En un quiosco de periódicos y souvenirs en plena Gran Vía madrileña relucen colgadas frente a la cabina del quiosquero varias bufandas de fútbol para turistas. Hay alguna de Real Madrid y Barcelona, pero entre ellas se cuelan también los colores de otros equipos como River Plate o Boca Juniors. La joya de la corona de todas ellas está cosida en tonos albicelestes y muestra la cara serigrafiada de Leo Messi al que acompaña la frase: "Qué mirás bobo". "Estas se venden de maravilla, desde que la puse he vendido más de 500", explica el quiosquero, que ni es argentino ni tampoco le importa demasiado el fútbol.
A unos minutos andando, un cartel de Malvón anuncia un local de empanadas argentinas en Chueca y, en el Alcampo de Alonso Martínez, un de los estantes está coronado por varios paquetes de yerba mate de la marca Taragüi. En el camino, algún que otro acento rioplatense se deja oír por las calles, haciendo que la sensación de un Madrid "argentinizado" sea algo cada vez más evidente.
Una relación migratoria con historia
Gran parte de culpa la tiene la intensificación de una inmigración histórica que, con la llegada de más de 60.000 argentinos en los últimos tres años, ha superado ya la barrera de los 300.000 residentes en total, haciendo de España el lugar de acogida preferido para los expatriados argentinos. Mientras su país se debate entre el peronismo de Massa y el neoliberalismo de Milei, muchos han encontrado en España en general y Madrid en particular un refugio, una salida y una esperanza.
La relación entre ambos países siempre ha sido de ida y vuelta, intensificándose, sobre todo, a mediados del siglo pasado. En España, las primeras oleadas de argentinos llegaron durante la década de 1970, escapando de la dictadura militar. La siguiente ola llegó con la crisis argentina de 1989, pero el auténtico boom migratorio lo desencadenó el famoso corralito del 2001. Ahora, tras una severa situación de crisis económica y social, agravada tras la pandemia de 2020, ese flujo no ha hecho más que crecer marcando registros históricos.
Los argentinos eligen Madrid
Lorena Ribichini lleva siete años viviendo en Madrid. Llegó con su marido en 2017 por un año y, valorando un futuro con mejores garantías para sus dos hijos, decidieron establecerse en la capital. Por aquel entonces la comunidad argentina en Madrid no era muy numerosa y Ribichini, como tantas otras mujeres que llegaron con sus familias, sentía la necesidad de relacionarse con sus compatriotas. "De a poco me fui insertando y relacionándome con gente hasta que conocí a un grupito chiquito de argentinos. Nos dimos cuenta de que nos costaba encontrar a gente de nuestro país y pensamos en organizarnos a través de un Instagram. Así fue que creamos esta comunidad de 'Argentinas en Madrid', en la que empezamos siendo 11 o 12 personas que nos juntábamos para desayunar o tomar algo, hasta hoy en día que agrupamos a más de 3.000 mujeres". Esta iniciativa ha crecido tanto, que ahora también también hay grupos masculinos y mixtos, y se reparten en barrios y distritos de la ciudad para favorecer la cercanía.
Aparte de organizar quedadas y planes culturales y de ocio, 'Argentinas en Madrid' ofrece asesoramiento, apoyo y ayuda a todos aquellos argentinos que hayan apostado por mudarse a la capital. Una forma de hacer comunidad y facilitar la experiencia de emigrar, algo que Ribichini recuerda que nunca es sencillo. "Yo con siete años todavía sigo sin sentirme local, mi familia está casi toda allí, padres, primos, mi hermano, mis suegros. Es mucho lo que uno deja del otro lado y no es fácil".
La creación de una comunidad que se apoya en la empatía y la solidaridad es crucial para la integración de aquellos que no tuvieron más remedio que dejar atrás sus raíces, en su búsqueda por encontrar un futuro mejor.
Hasta ahora, Barcelona siempre había sido la ciudad preferida para los argentinos que llegaban a España. Su carácter abierto y cosmopolita, el clima y la posibilidad de tener cerca playa y montaña han hecho de la Ciudad Condal un destino tradicionalmente predilecto para los emigrantes argentinos. Sin embargo, el incremento de la inseguridad y la inestabilidad, esa de la que muchos venían huyendo de su propio país, ha provocado que algunos antepongan la amabilidad de ciudades como Madrid, Valencia o Málaga.
"Hasta tenemos argentinos que se quieren mudar desde Barcelona a Madrid y nos llaman para pedirnos consejo. Cuando preguntamos por las razones nos responden que es por la falta de seguridad y, en algunos casos, el tema de los colegios donde los chicos desde chiquitos empiezan con el catalán, les resulta una barrera muy fuerte de entrada para interactuar y socializar", explica Ribichini.
