A sus 75 años Agnieszka Holland sigue haciendo un cine que se acerca a los límites del ser humano sin pretensión de estar en posesión de todas las respuestas. Veintidos años después de Europa Europa, ha filmado Zielona Granica (Green Border en su versión internacional) sobre la crisis desencadenada por Bielorrusia al usar refugiados sirios y afganos para provocar al gobierno polaco, y por extensión a la UE. La cineasta polaca ofrece al espectador una mirada en gran angular: la vida de una familia siria y de una mujer afgana que sueñan con llegar a Europa se entrelazan con las tribulaciones de un guardia fronterizo, Jan, que espera su primer hijo y una activista, Julia, dispuesta a jugarse la vida por evitar más muertes. La película, que recibió el Premio del Jurado en la última edición del Festival de Venecia, puede verse en los cines en España desde principios del verano.

Agnieszka Holland habla con El Independiente desde su descanso en Bretaña donde pasa el verano tras la promoción. En otoño volverá a su Varsovia natal. Vuelve la directora sobre el tema de Europa, en esta ocasión como el paraíso de valores y bienestar al que aspiran los migrantes, y como el infierno en el que se encuentran al ser objeto del fuego cruzado de una guerra híbrida en la idílica frontera con Polonia. Es esa frontera verde de bosques primigenios, justo donde termina el mundo libre, donde los migrantes se ven atrapados.

"Tras la experiencia del Holocausto, después de vivir ese abismo, Europa decidió que nunca más pasaría; creíamos que estábamos inmunizados contra el racismo, el nacionalismo y otros cánceres de la sociedad moderna, pero en el siglo XXI veo una deriva hacia el neofascismo, o como lo queramos llamar, esa manipulación del miedo al otro, está creciendo de nuevo", explica Holland. "La deshumanización del migrante es el primer paso hacia el fascismo", sostiene la directora, muy crítica con el gobierno nacionalpopulista de Ley y Justicia, que practicó esas devoluciones en caliente a finales de 2021 y con el actual que lidera el liberal Donald Tusk, ya que cree que no ha variado esta política.

Pregunta.- Parece que no aprendimos las lecciones de la Segunda Guerra Mundial. Volvemos a caer en los mismos errores.

Respuesta.- Nos creíamos vacunados pero la inmunidad desde principios del siglo XX ya no existe. Hay una deriva hacia el neofascismo o como queramos denominarlo y los políticos no afrontan los problemas reales. Son demasiados complicados y requieren un trabajo coordinado a nivel global. De esta forma, las sociedades se impacientan y los populistas, de izquierda y derecha, aprovechan para manipular. De alguna manera, estamos indefensos. Los que continuamos creyendo en los valores de la democracia, la solidaridad, la libertad, estamos prácticamente fuera de juego.

P.- Hemos visto en Francia, donde está usted ahora, cómo ha crecido la ultraderecha.

R.- Hay un fenómeno que se repite: hay una polarización entre campo y grandes ciudades. Hay un antielitismo y antiinmigración. Es el temor al otro, algo que no pasó con los ucranianos, algo que probablemente Putin no esperaba. En el Reino Unido también pasó: sienten la presión migratoria, antes de originarios de países como Polonia. Junto con la catástrofe del cambio climático, la migración es el gran desafío del siglo XXI y puede causar la destrucción de la Unión Europea y del mundo democrático.

P.- ¿Hay solución al desafío migratorio? ¿Hay algún gobierno que lo esté haciendo bien?

R.- Siempre hay soluciones pero hay que trabajar de forma honesta intelectual, humanamente y políticamente para alcanzarla. Pero no veo en los políticos un deseo real de llegar a soluciones. Es complejo, porque el cambio climático y la migración están conectados, de modo que solo se pueden abordar estos desafíos de forma global. No funciona que un país construya muros, porque los migrantes siempre encuentran el camino para cruzar estas barreras, de modo que aunque un país se cierre, van a encontrar un corredor para llegar donde se crean que se van a sentir seguros. Si continuamos con esa política de propaganda, de miedo, manipulación, que también practican gobiernos democráticos, cometeremos crímenes contra la humanidad. La única solución sería matar a quienes tratan de cruzar por el agua o por los bosques. Una gran parte de los políticos, sobre todo en la extrema derecha que está creciendo como hemos visto en Francia, atiza este miedo y defiende el cierre total. Pero también el primer ministro polaco, Donald Tusk, que nos despertó esperanzas, ha dado prácticamente licencia para matar a los guardias de frontera.

Los políticos no están haciendo su trabajo sino que usan la histeria anti inmigración para ganar uno o dos puntos en las elecciones"

P.- ¿Está decepcionada con Donald Tusk?

R.- En este tema sí. Creen, como otros gobiernos, que solo puedes luchar contra el populismo o los fascistas usando su agenda. Pero a largo plazo solo escala los movimientos populistas y fascistas. Nunca un partido democrático gana con esa agenda con los populistas porque ellos son más creíbles. Ha pasado en Francia. Macron ha legitimado a Marine Le Pen al adoptar su agenda. Y Tusk está legitimando la agenda nacionalista del PiS. Es cierto que el flujo de migración fue manipulado por Lukashenko y Putin, pero jugamos como Putin quería. Las devoluciones en caliente no funcionaban: los migrantes seguían tratando de entrar una y otra vez, y muchos no paraban hasta perder la vida. Es como el Lejano Oeste esa frontera. Los traficantes de seres humanos siguen impunes. Los políticos no están haciendo su trabajo sino que usan la histeria anti inmigración para ganar uno o dos puntos en las elecciones. Me indigna como ser humano.

P.- La cuestión es que si todos los que quieren entrar en Polonia, o en un país de la UE, lo consiguen, los nacionalpopulistas culpan a los gobiernos de la saturación de los servicios públicos, manipulan a la población en contra de los recién llegados, los culpan de todo tipo de delitos...

R.- Lo van a decir aunque no pase. Pero no estoy hablando de abrir las fronteras sino de llevar a cabo una política eficiente que logre que las fronteras sean lugares seguros. Después de todo, es Europa occidental quien ha provocado muchas de estas guerras. Esta gente quiere salir de esos países que sufren las consecuencias de nuestras políticas. Los gobernantes no están haciendo nada, populistas y demócratas se dedican a aplicar la misma agenda. Una idea que no era perfecta pero cumplió su función fue pagar a Erdogan para que muchos sirios se quedaran en Turquía, donde parte de ellos se integraron en la comunidad turca. Pero a la vez la UE se volvió vulnerable a los dictadores.

La UE y sus Estados miembros deberían dedicar la mayor parte del presupuesto al cambio climático y la migración porque si no lo hace será cómplice de asesinatos masivos"

P.- Estamos en un círculo vicioso.

R.- Solo hay palabras y escalada de violencia. Al final solo hay muertes masivas.

P.- ¿Cree que hay un miedo real a que ese otro amenace nuestra identidad?

R.- Es real. Y por eso hay que trabajar en los países para no crear guetos que so gérmenes de frustración y de ira. Es paradójico porque Europa pierde población. Polonia tiene una natalidad cada vez más baja. Necesitamos inmigración. Y no solo ucranianos o bielorrusos, también de fuera de la UE. Pero si esos migrantes son golpeados y maltratados, si son humillados, estarán frustrados y ese sentimiento sale a la luz en la segunda generación. Creo que la UE y sus Estados miembros deberían dedicar la mayor parte del presupuesto al cambio climático y la migración porque si no lo hace será cómplice de asesinatos masivos. Es un desafío enorme y mi gran frustración es que nadie mueve un dedo por hacer algo realmente.