Francisco Contreras Molina, Niño de Elche, irrumpió en la escena musical española hace algo más de diez años jugando con la tradición del flamenco y poniendo de los nervios a los guardianes de sus esencias. Él juega muy en serio, equipado con la curiosidad y la erudición propias y de referentes como el artista Pedro G. Romero, ideólogo de la nueva ola flamenca, mientras que los guardianes tienen pocos argumentos, porque defender la pureza de un arte impuro no es fácil ni tiene mucho sentido. La respuesta de Niño de Elche al revuelo y la hostilidad fue declararse exflamenco. Y después de hacerlo, seguir facturando flamenco. Desde aquello le ha salido una trilogía que empezó en 2021 con Memorial de Cante en mis Bodas de Plata con el Flamenco, continuó con Flamenco. Mausoleo de Celebración, Amor y Muerte (2022) y cierra ahora con Cante a lo gitano.
Para culminar esta trilogía sobrevenida, Niño de Elche se ha acogido a la figura mítica y tutelar del jerezano Manuel Torre (1880-1933), ejemplo de lo que él considera cante a lo gitano. A Torre le llamaban el faraón del flamenco, porque era bastante alto para los estándares de la época y su busto rectangular parecía el de un rey egipcio. Como el que se mete en un papel, Niño de Elche, más flaco que nunca, se deja envolver por una parafernalia de oro creada por el artista Ernesto Artillo a partir de todos los referentes propuestos para la ocasión por esta eminencia gris que ha introducido como pocos ideas e inteligencia en la música española reciente.
"Lo gitano está muy relacionado con el oro, sobre todo a partir de la estética quinqui de Camarón", explica en conversación con El Independiente en un café enfrente de su casa en el madrileño barrio de Lavapiés. "Los quinquis no llevaban mucho oro, porque el lumpen no han tenido mucha economía para llevar oro, pero Camarón introdujo en ella el oro".
Pregunta.- Y si no es el oro es lo dorado. Cuando no es una cadena o un anillo puede ser un cascabel.
Respuesta.- Eso es. Muchas veces es bisutería, que también es muy flamenco, porque es una ostentación, y el flamenco tiene mucho de falso en su relación con los mitos y con las construcciones románticas. Aunque aquí lo dorado tiene más que ver con la idea del faraón Torres.
P.- Hace poco hubo cierta polémica por la fiesta temática de cumpleaños, una gran fiesta gitana, del actor Paco León. Muchos lo consideraron una forma de mofa o de apropiación cultural. No sé si a ti, que estás acostumbrado a batirte con todo el mundo, ya te ha caído algún reproche en este sentido.
R.- Lo de la apropiación es una cosa tan absurda… La apropiación cultural no existe, pero si existiera, yo sería seguidor, simpatizante e incluso militante de ella. Algunos cuando hablas de lo gitano se molestan mucho. Pero bueno, ¿qué de propio o característico tiene lo gitano? Que una cosa sea característica no significa que sea propiedad tuya. Y para que una cosa se convierta en característica simplemente tienes que utilizarla durante unos cuantos años. Son debates muy burdos. Entrar en ellos nos llevaría mucho tiempo, porque hay que dar muchos ejemplos, pero luego en realidad se desmontan enseguida.
Dorado concepto
En la portada y el arte del disco, Niño de Elche aparece con un traje cubierto de pan de oro, el mismo con el que sale al escenario en las actuaciones donde está presentando Cante a lo gitano. "Lo bonito de este traje es que el oro se va desprendiendo, y hay gente que coge el pan dorado y se lo lleva, como en Elche hacemos con las aleluyas de la virgen de la Asunción. Con la luz del escenario, cuando hago algún gesto, se ven todos los residuos, que al fin y al cabo es un ejemplo del flamenco, que más que destruirse es como que va mudando la piel constantemente".
P.- El concepto siempre es importante para ti.
