En verano son la chispa de la España vaciada que se llena. Desde siempre, han sido el alma de las fiestas de cada pueblo de este país. Bueno, para ser exactos, desde que la humanidad lo es, la música ha acompañado cada rito y celebración. Hace 43.000 años, alguien tuvo que ser capaz de hacer música con una flauta realizada sobre el radio de un buitre, primera muestra de instrumento musical que se conoce. Es natural nuestro instinto de hacer ritmo y melodía cada vez que celebramos algo. Cada pueblo o comunidad tha tenido su suerte de comparsa con especialistas en hacer sonar instrumentos de todo tipo, y no eran pocos los trovadores que atravesaban el continente europeo.
La música pop, también conocida como "canción ligera" en programas como Gente Joven, fue la rama evolutiva que más y más rápidamente se diferenció del resto durante el siglo pasado, en buena parte gracias al mestizaje generado por los descendientes de los esclavos procedentes de África que acabaron impregnando de soul los algodonales de América. Ahí nacieron todos los géneros que han encumbrado a los grandes artistas internacionales.
Cantera y escuela
Mientras todo eso ocurría, y al no poder traer a Bruce Springsteen a las fiestas de Villanueva del Robodollón (aunque los de Peralejos de las Truchas no desisten en su intento), las orquestas han cubierto esa necesidad. Y todo aquel que ha tenido inquietudes musicales ha encontrado en ellas una escuela en el que foguearse y aprender como es debido. Desde abajo. Desde las carencias y pequeñas calamidades de no ser una estrella del rock. Como tuvo que hacer, por citar el ejemplo más conocido, David Bisbal en la orquesta Expresiones.
Todo esto para decir que las orquestas populares que alegran nuestras vacaciones de pueblo en pueblo son los dignos y originales sucesores oficiales de aquellas formaciones que animaban (y todavía en muchos lugares lo hacen) las fiestas con su música tradicional.
¿Qué sabemos de esos artistas que no son estrellas del pop pero que las encarnan y homenajean con arte y generosidad hasta extremos que nosotros, cubalitro en mano, muchas veces somos incapaces de discernir?
Ninguno de los empresarios y agentes contactados ha querido hacer declaraciones. Hay quien me ha confiado off the record que las razones podrían tener que ver con el deseo de permanecer lejos de las miradas de la prensa por las condiciones en las que trabajan los artistas, las nada ortodoxas formas de pago y cobro que pueden darse en este entorno o en determinados intereses que no es motivo de estas líneas aclarar. Se lo dejamos al periodismo de investigación, que seguro que tiene dónde buscar. Dinero, y no poco, se mueve cada verano. Ese sí es un dato objetivo. De la misma forma, es imposible saber exactamente cuánto. Me limitaré a profundizar en el día a día de las verdaderas estrellas de cada verano: los artistas. ¿Cómo viven?
Una rutina agotadora
Esta es temporada alta. Las orquestas suelen depender de las giras de verano para su sustento, la mayoría de ellas, con suerte, durante siete meses al año (abril a octubre), pero sobre todo durante julio, agosto y septiembre. En estos tres meses trabajan casi todos los días.
En temporada alta, los meses de julio, agosto y semptiembre, trabajan casi todos los días
La rutina diaria es agotadora. Si la orquesta trabaja en su territorio de origen, los artistas pueden ir a casa todos los días, pero tienen horarios apretados, volviendo a casa a las 8 de la mañana, descansando poco, y luego saliendo de nuevo para el próximo concierto. Llegan al lugar del evento dos o tres horas antes, preparan su material, hacen pruebas de sonido, cenan y luego actúan. Una vez terminada la actuación, vuelven a casa o al hotel si están lejos de casa. Los técnicos de montaje y conductores tienen días aún más largos y agotadores, llegando cuatro horas antes que los músicos, montando el escenario, descansando un poco, y luego desmontando después del concierto para seguir al siguiente destino. Este ritmo se mantiene día tras día.
Rous Costa es cantante y compositora. Y protésica dental, aunque no ejerce, y ahora está en Canarias trabajando en el sector de la hostelería. Ha estado la mayor parte de su carrera profesional viviendo de pueblo en pueblo, cantando con todo su arte para emular a los consagrados. Es capaz de marcarse una de Tina Turner, y después otra de AC/DC, y sus cuerdas vocales resisten.
Preguntada por la cara B que hay tras cada actuación, no vacila al aclarar que no todo son luces y aplausos. Detrás de cada fiesta hay horas interminables de ensayos, kilómetros de carretera y noches en vela. “Otra cosa que sufrimos muchísimo es encontrar aseos. La gran mayoría de las veces, por no decir en un 90 por ciento de las ocasiones, se actúa en campos abiertos sin baños y hay que ingeniárselas”, reconoce.
