La sociedad había cambiado. El impacto de la Segunda Guerra Mundial parecía superado y el consumismo se extendía en una sociedad económicamente aliviada. Aquella nueva cultura del consumo pronto llamó la atención. Lo hizo primero en el Reino Unido y estalló definitivamente en los Estados Unidos. En aquella década de los 60 los artistas no fueron impermeables a la transformación que estaba cambiando el mundo y que comenzaba a influir al arte. La realidad más popular, la más cercana a esa nueva sociedad, no parecía encuadrarse con las corrientes expresionistas abstractas en alza. Demasiado ‘elevadas’ para quienes aspiraban con sus trabajos a subrayar y, en ocasiones, criticar esa nueva corriente popular que les rodeaba. Acababa de nacer el Art Pop.
Formas populares, materiales cotidianos e inspiración basada en la vida ordinaria. Cartón, plástico, chatarra o la plasmación de imágenes comunes mediante técnicas como la serigrafía comercial empleada en las vallas publicitarias se convirtieron en el nuevo rumbo de muchos artistas. Era una nueva forma de ver e interpretar el mundo que les rodeaba. La corriente del arte ‘popular’ había comenzado a finales de los 50 en Inglaterra pero fue en los Estados Unidos donde explosionó. Se asigna al escritor y curator británico, Lawrence Alloway la denominación de aquella nueva manera de pintar, de expresarse y de mostrarse.
El Museo Guggenheim de Bilbao muestra desde hoy la exposición ‘Signos y objetos. Arte Pop de la colección Guggenheim’. A través de 40 obras, entre las que se encuentran trabajos de algunos de los autores clave y más representativos del Arte Pop como Andy Warhol, Roy Lichtenstein o James Rosenquinst, y obras de artistas contemporáneos que recogieron su legado. Con todos ello se hace un recorrido por el lenguaje más visual de esta corriente.
Revistas, anuncios y cómics
En la lista de obras más recientes figuran algunas que no dejan indiferente al espectador. Como el ‘Pinocho’ ahogado de Maurizio Cattelan, titulada ‘Daddy’, de 2008. O la columna hecha con cajas de cartón y tapones de botella del mexicano José Davila, de 1974. Por sus dimensiones destaca la obra ‘Volante suave’, de 1995, creada por Claes Oldenburg y Coosje Van Bruggen y que ya se expuso en 1997 durante la inauguración del muso bilbaíno. Se trata de una descomunal pelota de bádminton que ha requerido una compleja operación de instalación por sus dimensiones.
En la exposición queda patente el nuevo foco de inspiración; anuncios, revistas, periódicos, vallas publicitarias, películas o cómics como símbolo de aquella sociedad volcada en el consumismo. La frialdad y el aspecto impersonal irrumpía como un ataque al arte anterior del expresionismo abstracto. La exposición se presenta como una celebración de la cultura popular mediante el humor, la ironía o el ingenio.
Todas las obras pertenecen a distintas colecciones de la Fundación Solomon Guggenheim. No en vano, su apuesta y compromiso con esta corriente fue temprana y uno de los principales impulsores. La exposición 'Six Painters ans the Object', de 1963, supuso su validación institucional. Una muestra que inicialmente iba a haber sido presentada con el título con la que hasta el 15 de septiembre exhibirá todos estos cuadros la pinacoteca bilbaína.
La exposición se presenta al visitante distribuida en una galería bajo el título de ‘Signos’ y otra denominada ‘Objetos’, a las que se suma una tercera sala que acoge la obra monumental de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen titulada "Volante suave", de 1995, uno de los proyectos de gran escala realizados por estos artistas en colaboración entre 1976 y 2009.
En ‘Signos’ se pueden contemplar obras de artistas que abordaron temas que el considerado ‘arte elevado’ veía como vulgares. La sala acoge, entre otras, dos obras de Andy Warhol -Self-Portait, 1986, y Orange Disaster#5, 1963-, así como varias creaciones de Roy Lichtenstein -entre ellas, Grrrrrrrrrr!!!, 1965-, imagen elegida para ilustrar esta exposición, y James Rosenquist -Flamingo Capsule, 1970-.
Asimismo, incluye obras de Richard Hamilton, a quien a menudo se atribuye la fundación del arte pop, y de la artista de origen griego Chryssa, que llegó a Nueva York a mediados de los años cincuenta y se inspiró en los rótulos luminosos de Times Square.
En ‘Objetos’, el visitante puede contemplar los ensamblajes y las pinturas de Robert Rauschenberg, precursor del arte pop estadounidense, que incorporan objetos encontrados y materiales como cartón, plástico y chatarra.
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