Una cultura que suma y un pueblo emprendedor
Santiago Rigoni llegó de Buenos Aires a Madrid en 2002 como publicista y en 2011 decidió dar un giro radical a su carrera. Rigoni representa al emigrante emprendedor, ese que es capaz de reinventarse y tener éxito, alimentando esa fama que tienen los argentinos para sobreponerse a sus circunstancias.
Junto a su mujer Patricia decidieron fundar Toma Café en 2011, el primer local de café de especialidad de la capital, aunque a él esta noción de "especialidad" no le termina de convencer, preferiría que se hablara simplemente de buen café. Ambos han conseguido crear la cultura del café como un lugar donde disfrutar de esta bebida, escuchar música y encontrar momentos de tranquilidad y encuentro entre tanto bullicio. Desde Malasaña a Chamberí, Toma cuenta con tres locales siempre llenos y donde la mayoría de los empleados que atienden son argentinos.
Para Rigoni es fundamental que una parte importante del staff compartan su origen. "Tenemos un mismo lenguaje gestual, una concepción a nivel laboral que a mí siempre me genera mucha tranquilidad. A nivel de atención, servicios y compromiso Argentina siempre ha sido muy top". Sin embargo, el porteño insiste en que la clave para que dos culturas hermanas como la española y la argentina se adapten tan bien la una a la otra está en la suma que producen. "Nos cuesta despegarnos de nuestra cultura, pero es muy fácil que haya adaptación porque son culturas que suman, no le resta nada la una a la otra, y eso hace un cóctel increíble".
Patricio Binaghi también llegó a Madrid a principios de los 2000. Su recorrido, al igual que el de Rigoni pasa por una reconducción de su carrera por otros derroteros. En concreto, Binaghi se ha desarrollado en el ámbito cultural, donde ha tenido diferentes puestos, entre ellos el de consultor en el área de mecenazgo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora dirige la editorial Paripé Books, que fundó en 2016 para fomentar el intercambio entre autores argentinos y lectores españoles. También hace consultorías en asuntos culturales para fundaciones e instituciones públicas y produce teatro. Todo ello mientras se saca un doctorado en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
Por su relación laboral y sentimental con Argentina, Patricio viaja habitualmente de vuelta a Buenos Aires, por lo que tiene una perspectiva bastante amplia de lo que está pasando a uno y otro lado del charco. "Es curioso que, de repente, todos los café de especialidad sean argentinos, viniendo de un país con cero tradición cafetera como Argentina. Esto demuestra que los argentinos somos bárbaros para reinventarnos en cualquier situación".
Fuga de cerebros
Al haber vivido aquel boom migratorio de principios de siglo, Binaghi reconoce ver similitudes con lo que ocurrió entonces. "Me ha empezado a pasar algo que me había sucedido en el 2002-2003, mucha gente me ha empezado a contactar gente diciéndome que su primo, su hermano, su amigo se viene a vivir a España y que si sé dónde puede conseguir trabajo, alquilar un piso, convalidar los estudios universitarios y todo ese tipo de trámites".
Sin embargo, hay algo que le preocupa y es que, en comparación con aquella ola migratoria, ahora la mayoría de los que vienen son "gente muy bien formada y muy preparada". "Es una pena porque es capital humano que pierde el país", lamenta.
Sofía Gerding tiene 25 años y representa a aquella juventud que ha tenido que salir para imaginar un futuro distinto. Tras experimentar un momento de estancamiento vital y profesional al terminar la carrera, apostó por venir a Madrid en 2022 para estudiar un Máster en periodismo cultural. Gracias a las prácticas consiguió trabajo en Charco una promotora musical que establece conexiones entre los artistas latinoamericanos y la escena europea.
"Madrid me parecía una ciudad bastante amigable, primero por el idioma y después también me habían dicho que era una ciudad muy fácil por la cercanía cultural". Por encima de todo, Gerding valora la tranquilidad con la que puede vivir desde que está aquí. "Me gusta derribar el mito de la gente que cree que nada más aterrizar en Latinoamérica te van a robar o te van a pegar un tiro, porque no es así para nada. Pero sí es verdad que hay ciertas cuestiones de seguridad que eran impensables para mí, por ejemplo, en mi vida me plantearía ir caminando a las 3 a.m hasta mi casa en Buenos Aires".
A pesar de la dificultad para encontrar vivienda en la capital española, Gerding no se atreve a compararlo con Buenos Aires. "La mayoría de los precios de los alquileres en Argentina son en dólares y es muy difícil. Yo a los 25 años ni en pedo podría vivir sola en Buenos Aires con un sueldo de una persona de 25 años. Y si lo hiciese sería sacrificando más del 50% de mi sueldo". El mayor problema con el que tiene que lidiar en España es la burocracia para conseguir los papeles a pesar de tener un contrato de trabajo. Algo que es mucho más complicado de lo que parece en aquellos casos de argentinos sin antepasados españoles o italianos.
