En el valle del Salnés, en el corazón de la D.O. de Rías Baixas, una bodega fallida tuvo que entregar al banco una finca de nueve hectáreas ubicada en Vilagarcía de Arousa llamada Finca Lobeira. Paula Fandiño, enóloga de la bodega Mar de Frades descubrió el potencial de esta tierra situada a bastante altura y expuesta a la influencia del mar sobre el viñedo. 

“Las vides estaban en un punto de maduración perfecto para empezar a producir y en manos del banco se iban a echar a perder”, explica Fandiño. Pero la enóloga no sólo buscaba un chollo sino una finca que le encajase en su proyecto de futuro de la bodega que fuese el lugar donde adentrarse en nuevos caminos para el vino.

El Atlántico provoca acusados contrastes térmicos entre el día y la noche que son fundamentales para el desarrollo óptimo de las vides. Estas variaciones de temperatura ayudan a preservar la acidez natural de las uvas lo que proporciona vinos muy frescos. La brisa marina actúa como un moderador del clima, protegiendo las vides de las olas de calor en verano y de las heladas en invierno.

 "El carácter atlántico es inherente a nuestros vinos. La brisa marina y los contrastes térmicos diarios son clave para la frescura y la complejidad de nuestros albariños", explica la enóloga. Mar de Frades es una referencia entre los albariños de la D.O. y su botella azul es identificativa de la marca y de la influencia del atlántico en los vinos de la casa. Pero el clima está cambiando y la bodega no quiere aferrarse a la gloria del albariño sino que se prepara para el futuro. Y eso pasa por esta finca.

Finca Loberia.
Finca Loberia. | R. Ordóñez

Sacar lo mejor del terruño

La variedad de albariño hace unos años era única de Rías Baixas y prácticamente desconocida pero hoy la albariño ha triunfado de tal manera que ya se ha extendido de Galicia y la bodega apuesta ahora por explorar nuevas variedades y explotar la identidad del terruño en vinos singulares marcados por la influencia del océano y el suelo de la zona. "Han venido de Australia, de Uruguay y de California buscando esta variedad y la han plantado. Ahora es el momento en que nosotros profundicemos más en nuestro terreno, en cómo son las características y la expresión de esta variedad autóctona", asevera la experta de Mar de Frades. Con esta filosofía, la bodega explora las posibilidades de las distintas parcelas de la finca.

“No buscamos tanto el varietal, el albariño, que es inherente a esta plantación, sino que buscamos ese reflejo del suelo, del suelo granítico, del terroir, de la climatología atlántica lluviosa que vive esta parcela y sobre todo de la mano del hombre, del manejo que nosotros hacemos de este viñedo para conseguir una uva de calidad”, explica Fandiño.

Fruto de esa exploración  Mar de Frades ya ha puesto en el mercado Finca Lobeira 2019, en una edición limitada de tan sólo 3.750 botellas. Además de albariño, la bodega ha comenzado a cultivar godello, caíño, loureira e incluso algunas variedades tintas minoritarias. Esta exploración de nuevas varietales busca resaltar la singularidad del terroir de la región y crear vinos con una identidad propia y un carácter atlántico distintivo. "Queremos mostrar que de un lugar cerca del mar se pueden hacer vinos diferentes, especiales y con una complejidad que va más allá del varietal", explica la enóloga.

Es el momento en que nosotros profundicemos más en nuestro terreno, en cómo son las características y la expresión de esta variedad autóctona

Nuevas condiciones climáticas

El vino, dentro del campo español, es el sector que más se está moviendo para adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas de la península. El cambio climático también ha influido en las prácticas vitivinícolas de Mar de Frades y la necesidad de adaptarse ha llevado a la finca a implementar prácticas más sostenibles, como evitar el uso de herbicidas y ajustar el momento de la vendimia para asegurar una maduración óptima de las uvas. "El cambio climático nos obliga a repensar nuestras prácticas. Nos estamos adaptando en cuanto a prácticas culturales de cultivo, vendimia y poda para asegurar la calidad de nuestras uvas", asegura la enóloga.

El cambio climático nos lleva a una subida de temperatura que va a hacer que la viticultura sea diferente

El entorno biodiverso de la finca también juega un papel importante en la salud del viñedo. Con la llegada de la primavera, la fauna local, incluyendo avispas, hormigas, ranas y sapos, contribuye a un ecosistema equilibrado y saludable. Esta biodiversidad añade un componente sostenible y ecológico a la viticultura de la finca, resaltando el respeto y la armonía entre la viticultura y el entorno natural. 

Otro síntoma del cambio climático es que en Galicia ahora llueve distinto, no como solía. “Lo que estamos viviendo es que sigue lloviendo lo mismo o incluso más, pero que se concentra en determinados momentos o eventos meteorológicos fortísimos en los que cae muchísima lluvia en vez de estar más esparcida y equilibrada como estaba en años anteriores”, explica la enóloga que tiene claro nada será igual. “El cambio climático nos lleva a una subida de temperatura que va a hacer que la viticultura sea diferente”, concluye.