R.- Y necesario. Yo creo que para mí y para todo el mundo, ¿no? El concepto me interesa porque me ayuda al qué decir. No es solamente una idea literaria o un desarrollo intelectual, sino que tiene que ver con la forma, con cómo hacer algo. Hay un concepto estético y formal del que muchas veces no se habla. Cada tema tiene un concepto y el disco tiene un concepto, un marco que ayuda al menos a partir. Hay trabajos que empiezan con un tema que te da las intuiciones de lo que luego puede ser todo el disco, o al revés, algunas veces hay un concepto primero que marca todas las canciones. En esta caso empezó con un texto que Pedro G. hizo para unos encuentros de performance en Valladolid, a partir del cual empecé a pensar que el trabajo que yo había desarrollado sobre el repertorio de Manuel Torre podía encajar en las cosas que se decían en ese texto. Fui entrecruzando una cosa con otra y entendí que eso podía dar forma a una serie de cantes. Y a este disco. Pero fue muy poco a poco. Es de los trabajos que he ido haciendo de forma más puzle.
'San' Manuel Torre
El faraón de Jerez es en esta ocasión el punto de anclaje de Niño de Elche para cuestionar los estándares del flamenco, para proponer nuevos caminos a partir de una tradición que muchos han olvidado. "Me apetecía hacer un disco de desmitificación como los que yo hago últimamente. Manuel Torre reúne la idea romántica del cantaor anárquico, bohemio, pero técnicamente muy importante y con un control muy estricto sobre su repertorio. Es el cantaor gitano por excelencia, pero con una voz timbrada, melismática, lo más lejano al cantar gitano hoy en día. Es el cantaor a partir del cual Lorca saca la idea de duende", apunta.
El cante a lo gitano es todo lo contrario a lo que se puede entender hoy en día, muy influenciado por el cante más roto o el cante camaronero
"En este disco para mí hay un desarrollo de cómo se puede cantar de nuevo el repertorio del flamenco, puede ser el de Manuel Torre o el de cualquiera, aunque el suyo es el repertorio troncal del flamenco. Pero también una pregunta recurrente que me he hecho en mis últimos trabajos, que es cómo se puede acompañar el cante de diferentes formas".
Algo que ha podido desarrollar con el guitarrista Yerai Cortés, cómplice mayor de este álbum. "Hemos encontrado otras formas de acompañar el cante que se separan del virtuosismo veloz de la guitarra flamenca actual, del preciosismo, de la ostentación técnica, de las fórmulas jazzísticas, y vamos más a fórmulas minimalistas, austeras, más grisáceas en la forma de producir. Creo que pueden conectar mucho más con música como el punk, con ciertas fórmulas cantautoriles, con músicas experimentales. Es algo a lo que llevo dándole vueltas desde Antología del cante flamenco heterodoxo [2018], ya en el primer disco de Miguel Hernández había nociones de ello.
P.- Yerai ha sido en ese sentido un poco la horma de tu zapato.
R.- En este disco, sí. Aparte de que tengo mucha amistad con él, entendí que era la persona idónea. En el directo no viene él, sino Emilio Caracafé, que también es un símbolo para la comunidad gitana, un gran amigo y una persona que sabe abordar este tipo de repertorio, de guitarra y de acompañamiento.
P.- Te has rodeado de gente que podía entender todo esto a la primera.
R.- Siempre invito a mis discos a gente que tiene algo que decir, porque su figura ya de por sí dice algo en relación a lo que quiero contar. Tomás de Perrate y Rocío Márquez para mí representan muy bien lo que yo entiendo por cante a lo gitano, que lógicamente es todo lo contrario a lo que se puede entender hoy en día, muy influenciado por el cante más roto o el cante camaronero.
P.- Que hoy es el canon.
R.- Manuel Torre me sirve para romper ese canon. Rocío Márquez se acercaría a ese cante a lo gitano de la época, estas voces timbradas, frágiles en algunos aspectos, veloces. Y Tomás se acerca a otro tipo de flamenco, un cante pesado, lento, gutural, que suena a cosa primitiva, y también muy alejado de las estéticas de hoy en día de los gitanos, siendo él como es sobrino nieto de Manuel Torre. Siempre me ha parecido una voz muy particular, de las que hay que reivindicar, sobre todo en una época en la que esas voces no estaban muy valoradas frente a las más tímbricas influidas por Enrique Morente.
P.- Perrate no es 'fácil' de escuchar.
