De acuerdo con el último estudio de NielsenIQ para la plataforma Audible, más de 9,3 millones de españoles (casi un 19% de la población) han escuchado un audiolibro en el último año. Y de ellos, el 30% tiene previsto aumentar su consumo. Cada uno tiene sus razones para escuchar libros en la voz de otro. Para el 61% es una forma de entretenerse mientras hacen otras cosas. Para el 31% es una segunda opción cuando no les apetece leer. Para el 58%, una herramienta para profundizar en un tema de estudio. También hay otros motivos, como relajarse o evadirse de la rutina. Sin embargo, hay uno que se repite más que los demás y que es más universal: el 62% de los encuestados escucha audiolibros para contrarrestar la soledad.
"Algunas personas le temen a la soledad y necesitan estar inmersas en escenarios donde están rodeados de otras personas, pero sin vínculos sociales mínimamente sólidos, de modo que se sienten solas en compañía", dice Enric Soler, profesor colaborador de los estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en conversación con El Independiente. "Es tanto el pavor a la soledad que me consta que hay personas, especialmente de edades avanzadas, que para sentirse menos solas incluso interactúan con un asistente de voz", aunque hablar con artefactos como Siri o Alexa no vaya a mitigar de modo alguno ese sentimiento.
Cuando el silencio se hace insoportable
Si la radio ha sido, históricamente, una compañera fiel de los corazones solitarios, hoy los nuevos formatos de audio funcionan de la misma manera. El estudio realizado para la plataforma de audiolibros se fija en este tipo de contenido, pero las conclusiones son extensibles al hoy omnipresente pódcast. "No soy de escuchar muchos pódcast, pero cuando lo hago me sirven para encontrar apoyo", afirma Marta (nombre ficticio) cuando explica la razón por la que consume audio de esta manera. "Sobre todo escuché tras la ruptura con mi expareja, para encontrar voces desconocidas que sintieran lo mismo que yo estaba sintiendo".
Aunque puede tratarse de un alivio puntual, también puede considerarse una manera de no querer afrontar esa soledad. "Es un horror vacui de libro, nunca mejor dicho", afirma Soler. "Si no sabemos qué hacer en compañía de Doña Sole, se genera un vacío que nos puede producir vértigo". No es lo mismo, sin embargo, que cuando buscamos activamente un rato para nosotros mismos con el fin de ver esa serie a la que estamos enganchados o ese libro del que ya hay más esquinas dobladas que sin doblar.
"Con los audiolibros debemos esforzarnos en conocernos más a nosotros mismos y discernir entre la necesidad de huir de un silencio insoportable, o bien si se trata de una motivación de autocuidado". Es decir, tener un sonido de fondo o hacer algo que nos distraiga porque nos apetezca y no porque la necesitemos para no sentirnos solos. "Si nos importa un bledo el audiolibro o el pódcast que escuchamos, está claro que estamos intentando llenar el silencio con palabras emitidas por un artefacto digital", subraya Soler.
No es solo cosa de mayores
Según el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, el 13,4% de los españoles sufren este tipo de soledad, incluidos los jóvenes de entre 21 y 26 años. Y en concreto las jóvenes, ya que el 31% de las mujeres afirma sentirse solas frente al 20% de los hombres.
"Con todo mi respeto por el indiscutible rigor científico del estudio, personalmente me sorprende que el porcentaje sea tan bajo entre los jóvenes", opina Soler. Según el experto, "han nacido en una sociedad que prima el individualismo y la productividad" a través de las tecnologías y las herramientas digitales. Éstas pueden ser utilizadas para la conexión social, pero "también se pueden utilizar como formas de aislamiento y evasión que conducen a un mayor sentimiento de soledad".
Y eso es algo que también corrobora el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada. De acuerdo con su estudio sobre juventud y soledad no deseada en España, la mayoría de los jóvenes considera que "tener demasiadas relaciones online con otras personas" y consultar las redes sociales de manera reiterada son factores que influyen "considerablemente" en la soledad no deseada.
"La solución a la soledad no deseada no vendrá desde el exterior", afirma Soler. "Y si a todo ello añadimos que se trata de una generación que ha tenido pocas ocasiones y herramientas para desarrollar sus habilidades sociales, ya tenemos el círculo cerrado donde la solución intentada para paliar la soledad genera todavía más soledad".
Saber estar solo, y disfrutarlo
Ya lo dijo Aristóteles: somos animales sociales. Y como tales, no podríamos vivir sin relacionarnos con otras personas, aunque eso tampoco significa que debamos hacerlo las veinticuatro horas del día. Porque, de hecho, estar solo no implica necesariamente estar solo. "Cuando una persona está sola, está acompañada de sí misma. Y es ahí cuando puede venir la incomodidad. ¿Para qué necesitamos no estar solos?, ¿qué conseguimos con ello?, ¿nos resulta gratificante?, ¿nos duele estar solos? Son preguntas que cada uno debería responderse, y ahondar así en la percepción subjetiva sobre su relación con la soledad".
Porque estar solo tampoco es malo. O bueno. "La cuestión reside en saber estar solo, y disfrutarlo", subraya el profesor. ¿Y qué significa saber estar solo? "Disfrutar de un descanso social y buscarse espacios y tiempos sin 'ruido social' que favorezcan la relación con uno mismo". Soler insiste en que saber estar solo es imprescindible para tener una buena salud mental. Desde favorecer el diálogo interno y la reflexión sobre las experiencias propias hasta el análisis sobre cómo afrontamos las adversidades para aprender de nosotros mismos, estar solos también fomenta la creatividad.
"La soledad es la compañera perfecta que nos ayuda a escribir nuestra propia biografía", afirma Soler. Por eso, si queremos aumentar el número de audiolibros que escuchamos, que sea porque queremos saber lo que tienen que decir Mario Vargas Llosa o Marian Rojas, y no porque algo habrá que escuchar.
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