull.
Teatro EDP Gran Vía (Madrid), hasta el 20 de agosto
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