Miguel Bosé está envuelto, de nuevo, en polémica. Tras negar la existencia de la Covid-19 y, posteriormente, argumentar que "el bicho" era un medio para llevar a cabo un "genocidio planetario", el cantante participará en un coloquio del evento 'Libertad de expresión y libertad terapéutica' esta tarde en Mallorca.
Bosé conversará con el payés Josep Pàmies, horticultor conocido por defender el clorito de sodio, un compuesto similar a la lejía, para tratar la fibromialgia, el autismo o el sida. Tras su diálogo, se abrirá un turno de preguntas para que los asistentes puedan plantear sus dudas como si de científicos se tratasen.
El acto, abiertamente "anticientífico" y "negacionista", ha sido denunciado por la asociación Círculo Escéptico ante la Conserjería de Salud del Gobierno de las Islas Baleares, reclamando la prohibición del acto o, de lo contrario, mandar un inspector que compruebe in situ si se "someten delitos contra la salud pública".
Desde hace días, el evento está siendo publicitado por los círculos de Bosé y Pamiès, que figuran como cabeza de un cartel en el que también intervendrán miembros de la controvertida asociación negacionista 'Médicos por la verdad', surgida durante la pandemia de la Covid-19. La asociación denunciante recuerda que "tanto los participantes como el grupo organizador cuentan con antecedentes en la promoción de pseudoterapias y han sido en ocasiones sancionados por ello por las autoridades sanitarias y colegios profesionales".
Pàmies ha explicado que Bosé "no quiere cámaras", a causa del "acorralamiento que está sufriendo". Así, la convocatoria para los medios de comunicación estará limitada a la prensa escrita.
Cantante bandido
Sin embargo, no es esto por lo único que Bosé está en boca de todos estos días. Esta semana, una exclusiva de la revista Lecturas, daba a conocer la demanda que Nacho Palau, ex pareja del cantante, ha interpuesto contra él por incumplimiento del régimen de vacaciones de dos de sus hijos.
Durante la relación que mantuvieron, que duró 26 años, ambos tuvieron cuatro hijos, dos biológicos de cada uno. Al separarse, el juez no consideró a los niños hermanos, viviendo cada pareja con su respectivo padre biológico. Según Palau, "el verano pasado, los niños se fueron de vacaciones a Mallorca porque Miguel cogió casa allí. Tenían que haber vuelto conmigo para pasar la mitad del período vacacional en Chelva, pero Miguel no permitió que los hijos que viven con él vinieran conmigo. Mi madre y mi familia se quedaron sin verlos".
Ahora, el escultor se encuentra enfrascado en una batalla judicial que reconozca la paternidad no matrimonial de cada uno sobre los hijos biológicos del otro y, de la misma manera, establecer un "régimen de relaciones" de los niños con sus padres y entre sí.
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