El simple hecho de llamar a algo feminista produce un extraño rechazo en cierto sector de la sociedad. Ocurre desde que se inventó el término, a finales del siglo XIX, pero han pasado más de 100 años y parece que esa sensación permanece entre hombres y mujeres. Es una de las primeras cosas de las que quería hablar con la escritora María del Mar Ramón (Bogotá, 1992). Es la autora de Follar y comer sin culpa: el placer es feminista, un libro escrito en 2018 y reditado ahora para el público español por la editorial U-Tópicas.
El título ya invita a la reflexión. Escrito en primera persona, Follar y comer sin culpa: el placer es feminista es una narración de vivencias sobre la imagen propia e individual para entender, en muchos casos, una experiencia universal. María del Mar Ramón consigue transmitir un mensaje claro, certero, amable y a la vez autocrítico sobre la educación sexual y el consentimiento. También habla de los trastornos de alimentación, la autoexigencia y la importancia de las amistades para enfrentarse a todo en la vida.
Desnudarse sin miedo al ridículo y... sin culpa
La lectura es catártica. En ocasiones, dolorosa por descubrir que lo que te ha producido pesar ha sido una carga para millones de mujeres en todo el mundo. En otros momentos resulta un alivio por saber que hay más gente que se siente como tú. Para llegar a todas esas sensaciones, es imprescindible la sinceridad y vulnerabilidad que muestra María del Mar Ramón. Lo señala también Luna de Miguel, que escribe el prólogo, señalando que nunca dejará de citar a la autora. "Me enfada reconocerme en tantas de las escenas de Follar y comer sin culpa, y reparar en los procesos dolorosos que la superación de tales momentos conllevó", admite la escritora madrileña.
«Le mentí también a un chico y a muchos otros cuando les dije que había acabado y no estaba ni cerca de lograrlo; mentí cuando dije, pudorosa, que no me tocaba porque las mujeres no hacíamos tanto esas cosas o que no veía porno»
María del Mar Ramón, en la introducción de Follar y comer sin culpa
Luna de Miguel también señala el riesgo de desnudarse de esta manera en su libro para después enfrentarse a las críticas. "Desde que escribí este libro hasta ahora muchas cosas cambiaron para mal en el mundo. Pero cuando volví a leerlo ahora para su publicación en España me resultó conmovedora esa honestidad que lo mantiene vigente", admite María del Mar Ramón durante su conversación con El Independiente. "Lo más difícil de lograr fue no temerle al ridículo ni al patetismo, no esquivar ciertos lugares para hacerme quedar bien a mí como narradora, que es algo que suele pasar cuando uno narra en primera persona", confiesa sobre su propio proceso.
El tono también favorece, porque la autora no busca en ningún momento la victimización. "A mí me gusta ser una persona graciosa, no sé si lo soy siempre. Pero no quiero que se me imponga la solemnidad de contar algo dramático, trágico y terrible como son las experiencias de nuestros cuerpos. O la vergüenza como el único registro posible", comparte. Es, por tanto, un acto de rebeldía el contarlo así. La positividad, el sentido del humor, la humanidad. Resultan refrescantes.
La dualidad de la víctima feminista
¿Cómo se vive, entonces, para que esas experiencias terribles se puedan contar desde otro ángulo? "Es un debate interesante pensar que nuestro lugar en la historia no puede ser el de víctimas y, al mismo tiempo, es terrible lo que nos pasó", admite María del Mar. "Cómo vamos a habitar el haber sido víctimas, sin que eso sea lo único que dé legitimidad a nuestra palabra", explica.
Para la autora no hay una respuesta a esta discusión que continúa en la actualidad, aunque el punto principal a debatir debería ser para las víctimas de abuso sexual. "El 80% de las mujeres hemos pasado por alguna forma de violencia sexual y evidentemente tenemos que seguir adelante", comenta en respuesta a la tópica frase de "me arruinaron la vida". "Tiene que haber otra forma en la que podamos expresar estas historias" sin sentir que acabaron con nosotras o, peor, que si no terminaron nuestra vida es porque nos las merecemos, refleja María del Mar. "Son narrativas que funcionan y que tienen impacto en los sistemas penales, tal y como vimos en la violación de la Manada", recuerda.