R.- Son voces que tienen mucha importancia por su forma de sonar. A mí siempre me ha interesado toda esta cultura de las voces lentas, oscuras, graves. Yo me he inspirado mucho en ellas. Cuando hago cosas de voces experimentales, o que les llaman experimentales, otras voces, por decirlo así, siempre me dicen que no están en el flamenco. Yo me he inspirado mucho en Phil Minton, Fátima Miranda, Patty Waters, Mike Patton, yo que sé, mil cantantes que se desplazan de la voz clásica, pero en el flamenco tenemos desplazamientos de ese tipo en gente como Juan Talega, Agujetas, La Perrata. Tomás pertenece a ese universo de voces, y está haciendo un trabajo de relectura de ese tipo de sonidos que puede convivir muy bien con otras músicas.
P.- No sé si tu irrupción crítica y desacomplejada en el mundo del flamenco ha ayudado a que propuestas como la de Perrate tengan hoy otra visibilidad.
R.- Bueno, como la mía fue posible gracias a la voz de Morente, al Lebrijano, a Lole y Manuel… Yo creo que esto es dar pasos, y todos nos vamos alimentando y aprovechando de los pasos dados. Haciendo cosas exflamencas, por decirlo así, llevo con la tontería 15 años. En relación con la danza contemporánea, con la improvisación, con músicas experimentales, con el trabajo vocal, que en el flamenco se ha hecho pero desde otro prisma. Entiendo que parte del recorrido que yo he hecho en circuitos que antes no se había hecho viene bien, como el que habían hecho Silvia Pérez Cruz o Rocío Márquez.
P.- Después de tu colaboración con Los Planetas en Fuerza nueva (2019), en Cante a lo gitano vemos de nuevo al batería de la banda, Eric Jiménez.
R.- La solemnidad y la dureza de su golpe me venían perfectas para la saeta que yo quería grabar. Una saeta oscura, nada espectacularizante, que habla del apocalipsis. Hoy en día los cantaores cuando hacen saetas en Semana Santa tardan entre siete y diez minutos en cantarlas, porque alargan las frases, algo muy espectacular, más deportivo que otra cosa, y muchas veces los pasos arrancan y se van porque el cantaor no termina de cantar. Yo quería hacer todo lo contrario. Manuel Torre cantaba la saeta en un minuto y medio, porque la saeta viene de la idea de lanzar una flecha, un canto desde un balcón, una cosa corta que va al centro del alma o de la fe.
P.- En Fuerza nueva había una versión singular de "Los campanilleros" que aquí reaparece.
R.- La versión de "Los campanilleros" que tradicionalmente ha tenido éxito ha sido la de La Niña de La Puebla, en tonos menores, que es la que han seguido todos los cantaores posteriores. Pero a mí me interesaba la versión anterior de Manuel Torre, donde Miguel Burrull le acompaña a golpes a la guitarra como si fuera una zambomba, y me interesaba porque tenía disonancias. Los flamencólogos han dicho que las grabaciones de Torre están muy mal hechas, que iba a grabar borracho, porque entienden que la disonancia es que desafinas. Eso se lo he escuchado yo a Valderrama y a otros cantaores totalmente equivocados. Los cantaores nos hemos convertido ahora en adalides de la afinación, parecemos cantantes de ópera hablando sobre el cante. En Fuerza nueva retomamos esa versión de Torre y le dimos un carácter más apocalíptico. Y aquí me apetecía darle otra lectura, más austera, con unas campanillas muy pobres. A mí esta cosa de los sonidos residuales me interesa mucho, y por eso me gustan las grabaciones de campo, la música minimalista, el ambient, donde hay sonidos que no tienen ninguna importancia pero la tienen toda.
P.- Te sigues considerando, en controversia con la ortodoxia del flamenco, de lo flamenco, de las bienales, de los festivales, como exflamenco. ¿Cuál es tu relación ahora mismo con ese sistema?
R.- Mi relación ahora, en el sentido mercantil y comercial, con la industria cultural flamenca es bastante nula. Me llaman dos veces al año de algún evento, algún despistado, y ya está. No es mi cosmos. Pero el flamenco no es eso, es la música, los artistas, y en ese aspecto sí estoy muy relacionado. En mi trabajo hay cosas que están más cercanas a eso que otras, y de ahora en adelante no sé cuánto habrá de flamenco en los proyectos que haga, pero siempre me acompaña. Es una paradoja esto de ser exflamenco. Cuando la gente ha entendido más lo que es ser exflamenco es cuando he hecho, a mi entender, los discos más radicalmente flamencos. Pero yo creo que la única forma de hacer discos radicalmente, profundamente flamencos, es tildándote de exflamenco. Sin duda alguna.
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