"Es un momento histórico para la ciudad. Vamos a superar el trauma comunista y reconstruir el centro. Será un lugar de tolerancia, de encuentro y de libertad". El alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, ha enmarcado la inauguración del nuevo Museo de Arte Moderno de la capital polaca en su contexto: es la piedra de toque del nuevo centro, en la mayor plaza pública de Europa, un lugar que deja atrás el pasado que simboliza el Palacio de la Cultura y la Ciencia y mira hacia el futuro con la obra del estadounidense Thomas Phifer.

Durante años Varsovia luchaba con el recuerdo de la dominación soviética, presente en el monumental Palacio de la Cultura y la Ciencia. Concebido bajo tiempos de Iósif Stalin, en 1952, la obra del arquitecto Lev Rúdnev, se terminó en 1955. Su mastodóntica factura es similar a las llamadas Siete Hermanas de Moscú, entre ellas el edificio de la Universidad. Rúdnev intentó polonizar el edificio con algunos elementos arquitectónicos locales como mampostería de la Lonja de los Paños de Cracovia.

Desde que empezó a dar la batalla el sindicato Solidarność en los ochenta, Polonia fue el país que fue abriendo brecha para socavar el poder de la URSS. También fue donde se inició el proceso de transición hacia la democracia, antes de la caída del Muro de Berlín. Cuando cayó la URSS, Polonia se integró en la OTAN en 1999 y en la Unión Europea.

De monumento estalinista a símbolo de la ciudad

Esa nueva generación de polacos miraba al Palacio de la Cultura con una mezcla de amargura y resentimiento. ¿Por qué sigue aquí? Sin embargo, los que proponían derribarlo, entre ellos el actual ministro de Exteriores, Radosław Sikorski finalmente no se impusieron. Fue inscrito como monumento histórico durante el mandato de Ley y Justicia, algo que puede ser paradójico dado el anticomunismo ferviente de este partido nacionalpopulista.

Finalmente se ha buscado integrar ese pasado en un contexto de contraste. Frente a su cerrazón, apertura. En una ciudad que no censura y que se inclina al diálogo, también se aboga por esa conversación con un tiempo de pesar, ya superado. De hecho, el edificio estalinista ya se ha convertido en un símbolo de la ciudad, que fascina a los turistas, muchas veces para asombro de los varsovianos.

El nuevo Museo de Arte Moderno

El Palacio de la Cultura tendrá enfrente al nuevo Museo de Arte Moderno, un homenaje a la luz de Varsovia, una luz radiante frente a esos momentos de oscuridad. Desde los grandes ventanales de la obra de Phifer la vista del Palacio es magnífica. Cuando estamos en un espacio de libertad, esa mirada al pasado es necesaria y también liberadora. La obra está financiada en su totalidad por la ciudad de Varsovia: 700 millones de zlotys (unos 161,1 millones de euros).

No hemos querido competir con el edificio, sino crear una obra nueva, muy sólida pero llena de luz. Es una nueva voz"

THOMAS PHIFER, ARQUITECTO DEL NUEVO MUSEO DE ARTE MODERNO DE VARSOVIA

"Me resulta difícil calificar el Palacio de la Cultura desde el punto de vista arquitectónico porque no puedo dejar de lado la historia. Pero no hemos querido competir con el edificio, sino crear una obra nueva, muy sólida, pero llena de luz. Hemos querido crear una nueva voz", ha explicado el arquitecto neoyorquino Thomas Phifer, orgulloso de una creación que se sitúa en el skyline de la nueva Varsovia, donde han dejado muestra de su arte Daniel Libeskind (Zlota 44) o Norman Foster (Varso Tower, el rascacielos más alto de la Unión Europea con 310 metros de altitud).

"Mi objetivo es que la gente se encuentre aquí, que sea un lugar de encuentro, como es el oratorium, un espacio en la planta baja, una piazza, donde se pueda disfrutar de cómo la luz va cambiando según la hora del día, según la estación del año, donde se pueda hablar y subir a ver las obras o no", señala el arquitecto, que reconoce que "es la obra de su vida", a la que ha dedicado los últimos diez años de su vida. "Esta semana ha sido muy emocionante también porque he visto cómo se daban los últimos retoques. Me siento muy reconfortado cuando veo cómo lo disfruta la gente".

