Con la llegada de las Fiestas de San Isidro, Madrid se viste de gala para celebrar uno de sus eventos más emblemáticos. Entre los trajes de chulapos y chulapas, las verbenas callejeras y los conciertos, hay una tradición culinaria que destaca por su sabor y arraigo, las rosquillas.

Estos dulces tradicionales, que vienen en una variedad de tipos y sabores, son un elemento esencial de las festividades, conquistando los paladares de madrileños y visitantes por igual. Lo cierto es que hay varios tipos de rosquillas existentes y La mayoría de personas desconocen por qué se llaman tontas, listas o Santa Clara.

Las rosquillas de San Isidro

Comenzamos nuestro repaso gastronómico con las rosquillas tontas, consideradas las más antiguas de todas. Su receta se remonta a la Edad Media y ha perdurado a lo largo de los siglos debido a su sencillez y sabor auténtico. Elaboradas con harina, huevos, azúcar, aceite y un toque de anís, estas rosquillas son conocidas por su textura ligera y su suave aroma a especias. Su nombre peculiar, "tontas", proviene de la simplicidad de su receta, sin ningún tipo de cobertura o adorno adicional. Son el epítome de la tradición y la autenticidad en forma de dulce.

Llegamos a las rosquillas listas, una variante más elaborada y dulce de las tradicionales tontas. Al igual que estas últimas, las rosquillas listas se preparan con la misma masa base de harina, huevos, azúcar y aceite. Sin embargo, lo que las distingue es su cobertura glaseada, compuesta por una mezcla de azúcar, huevo y zumo de limón. Este glaseado añade un toque de dulzura y brillo a las rosquillas, convirtiéndolas en una opción irresistible para los paladares más exigentes. Su nombre, "listas", hace referencia a la elaboración adicional que las diferencia de las tontas.

Rosquillas de Santa Clara | Eduardo Parra / Europa Press

Otras variedad de rosquillas

Las dos anteriores son las rosquillas más tradicionales de San Isidro, pero no las únicas. Seguimos con las rosquillas de Santa Clara, una creación inspirada en la tradición monástica. Estas rosquillas, elaboradas con la misma masa base que las anteriores, se distinguen por su cobertura de merengue blanco.

Después de ser cubiertas con el merengue, se hornean hasta que adquieren una textura seca y crujiente. Su nombre, "de Santa Clara", hace honor a las monjas del Monasterio de la Visitación de Santa Clara, quienes se atribuyen su invención. Estas rosquillas destacan por su elegancia y sofisticación, siendo una opción popular entre aquellos que buscan un dulce refinado.

Finalmente, llegamos a las rosquillas francesas, una variante que refleja la influencia extranjera en la cocina madrileña. Estas rosquillas, que llevan el nombre de su país de origen, tienen una base similar a las anteriores, pero se distinguen por su cobertura de almendras y azúcar glasé. Fueron creadas por el repostero francés de Fernando VI, a petición de Bárbara de Braganza, como una alternativa refinada a las rosquillas tradicionales. Su combinación de sabores y texturas las convierte en una opción elegante y sofisticada para los paladares más exigentes.

Las rosquillas son una parte fundamental de las Fiestas de San Isidro en Madrid, ofreciendo una variedad de sabores y tradiciones que reflejan la rica historia culinaria de la ciudad. Ya sea que prefieras la sencillez de las tontas, la dulzura de las listas, la elegancia de las de Santa Clara o la sofisticación de las francesas, hay una rosquilla para satisfacer todos los gustos y ocasiones durante estas festividades tan esperadas. Disfrutar de estas delicias es más que un placer culinario, es sumergirse en la tradición y el sabor de Madrid en su máxima expresión.