Las repercusiones del conflicto entre Israel y Hamas en la franja de Gaza está protagonizando esta edición del Festival de Eurovisión. La participación del país hebreo sigue originando protestas y gestos a favor del pueblo palestino, incluso en el propio escenario de un certamen musical apolítico, según sus reglas.

El último, sin ir más lejos, el de Eric Saade este martes en la primera semifinal. El artista sueco, cuyo padre es de origen palestino, actuó con un pañuelo palestino atado a su muñeca izquierda. "Nos parece triste que utilice su participación de esta manera (...). Lamentamos que Eric Saade haya optado por ignorar el carácter apolítico del evento", aseguró Ebba Adielsson, productora ejecutiva del concurso por parte de la televisión sueca SVT.

Eric Saade, durante su actuación en la semifinal de Eurovisión 2024. | Twitter

"Me lo dio mi padre cuando era pequeño, para que nunca olvidara de dónde es nuestra familia. Por aquel entonces no imaginaba que algún día sería un 'símbolo político'", respondió Saade tras estas declaraciones de la ejecutiva sueca. "Desde mi punto de vista es puro racismo (...). Simplemente quería incluir y vestir algo que me identificara, pero la UER parece creer que mi etnia es controvertida. Dice mucho más de ellos que de mí. Os digo lo que el lema de este año en Eurovisión: Unidos por la música", aseguró a la SVT sueca el artista, que ha sido muy crítico con Israel y con la prohibición de la bandera de Palestina dentro del Malmö Arena, como contamos hace unos días.

Posteriormente, en la rueda de prensa tras su clasificación en la final, la representante de Irlanda, Bambie Thug, aseguró que la Unión Europea de Radiodifusión le censuró un mensaje final pidiendo un alto el fuego al final de su actuación. "Para mí era muy importante, porque estoy a favor de la justicia y de la paz. Desafortunadamente, tuve que cambiar esos mensajes hoy, dejando solo 'coronad a la bruja' (uno de sus lemas) por orden de la UER", declaró.

Israel, último capítulo político en Eurovisión

Lo cierto es que la política siempre ha marcado a Eurovisión desde sus inicios. Es algo innato. A lo largo de esta temporada, en El Independiente hemos narrado cómo la política estaba marcando la agenda eurovisiva. Cuando, por ejemplo, la UER obligó a la delegación israelí a cambiar su tema al considerar que sus letras tenían contenido político, algo completamente prohibido en la competición musical. Además, numerosos seguidores del festival en los países nórdicos han pedido a las respectivas televisiones públicas participantes el boicot a la edición de este año.

Las autoridades de Suecia han reforzado los controles de seguridad en Malmö por amenaza terrorista. Y estos días se esperan multitudinarias protestas en la región sueca de Escania. De hecho, además de la fuerte presencia policial, no se puede entrar con mochilas al Malmö Arena y a la Eurovisión Village, punto de encuentro entre los eurofans desplazados a la ciudad sueca, entre a otros espacios.

La expulsión de Rusia por la invasión de Ucrania

Aunque sus reglas estipulan que Eurovisión es un evento “apolítico”, lo cierto es que, anteriormente, el certamen ya ha tenido que lidiar con la política, tanto fuera como en su propio escenario. Uno de los ejemplos más recientes tuvo lugar a raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La UER expulsó a los canales públicos rusos de su organización en 2022, lo que también conllevó su descalificación en el certamen. Aquella edición acabó ganándola precisamente Ucrania, cuyo presidente, Volodimir Zelenski, llegó a proponer como sede del certamen a una Mariupol destruidas por las bombas.

Finalmente, por razones de seguridad, la BBC británica asumió la organización de Eurovisión 2023. El festival de aquel año se celebró en Liverpool después de que Sam Ryder obtuviese la segunda posición el año anterior con "Space Man". A ello también hay que añadir que la UER rechazó la petición del presidente ucraniano de intervenir en la gran final de 2023.

Antes de la guerra, las provocaciones entre Rusia y Ucrania en el contexto del festival han sido una constante durante años. Los “Lasha Tumbai” de Verska Seduka que fonéticamente suenan similar a “Russia Goodbye” (adiós, Rusia), el veto de Kiev a Julia Samoylova en el festival que organizaron en 2017 o "1994", la canción con la que Jamala ganó en 2016 que habla de la deportación de los tártaros de Crimea, son otros ejemplos de ello.

Una bandera de Nagorno Karabaj para celebrar el pase a la final

La enemistad más que conocida entre Armenia y Azerbaiyán también ha estado presente en el Festival de Eurovisión. Aunque se trata de un concurso musical, los jurados profesionales de ambos países nunca han valorado positivamente las candidaturas de su país enemigo, situándolas en las últimas posiciones de sus clasificaciones. No es la primera vez que ocurre porque, en tiempos pasados, podía saber con más facilidad cómo votaría algunos países según sus relaciones políticas y culturales.

Además, tampoco participan en las ediciones que organizan. De hecho, Armenia no participó en Eurovisión 2012, que se celebró en Bakú tras la victoria azerí en Düsseldorf 2011.

Su disputa por Naborno Karabaj también se ha expuesto en el festival de Eurovisión. En 2016, tras conocerse su clasificación en la final, Iveta Mukuchyan mostró una bandera de este territorio. Esto incomodó gravemente a los organizaciones de aquella edición celebrada en Estocolmo. Cabe destacar que aquella bandera estuvo dentro de la lista de insignias "especialmente no permitidas", en la que también se incluyó la ikurriña junto a otras como las de Kosovo, Palestina o el ISIS.

Iveta Mukuchyan mostrando la bandera de Nagorno-Karabakh en Eurovisión 2016.

La último capítulo ha tenido lugar en las últimas horas en Malmö. Medios de Azerbaiyán han acusado a Armenia de politizar su actuación en Eurovisión 2024 por unos visuales proyectados en los cubos colgados del techo del estadio. En ellos, se puede observar una forma geométrica negra similar a la franja blanca de la bandera de Naborno Karabaj.

"Demasiado gay" para Hungría

La defensa de los derechos de las personas LGTBI también ha estado presente en el escenario de Eurovisión. Esta lucha social ha sido una de las bandera de un certamen abierto a la diversidad en el que han participado y participan países cuyos gobiernos no defienden a este colectivo. En este sentido, Rusia ha generado una importante preocupación a la UER y a los eurofans por la aprobación de sus leyes anti LGTBI.

La propia UER publicó una carta mostrando su “preocupación” por la aprobación de estas leyes por parte de Putin en el año 2013. Solo dos años más tarde, Rusia y sus representantes, las gemelas Tolmachevy, fueron abucheadas por el público de Copenhague 2014 durante sus actuaciones y las votaciones, lo que obligó a los presentadores a calmar los ánimos para seguir el desarrollo de la gala.

En este sentido, a finales de 2019, la televisión pública de la Hungría de Orban, político que siempre ha defendido la familia tradicional con recortes en la libertad y la visibilidad de las personas LGTBI, se retiró de Eurovisión alegando que era "demasiado gay".

Muchos artistas participantes en Eurovisión han conseguido importantes hitos en el logro de lso derechos del colectivo. Finlandia inició la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo después de que Krista Siegfried actúase en Eurovisión 2013. En ella emulaba que se casaba con una de las chicas de su coro, momento que se censuró durante la emisión en países como Turquía.