Controversias hay siempre, pero Phifer invita a entrar en el edificio como si fuera "una caja mágica", donde se puede disfrutar de la compañía, del entorno, y de las obras de arte en un marco especialmente concebido para realzarlas, por el color blanco de las paredes, que alterna con madera en algunas estancias, y los elevadísimos techos de hasta 7,5 metros, con espacios acristalados.

Será un sitio a nivel mundial para promover el arte moderno como el Reina Sofía de Madrid o el Guggenheim de Bilbao"

RAFAŁ TRZASKOWSKI, ALCALDE DE VARSOVIA

Nueve obras de mujeres

De momento, el museo solo exhibe nueve obras, ya que hasta febrero no va a mostrar toda su colección. Son todas creaciones de mujeres, algunas tan simbólicas como Amistad de la escultora polaca Alina Szapocznikow, superviviente del Holocausto. Representa a un obrero ruso y uno polaco y estaba en la entrada del Palacio de la Cultura. Los cortaron las manos y la bandera que portaban y ahora la obra se ha recuperado.

Las otras artistas son las polacas Magdalena Abakanowicz, Magdalena Abakanowicz, Karolina Jabłońska y Monika Sosnowska, las ucranianas Zhanna Kadyrov y Kateryna Lysovenko, la congoleña Sandy Mujingi, y dos latinoamericanas, la argentina Mariela Scafati y la chilena Cecilia Vicuña.

"Será un sitio a nivel mundial para promover el arte moderno", ha dicho el alcalde Trzaskowski, que se ha referido como ejemplo al Reino Sofía de Madrid o el Guggenheim de Bilbao.

Nuevo centro de una nueva Varsovia

El símil con el Guggenheim es muy ilustrativo, ya que también marcó un antes y un después en la ciudad junto al río Nervión. Otras ciudades como Berlín también intentaron renacimientos similares, con la inauguración de la cúpula del Reichstag de Norman Foster, pero en la capital alemana ese centro queda más desmembrado que lo que va a ser el centro de la nueva Varsovia.

La plaza anexa emplazará un gran jardín y un teatro, que están en construcción. El teatro también es obra de Phifer. Habrá un dedicatoria especial al químico Piotr Pawel Szczęsny, llamado el hombre gris, que se autoinmoló en 2017 en protesta por las políticas de racismo, homofobia y otras formas de discriminación del partido Ley y Justicia.

El gran escenario verde, que conectará el Palacio de la Cultura con una serie de plazas que llegan a Nowy Swiat. La transformación es enorme. En tiempos comunistas había una plaza gigantesca concebida para los desfiles y de ahí su nombre Plac Defilad. Tenía entonces 24 hectáreas, es decir, unos 48 campos de fútbol. Después se convirtió en un aparcamiento.

Debido a los problemas sobre la propiedad de los terrenos y luego por los hallazgos arqueológicos, las obras de este nuevo centro han durado más de 20 años. La ventaja es que Varsovia ahora es una ciudad más rica que ha podido permitirse un proyecto de gran envergadura como el acometido por Phifer.

Polonia no tuvo una ley de reprivatización y por ello solo se puede ir a los tribunales con la ley comunista. Expropiaban con la excusa de que faltaba vivienda o que se iba a construir un hospital, pero si no se cumplía se puede recuperar el terreno. También había muchos propietarios judíos que murieron en el Holocausto. Van a restituirse las calles que había antes de la guerra, y también en un segundo nivel la tribuna de los desfiles, y en el tercer nivel más de un centenar de árboles y un estanque.

"Por primera vez Varsovia recupera su centro real. Y será un espacio para el debate, para la sonrisa, para la naturaleza, un símbolo de la Varsovia abierta y tolerante", ha subrayado el alcalde Trzaskovski. Es precisamente Trzaskovski el aspirante a candidato mejor emplazado para ser el sucesor del actual presidente, Andrzej Duda, en las elecciones de mayo de 2025. De la nueva Varsovia a la nueva Polonia.