Escribió León Felipe: "Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos, y sé todos los cuentos", aunque no sea verdad.
Parece que se ha perdido aquella costumbre no escrita de contarles cuentos a los niños, de recrear su fantasía con personajes fantásticos y reales en situaciones inverosímiles y peligrosas. Y se compraban cuentos y se leían cuentos. Luego llegó Walt Disney y nos lo contaron con imágenes en movimiento y mucho colorido, con canciones y bailes, edulcorados finales, y princesas que debían esperar a ser rescatadas por príncipes azules o grises, o de cualquier color, pero príncipes alfa y estirados, que se creía poseedores del valor, de la verdad, y del amor.
Afortunadamente, las historias van cambiando y esas princesitas de cuento ya no esperan haciendo caídas de párpados, ni ponen morritos, ni suspiran melancólicas, porque tampoco son princesas, ni infantas, sino mujeres de frente, vivas y desgarradoras, que no lo basan todo en el brillante resplandor de un macho envalentonado.
Es decir, después de tantos cuentos, manidos y versionados, 'estas personajes' están DESENCANTADAS. Y lo más que puede decir el gallito de turno es… "encantado… de conocerte".
Pero no vamos a echar todo por la borda y, emulando dichas cintas cinematográficas, llenas de color y de música, nos ofrecen, este club de las princesas desencantadas, un espectáculo divertidísimo e irónico, con diferentes estilos musicales, cantando en el volumen de despertar de los sueños, con una ejecución de música y voz en directo, riéndose sin acritud, de lo bobalicón de aquellos personajes, bajando a una realidad ruborosa, nivelando comportamientos y actitudes, antes impensables en el mundo tierno de las historias falsas de amor.
Todo el elenco está magnífico. Todo el elenco son ellas. Cantan, hacen humor, tienen desparpajo, cada una con su momento glorioso, (algunas doblando personajes), nivelando la realidad actual con la antigua memoria de los cuentos delante de la chimenea o arropados por las sábanas. Así, tenemos a una Bella (Ana Belén Beas) que es normal que esté perdiendo la conciencia porque oye hablar a los objetos, como para no volverse loca, o su Sirenita se queje de dolor de pies, así como Rapunzel sea una teutona de armas tomar. Blancanieves (Geraldine Larrosa) donde los espejitos que hablan no dicen nada que no sepamos, junto con Cenicienta (Goizalde Núñez) tanto limpiar y no se le ha quitado el sentido del humor, eso es arrojo, y La Bella Durmiente (María Villarroya) que, aunque tenga sueño, no se dormirá en los laureles. Estas tres nos hacen de maestras de ceremonias, nos introducen en el acabose de la tristeza, nos acordonan con humor y ternura a la butaca de nuestra niñez perdida e impelen a nuestra adultez encorsetada. Marina Espíldora también trae en su haber de juego y fantasía a Mulan, que descubre su identidad de género, a Pocahontas, en lucha por la ecología, a Yazmín, que entiende que no hay alfombras mágicas voladoras y, al final, la basura acumulada debajo hay que limpiarla. Por último, y no por menos importante, la princesa que besó al sapo (Juls Sosa), porque no hay que discriminar a nadie por su origen, su piel, su cultura o su aspecto.
Dirigen este movimiento escénico con acierto, Ramón Paso y Sergio Lombardo. Es un show, un érase una vez que ya no es, un tiempo pretérito, un musical no al uso, un divertimento, una alegría del escenario. Con la música al piano y dirección de Daniel Villarroya, y la percusión de Raúl Martínez que ponen ritmo, pulso, alma, corazón, a este desparrame.
No piensen que este es un montaje para niños. Tampoco es un espectáculo exclusivamente para adultos, es una apelación a la ironía, a la crítica, al despertar de la sociedad ante la mujer, a que no hay besos que despierten del adormecimiento, más bien al contrario, deben despertar al latido de las pasiones ardientes, consentidas y cuando los dos quieran.
Con dragones, princesas y castillos encantados, el que no levante el culo quedará pegado. Y no se acaba este cuento, pero como lo he visto, te lo cuento. Y este no me lo sabía.
DESENCANTADAS
Idea original, música y letras: Dennis T. Giacino
Adaptación: Zenón Recalde
Elenco: Ana Belén Beas, Caro Gestoso, Innocence, Goizalde Núñez, Juls Sosa, María Villarroya, Marina Espíldora y Nuria Sánchez
Dirección musical: Daniel Villarroya
Dirección: Ramón Paso y Sergio Lombardo
En el Teatro Lara de Madrid
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