En agosto de 2010, un joven de 16 años de Pamplona desaparece sin dejar rastro. Dos días después, se encuentra en un estanque de Madrid el que podría ser su cadáver. Pero a las pocas horas, el verdadero cuerpo sin vida del chico aparece a cientos de kilómetros de allí, abandonado en los alrededores de la capital navarra. Así que hay dos adolescentes muertos: alumnos de dos colegios distintos de una misma orden religiosa que coincidieron el verano anterior en un campamento. El caso obliga a la comisaria María Ruiz a emplearse a fondo; también a revisar los traumas de su pasado. Para resolverlo, cuenta con la inestimable ayuda de Javier Luna, un reportero de la vieja escuela, con las tres dés del periodista –dipsómano, divorciado, depresivo– pintadas en el rostro y recién despedido por un periódico que ya no quiere veteranos en su redacción. Entre ambos sacan a la luz los casos de abuso sexual perpetrados en el seno de la Iglesia española.

Es el argumento de Verano en rojo; de la novela de la periodista Berna González Harbour y de la adaptación cinematográfica, dirigida por Belén Macías, que llega a los cines españoles este viernes.

Fue Palmira Márquez, agente literaria que en los últimos años se ha consolidado como una de las figuras más relevantes del sector editorial en España, quien le ofreció el libro a Macías. “Me pareció que bajo el paraguas del thriller podíamos explorar y ahondar en un tema que no está muy tocado en España”, explica la directora y guionista en conversación con El Independiente. “Una de las cosas que más me ha sorprendido es que mucha gente tiene mucho que contar sobre este asunto. Desde que empezamos a trabajar, todo el mundo, miembros del equipo técnico, actores, tenía anécdotas personales o de conocidos" relacionadas con casos de pederastia en la Iglesia, asegura. "Eso me hizo pensar que estábamos bien encaminados". 

Una conspiración episcopal

Mientras se desarrolla la trama criminal de Verano en rojo, Clemente Herráez, un fontanero de la Conferencia Episcopal y antiguo miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, trabaja activamente para ocultar los casos de abusos que van surgiendo en colegios religiosos de todo el país. El ficticio monseñor Herráez lidera en nombre de Benedicto XVI una operación de "control de daños" porque "el papa quiere que España sea punta de lanza" del resurgir global de la Iglesia, y no se puede permitir que una sucesión de escándalos de pederastia arruine este propósito. Para ello cuenta con el auxilio sorprendente de un alto mando policial. No obstante, el padre Damián, director del colegio de Pamplona donde estudiaba uno de los chavales asesinados, decide que no está dispuesto a seguir silenciando los casos ocurridos en el centro, y que han desencadenado el delirio místico de un asesino dispuesto a expiar matando los pecados propios y ajenos.

A Belén Macías no le preocupa que el punto de vista de Verano en rojo, o la transformación en thriller de un tema tan sensible, despierte susceptibilidades. "La película reflexiona desde un lugar muy equilibrado, con un héroe, que es el padre Damián –interpretado por Tomás del Estal–, que representa a esa Iglesia limpia, que es la inmensa mayoría. Hablamos solo de un tanto por ciento, que es el mismo que existe en la sociedad. La diferencia es que en la sociedad civil se pena y en la religiosa en muchas ocasiones se oculta. Reflexionamos acerca de ello, no hacemos sangre, denunciamos desde la verdad, desde algo que es evidente y que todo espectador reconoce, independientemente de si es católico o no. Ese equilibrio es uno de los valores que tiene la película", asegura.

Policías y periodistas

La actriz Marta Nieto, que da vida a la comisaria Díaz, no había leído el libro, pero cuando le llegó el guión le interesó de inmediato. "Me apetecían muchas cosas: el personaje, trabajar con Jose [Coronado], pero también esa especie de acto de justicia poética que supone plantar en el imaginario colectivo la posibilidad de que se pueda publicar una lista de pederastas de la Iglesia. Es algo de lo que quería participar, aunque fuera de manera ficcionada".

Luna (Coronado) y Ruiz (Nieto), periodista y policía, cooperan para destapar los casos de pederastia en la Iglesia española.

Coronado interpreta al baqueteado reportero Luna, un periodista "con alma", "de la vieja guardia, de los que se ha pateado la calle, ha estado en los bajos fondos, y que entre whisky y whisky ha conseguido sus chivatazos, a diferencia de lo que es el periodismo de hoy en día", más de mesa e internet. "Lo que más he hecho en este oficio han sido periodistas y policías, y Verano en rojo es un mano a mano de ambos para ir a por los malos". Un planteamiento que le sedujo para aceptar el papel, aunque si se decidió "fue sobre todo por trabajar con Marta. Y no me he equivocado". Nieto y Coronado nunca habían coincidido en un rodaje y confían en que no sea la última vez. Aunque comparten pocas escenas, se produce una singular compenetración entre ambos.