Galicia, meca de las orquestas
Un trabajo muy peculiar que para muchos es una pasión, y para la mayoría, sobre todo, un medio de subsistencia. Según Rous, es determinante la comunidad en la que se vive. “En Cataluña las orquestas grandes suelen trabajar en verano, y obviamente debe ser una profesión complementaria. En cambio, en zonas como Galicia, aunque parezca contradictorio por el clima, hay una cultura de orquestas tan cuidada, y están tan acostumbrados a situaciones climáticas adversas, que eso no detiene las fiestas en las ciudades y aldeas. Hay más acumulación de actuaciones en verano incluso durante días seguidos, pero se trabaja todo el año”.
Galicia parece el epicentro de las orquestas de verano, con más de 300, que allí tocan todo el año y permiten la profesionalización del sector. Eso sí, con diferencias salariales importantes y poco justificables, porque el arte, ya se sabe, es de valoración subjetiva. Las diferencias de caché puede ser uno de los principales motivos de roce, aunque hay más. Preguntada sobre la convivencia, con la presión de salir a escena y no siempre con los mejores medios, Costa reconoce que no todo es fácil.
"En el mundo del espectáculo siempre ha habido mucha envidia, pero no porque uno se crea mejor o peor que el otro, sino porque ya, para empezar, cada uno negocia su sueldo anual y el trabajo cambia mucho de invierno a verano", explica. "Si tú has conseguido más dinero que otra compañera o tienes diferencias de criterio sobre alguna coreografía, las tensiones salen a relucir con mucha intensidad. Pero, como en todo, y aunque es mayoría la buena, mala gente hay en todas partes. A veces esto es un reality televisivo. Como en cualquier trabajo, hay gente con la que tienes más afinidad y otra con la que quizás no existe, directamente. Mi truco siempre es ponerme cascos, música y una sonrisa. Ante los problemas, siempre música”.
El fenómeno Panorama
Las orquestas, a pesar de su popularidad y profesionalidad, no reciben siempre el reconocimiento que merecen entre el público en general o entre los propios empresarios. Lito, de la orquesta Panorama, está considerado como uno de los mejores. “Tratamos de conseguir buenas condiciones, pero muchas veces no nos consideran artistas. Si viene uno como invitado, y muchas veces actuando en nuestro escenario, le tienen su baño, su camerino, su fruta, su agua…”, se lamenta.
“Tratamos de conseguir buenas condiciones, pero muchas veces no nos consideran artistas"
lito, orquesta panorama
El temor por la propia integridad física también está presente. Lito ha vivido situaciones en las que ha tenido miedo: “Lo que más nos asusta es el viento, y sobre todo durante las tormentas. Los escenarios son como veleros y el nivel de peligro es alto. Además, si suspendes, la gente no suele entenderlo, a menos que sea lluvia, porque les toca a ellos. Varias veces hemos tenido que saltar del escenario porque el viento se llevaba todo. Es un riesgo muy real”, me dice.
En el caso de Panorama, el despliegue es sorprendente: ofrecen unas 160 actuaciones al año, la mitad en Galicia. Tiene 37 miembros en su plantilla, con 22 artistas que actúan en el escenario. Los demás son técnicos, personal de taller y oficina. Utilizan cuatro tráilers para sus desplazamientos y montaje, uno de los cuales se convierte en el escenario. El despliegue técnico culmina con pantallas LED y avanzados sistemas de sonido y luces. Y todo para dar tres horas de música actual, espectáculos de baile, rock, y también música "remember", para los más mayores.
Estos cantantes que aguantan esfuerzos vocales considerables no serán estrellas reconocidas por el gran público, pero tanto Rous como Lito pueden decir que tienen sus fans. Ella tiene un pequeño club y él ha vivido las mieles del éxito en lo que para él fue su mejor momento profesional, cuando en 2009 compartió escenario con grandes artistas. Cuando les pregunto por el peor trago vivido en estos años en la carretera, ambos coinciden en que fueron directamente golpeados por la pandemia. “Económicamente casi todos los músicos se quedaron sin trabajo ni ayudas. Las empresas sin facturar nada y con gastos que no se detuvieron. Fue duro también psicológicamente. Muchas orquestas ya no volvieron a salir de gira y muchos músicos ya se dedican a otra cosa”, lamenta Lito.
Cuando en medio del bullicio de un público que no está pendiente de ellos vean a alguno de estos artistas darlo todo en un escenario de verano, tengan muy presente que detrás hay profesionales a los que no les está siendo fácil entretenernos y hacer que lo pasemos bien. Son los verdaderos héroes de la música.
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