El nido queda vacío. Hay un rumor de arrullos mortecinos. Hay un pálpito que inquieta los corazones. Un corazón, al menos.
La inmensa soledad puede que tenga la culpa. O el temblor de despertar no sabiendo dónde nos encontramos. Quizás la esterilidad de la comunicación, ¡hace tanto tiempo que no tenemos complicidad! O la pasión desmedida hacia el hijo, en una especie de complejo de Agripina.
¡Cuánta desazón en las decisiones! La ternura ha desaparecido hace tiempo. El amor ha volado a escondidas y a oscuras. Pesa el plomo de las palabras, y las preguntas, y las respuestas repetidas. Siempre lo mismo. Casi siempre. Cada día es muy parecido al anterior, solo algunos matices de apreciación.
La madre, texto de Florian Zeller, nos pone en la tesitura de la imaginación, de lo soñado, de lo real, de lo que ocurre o de lo que solo es producto de una mente que se va perturbando poco a poco.
Aitana Sánchez-Gijón se desgarra y se agiganta en este personaje, que es frágil y poderoso al mismo tiempo. Necesita acaparar a sus seres queridos, a su marido que hace tiempo se ha distanciado; a su hija, cuyo ardor nunca sintió. Pero sobre todo a su hijo, en un impulso irrefrenable de mantenerlo a su lado, de saber de él, de aprisionarlo en cierto modo, por más que con su ardiente amor, y sin que se dé cuenta, lo esté alejando cada vez más. En su mente hay confusión, demasiados silencios, excesivas lagunas de lo que está ocurriendo. La novia de su hijo también la perturba.
Amor desesperado
La Madre es un pájaro herido. No es que hayan abandonado el nido sus seres queridos, es que ella es un ave que no es capaz de trinar con acierto, la rama en la que anida se tambalea, corre el riesgo de que esa rama se parta sin remedio.
El resto del elenco, es decir, Juan Carlos Vellido, Alex Villazán, Julia Roch, hace a la percepción su cometido de padre/marido, hijo y nuera. Vuelan alrededor de La Madre, intentando salvarla de sus propios picotazos, de su árida percepción de la realidad, de sus aletazos sin sentido.
Los dirige Juan Carlos Fisher en un espacio que es una grieta, que es un rayo, que es una aséptica jaula de quietud forzada, de sueños desconcertantes, de mal entendido cariño.
Se estremece el teatro ante ese corazón que se va quedando vacío, no es exactamente el nido. Y nos da por pensar que conocemos casos parecidos. Quizá no tan extremos, pero que están en la esencia del reconocimiento de lo que está sucediendo, de la sensibilidad emocional ante una huida para no afrontar algunas decisiones porque no se desestabilice la familia pero que, a la larga, acabará derrumbándose precisamente por no tomar esas decisiones en el momento oportuno.
LA MADRE
Dramaturgia: Florian Zeller
Reparto: Aitana Sánchez-Gijón, Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Júlia Roch
Composición musical: Joan Miquel Perez
Dirección: Juan Carlos Fisher
Una producción de Barco Pirata y Producciones Rokamboleskas
En el Teatro Pavón hasta el 12 de mayo
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