«El 80% de las mujeres hemos pasado por alguna forma de violencia sexual»
María del Mar Ramón
Porque algunos medios y algunos miembros de la justicia consideraron que, si la víctima continuaba con su vida con normalidad, tan mal no lo habría pasado. "Tiene que haber una posibilidad en la que puedas decir sí, yo fui víctima de algo, pero esto no me define", comenta María del Mar. "Eso le permite a uno ponerlo en la esfera pública y que salga gente a decir 'a mí me pasó lo mismo'. Permite erradicar ese silencio que genera mucha más culpa en las víctimas", añade.
"Las feministas fallamos"
Otra de las ideas que transmite María del Mar surge de una experiencia con un chico que conoce en un bar. No solo ella misma es víctima de los clichés y confía en él solo porque tiene buena pinta sino que, cuando el resultado no es el esperado, se siente responsable. La pregunta es, ¿quién falla ahí? ¿Es la protagonista que, ingenua, cae en la trampa tendida? ¿Es el hombre que utiliza la situación a su gusto, sin empatía, y despacha como si fuera un servicio contratado? ¿Le falta educación a las dos partes?
La autora explica que cuando escribió el libro estaba segura de que el ingrediente que faltaba era la educación. "Estaba convencida de que si tomábamos la conversación por asalto nos tenían que considerar algunas cosas y se iban a ir concediendo otras. Pensé que podía rebotar, pero no estaba segura. Y hoy en día Milei gobierna en Argentina, así que rebotó", admite María del Mar, volviendo a hacer gala de esa autocrítica. Y respondiendo sin quererlo a la pregunta del comienzo de este artículo de por qué el feminismo molesta tanto.
"Hoy en día creo que nuestra tarea es persuadir", desvela la autora, rompiendo una lanza por las discusiones que son de buena fe. "Estaba convencida de que había formas de los varones que eran siempre condescendientes y que sus preguntas eran molestas y que no teníamos que educarles", confiesa. Ahora, en cambio, piensa que "las feministas fallamos". "Hay algo ahí que dejó a las nuevas generaciones confundidas y generalmente asustadas", lo que está radicalizando a los jóvenes.
"Yo creía que internet iba a hacer el bien, porque abre el debate. Y no sé cómo se combate ese vínculo que tienen esas narrativas con las nuevas derechas, para mí es escalofriante la forma en la que van avanzando", confiesa la autora. Aunque es consciente de la sensación de derrota y agotamiento que se puede producir en aquellas personas que llevan años luchando. "Tenemos que escucharnos, fortalecer y enriquecer el diálogo", recuerda.
No existe un solo feminismo
Durante la conversación, María del Mar utiliza en varias ocasiones la expresión feminismo en plural. Uno de los debates más importantes dentro del movimiento, en la actualidad, es esa unidad o diversificación. ¿Qué empodera más, las experiencias universales o los detalles diferenciadores de la cultura o la opinión sobre el género? Y, sobre todo, si el objetivo de todos es la igualdad... ¿no sería todo un solo feminismo?
"A mí también me gustaría pensar que el único feminismo que existe es el mío porque creo que es el mejor", dice, bromeando. "Pero no es así", añade, explicando que durante mucho tiempo pensó que las personas transexcluyentes no eran feministas. "Es muy cómodo pensarlo en esos términos, pero esas personas se perciben feministas y lo son aunque piensen absolutamente distinto a como pienso yo", revela.
"Hay una forma distinta de procesar la violencia y sus consecuencias" entre los grupos biologicistas, señala María del Mar. Pero en su percepción, hay que persuadir, negociar y discutir para alcanzar acuerdos y hacerles ver que hay posturas excluyentes que son directamente "crueles". "Decirle a alguien 'no, tú no eres lo que crees que eres y aquí no puedes entrar, este no es tu lugar, no has nacido así', eso es una crueldad", reitera.
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