Una mujer traumatizada

Marta Nieto equilibra con brillantez las múltiples facetas de su personaje. "Es precioso trabajar cuando tienes un buen guion. María es una mujer inteligente, que quiere estar bien, pero que tiene un trauma, y esa es la plantilla a través de la cual lo ve todo. Es una mujer fuerte con una vulnerabilidad, y a mí ese tipo de contraste me interesa muchísimo. Desde ahí, desde lo pequeño, va todo lo demás". 

"Lo que más he hecho en este oficio han sido periodistas y policías, y 'Verano en rojo' es un mano a mano de ambos para ir a por los malos"

JOSE CORONADO

La fluida comunicación con la directora le ha facilitado la tarea. "Nos hemos entendido muy bien. Tenemos un lenguaje parecido. A las dos nos gusta mucho el trabajo de mesa. Es precisa pero te da libertad". Coronado coincide con su coprotagonista, y alaba la "claridad de ideas" y la "calma y la serenidad" de Belén Macías para ayudar a los actores a entrar en la historia.

¿Aprecia el experimentado actor una sensibilidad distinta en las cineastas femeninas? "Estoy trabajando con muchas mujeres últimamente, y no noto la diferencia. El director inteligente va a contar la historia que quiere contar al margen de su sexo", asegura, antes de matizar: "Quizá, por decirte algo, siento que se comunican mejor que los hombres, con más mano izquierda. El hombre quiere el resultado ya, y ellas te saben llevar mejor".

La comisaria Ruiz tiene que lidiar con Irene (Zoé Arnao), su hija adolescente.
La comisaria Ruiz debe lidiar también con la rebeldía de Irene (Zoé Arnao), su hija adolescente.

Lo cierto es que en muy poco tiempo se ha producido una fructífera proliferación de realizadoras en la cinematografía española. Para Macías, existía una necesidad "de ver el cine a través de las miradas de las mujeres. Ha habido referentes en el cine español como Coixet o Bollaín, pero eran demasiado puntuales. Eso está cambiando y el espectador se está acostumbrando a otras realidades". Y así, dota a la comisaria Ruiz de una vida más allá de los crímenes que resolver, sin recurrir necesariamente a la socorrida trama romántica. "Me parecía muy interesante darle una vida personal. Voy a resolver un caso, pero también tengo un problema con la conciliación, un tema muy real que nos atañe a todas. Yo he hecho toda mi carrera conciliando con mi maternidad, me ha resultado muy complicado, y me gusta mostrarlo. Ese tipo de inquietudes el espectador tiene que verlas como algo habitual".

Del mismo modo que cineastas mujeres firmen películas de acción y thrillers. La época en la que Kathryn Bigelow era una rareza parece que ha quedado atrás. "Ahora hay que cambiar la visión de los productores para que nos encarguen películas de más presupuesto, con otras ambiciones, que lleguen a un gran público. Si nosotros con Verano en rojo vamos a estrenar con 200 copias, que la próxima vez salgamos con 600". 

Nieto, actriz y ahora también directora

Marta Nieto es otro ejemplo de que el campo de la realización se ha abierto para las mujeres, y en concreto para actrices que como ella tienen la inquietud de contar historias. Si como intérprete vive un momento dulce, con tres estrenos en apenas dos semanas –¡Salta!, de Olga Osorio, La manzana de oro, el regreso a la dirección de Jaime Chávarri, y Verano en rojo–, acaba de terminar el rodaje de su ópera prima, La mitad de Ana, en la que además es la protagonista. "He escrito el guion, y lo he rodado, y empiezo a montar esta semana", explica ante la admiración de su compañero de reparto. "Es que es muy fuerte. Eso solo Clint Eastwood, Woody Allen y ella", exclama Coronado, que de momento no se plantea un cambio de registro equivalente: "Soy muy obsesivo, y a mí dirigir podría sacarme de este confort que tengo ahora. Vivo bien con los personajes que hago. Siempre digo que ya me quedará tiempo. Ya jugaré al golf", bromea.

En el caso de Nieto "hay un porcentaje grande de inconsciencia", reconoce la actriz. "Lo que pasa es que voy poco a poco. Durante la escritura del guion el último año con Beatriz Herzog, por ejemplo, no pensábamos más allá. Un filete grande se come a bocaditos pequeños. Si no, me abrumo. Ahora iré al montaje, a intentar encontrar la peli que me gusta en el material que tenemos, a ver cómo late, porque es un animal que va teniendo su propia vida. Me siento muy arropada por el equipo, y por eso me he atrevido a hacer esto. Porque yo tengo la pulsión de contar algo, pero lo he hecho porque he sentido que a mi alrededor había una cooperación placentera. Porque a mí me gusta muchísimo trabajar, pero me gusta vivir. Y el cine para mí es vida. Probarme en esta fase tiene que ver con atreverme a vivir más, a vivirme más. Hasta ahí llego".