Este sábado, la nueva Notre-Dame será solemnemente inaugurada 2.063 días después de que el 15 de abril de 2019 un pavoroso incendio arrasara la vieja cubierta y la gran aguja central de la centenaria catedral de París. Emmanuel Macron prometió que en cinco años el templo sería reconstruido. Muchos desconfiaban de que fuera posible, pero así será, unos pocos meses después de los juegos olímpicos para los que se esperaba que estuviera lista.

El presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, la todavía primera dama Jill Biden, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y más de 30 jefes de Estado y de Gobierno acompañarán al presidente de la República Francesa a partir de las siete de la tarde en la solemne ceremonia civil a la que seguirá el ritual religioso dirigido por el arzobispo de París, Laurent Ulrich. El domingo a las diez y media de la mañana se celebrará la consagración del altar y la primera eucaristía completa, y por la tarde tendrá lugar la primera misa abierta al público, a la que acudirán unas 2.500 personas, cerca del aforo completo de 3.000. A partir del lunes 16 de diciembre, con un horario de apertura de 7:45 a 19 y visitas gratuitas previa reserva por internet, la normalidad volverá a Notre-Dame.

Vista del crucero de la catedral de Notre-Dame, resplandeciente tras su reconstrucción.
Vista del crucero de la catedral de Notre-Dame, resplandeciente tras su reconstrucción. | Christophe Petit Tesson / POOL / EFE

Macron despejó cualquier duda pocas horas después de declararse el incendio: Notre-Dame iba a ser reconstruida, y brindaría una nueva oportunidad para demostrar de lo que Francia es capaz. Las donaciones comenzaron a afluir desde todos los rincones del mundo, empezando por las primeras fortunas del país, los Pinault, los Arnault, los Bettencourt. Y afluyeron hasta tal punto que tras la finalización de las obras, que han tenido un coste de unos 700 millones de euros, ha quedado un excedente de 146 millones que se utilizará para la llamada Fase 3 de rehabilitación y mantenimiento de Notre-Dame. Se trata de la restauración de las fachadas, los contrafuertes y las cubiertas de la sacristía y el coro, elementos que ya se encontraban muy deteriorados antes del incendio. Todavía queda mucho trabajo por hacer antes de que los andamios desaparezcan.

La frustrada aguja de Macron

Pero hay muchas maneras de reconstruir, y en el caso de Notre-Dame no faltó el debate. El propio Macron fue uno de los primeros en sugerir que la destrucción ofrecía la oportunidad de "construir una catedral aún más bella" e introducir algún tipo de novedad arquitectónica en el perfil que Eugène Viollet-le-Duc había fijado en el siglo XIX.

Gran teórico del neogótico, Viollet-le-Duc (1814-1879) fue acusado por algunos de sus contemporáneos de inventarse con sus fantasías medievalistas una catedral que nunca había existido. Su principal aportación, la aguja de 96 metros de altura diseñada con Jean-Baptiste Lassus y que vino a sustituir un campanario de menor envergadura y desmantelado a finales del XVIII, se desmoronó como una gigantesca tea ardiendo en el incendio de 2019.

Quizá había llegado el momento de introducir un nuevo símbolo en un templo que no dejó de cambiar en siete siglos de historia hasta que Viollet-le-Duc le paró el reloj. Macron anunció un concurso internacional para el diseño de una nueva aguja, pero se renunció a ello tras el clamor popular en contra y la perspectiva de que una iniciativa tan ambiciosa, además de controvertida, retrasaría las obras e impediría que concluyeran antes de cinco años.

Una reconstrucción conservadora

Con ello quedó expedito el camino para hacer una restauración tradicional hasta las cachas. La Comisión Nacional de Patrimonio aprobó por unanimidad un voluminoso plan de 3.000 páginas para reconstruir Notre-Dame siguiendo escrupulosamente los planos de Viollet-le-Duc. No solo eso: se haría a la antigua usanza, en una demostración del buen hacer de más de 2.000 artesanos franceses depositarios de los oficios tradicionales. Se replicaría el bosque de la vieja cubierta con nuevas vigas de roble y se volvería a utilizar plomo para cerrarla, pese a las protestas de algunos vecinos que alertaron de su toxicidad.

Perspectiva de la nave central con los nuevos elementos de mobiliario.
Perspectiva de la nave central con los nuevos elementos de mobiliario. | Arnaud Sabatier

Más de un millar de robles de bosques nacionales y privados fueron talados en 2021 para reconstruir Notre-Dame. Entre ellos, ocho de más de 20 metros de altura y uno de diámetro procedentes del bosque nacional de Bercé para la estructura de la nueva aguja. Según la Oficina Nacional de Bosques de Francia, tres de los ejemplares talados para la restauración tenían al menos 230 años.

Si la opción de una aguja distinta fue descartada casi inmediatamente, también se renunciaba a introducir una estructura mejorada con materiales más seguros y ligeros. Una decisión que simboliza la naturaleza radicalmente conservadora de la operación Notre-Dame.

La 'canonización' de Viollet-le-Duc

Poco margen quedaba para la innovación. El "gesto arquitectónico contemporáneo" que Macron confiaba que pudiera introducirse en el entorno de la catedral no ha llegado. El Ayuntamiento se ha lavado las manos. Y la única iniciativa que se ha llevado a cabo ha sido duramente criticada. El presidente, de acuerdo con la Comisión Nacional de Patrimonio y con la diócesis de París, ha propuesto sustituir seis de las vidrieras diseñadas en el XIX por Viollet-le-Duc para las capillas por otras nuevas realizadas por creadores contemporáneos. El encargo está en marcha, pero ha merecido una firme resistencia, pese a tratarse de unos vitrales geométricos sin mayor singularidad, encabezada por el historiador del arte y periodista Didier Rykner, que ha recogido más de 230.000 firmas y amenaza con llevar la cuestión ante los tribunales.

El incendio de Notre-Dame ha logrado la victoria póstuma de Viollet-le-Duc, tan criticado en vida por su historicismo. La reconstrucción ha terminado de certificar que su proyecto es considerado el definitivo. Todos los elementos contemporáneos en la nueva catedral serán mobiliarios. Guillaume Bardet ha diseñado en bronce el altar, el tabernáculo, el ambón o púlpito, el baptisterio, la cátedra del obispo y las sillas de los demás oficiantes. La firma Bosc ha producido en roble macizo las 1.500 sillas y los reclinatorios ideados por la diseñadora Ionna Vautrin. Y el arquitecto y diseñador Sylvain Dubuisson ha sido el encargado de realizar un impresionante relicario circular para albergar la corona de espinas de Cristo, la más preciada de las reliquias del tesoro de Notre-Dame y que fue salvada del incendio de 2019. Recientemente se ha sabido que en 2025 el artista español Miquel Barceló creará una serie de tapices del Antiguo Testamento para las capillas del flanco norte de la catedral.