Preocupación por las elecciones y la amenaza del retroceso social
Los argentinos están tristemente acostumbrados a tener que lidiar con todo tipo de crisis económicas, sociales e institucionales. Pero lo que puede ocurrir este domingo con unas elecciones tan polarizadas es una preocupación más que añadir al día a día de su gente. Patricio Binaghi sigue todo lo que está ocurriendo con mucha inquietud: "Hacía mucho tiempo que no sentía este nivel de ansiedad por un acontecimiento político como el que se está viviendo. Estoy permanentemente en contacto con gente de allí y tengo conversaciones con algunos amigos que están indecisos con su voto, piensan que si gana Milei no va a poder hacer nada por cambiar los avances que ya hemos hecho, creen que hay ciertas cosas que son inamovibles y no es así. Mira lo que ha pasado en la Comunidad de Madrid con Ayuso y los cambios en las leyes LGTBIQ+, siempre terminamos pagando las minorías más desfavorecidas".
Binaghi dice entender la desesperación que siente parte de la sociedad, el sufrimiento de todas esas familias que se someten diariamente a la incertidumbre de la inflación. "No creo que un señor que tiene un problema de salud mental como Milei sea como el mesías que va a salvar a Argentina de todos sus males. Pienso que también tiene que haber un gran mea culpa por parte de la clase dirigente política argentina, porque esto también es su responsabilidad".
En el caso de Sofía Gerding, siente un poco de pudor a la hora de hablar desde Europa sobre lo que está ocurriendo en Argentina. Aun así, no puede evitar la angustia al escuchar cómo este tipo de discursos populistas están calando entre sus compatriotas. "Me parece fuerte que haya ciertas discusiones que ya habíamos hablado como sociedad y que se están volviendo a poner sobre la mesa, igualmente lo estamos viendo a nivel mundial en un montón de países. Sin ir más lejos, acá en España, con todo lo que está pasando con Vox".
Gerding observa con perplejidad cómo hay dos direcciones totalmente opuestas en la sociedad. "Es curioso que toda la Argentina hayamos aplaudido una película como Argentina, 1985, que ha sido nominada como mejor película extranjera para los Oscar, batiendo récords de espectadores y, de repente, el 50% de la población esté votando a un señor que niega el horror de la dictadura".
"También entiendo el enojo de las personas, entiendo esta cosa de que te vendan su discurso de que las cosas pueden llegar a cambiar con este candidato, pero, honestamente, yo no. Prefiero que un malo conocido que un malo por conocer".
En paralelo a este miedo por parte de los sectores más moderados, hay otra tendencia por parte de los argentinos que viven en el exterior de apoyo a Milei. Personas que abandonaron su país y ven en la figura de este político neoliberal la única oportunidad de cambio real, un reseteado del sistema desde el que empezar de nuevo. De hecho, en España el ganador de las primarias y candidato peronista, Massa, quedó por detrás de Milei, aunque la más votada fuera Patricia Bullrich, de Juntos por el cambio.
Un pueblo orgulloso de sus raíces y que no pierde la esperanza
Es el pueblo argentino un pueblo acostumbrado al sacrificio de la despedida, al drama de la migración forzosa, a mirar hacia atrás con rabia, pena y nostalgia, pero también con mucho orgullo. Una nación en permanente contacto con sus orígenes, precisamente para no sucumbir al vacío del desarraigo. Un país que, a pesar de las barreras y obstáculos con los que se encuentra y que él mismo se construye, ha aprendido que en la fuerza de la unión reside su mayor potencial. Y eso es algo que se puede ver en las comunidades que se crean lejos de sus fronteras.
Santiago, por ejemplo, piensa que "la sociedad argentina es increíble". "Dentro de toda la locura que es, es una sociedad que empuja, que tira para delante, siempre queriendo ser mejores". Patricio destaca una frase de Eusebio Poncela sobre los argentinos en la que decía que los argentinos tienen dos cosas espectaculares: los dentistas y la amistad. "Los argentinos damos un valor a la amistad que nadie más se lo da". Solo con ese sentido de comunidad se pueden producir iniciativas como la de 'Argentinas en Madrid', de Lorena, donde literalmente las puertas de sus casas siempre están abiertas para un compatriota más.
Sin embargo, la esperanza siempre llega de la mano de aquellos que son más jóvenes. Como Sofía que, aunque reconoce que puede sonar un poco inocente, mantiene ese sueño de regresar algún día a Argentina para ayudar a mejorarla. "Pienso en que ojalá me vaya muy bien acá y pueda volver a mi país para hacerlo mejor de lo que es hoy". Un mensaje de optimismo para mantener la ilusión y la fe de que, incluso los peores momentos nunca son más que eso, momentos que un día empezaron y que en algún otro terminarán.
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