Hace una década la fiebre por el vintage se extendió por España. Los aficionados a las compras de ropa de otras épocas se quejaban de que había que ir a Madrid o Barcelona para encontrar piezas únicas a buen precio. En las provincias parecía impensable todavía vender ropa que había sido usada previamente. Por lo tanto, con algunas excepciones de prendas de diseñador, solía ser fácil encontrar pequeñas joyas de moda cuyo valor superaba con creces a lo que marcaban las etiquetas.
Pronto la cadena Flamingo Vintage, que se vende al peso, u otras opciones a pequeña escala se fueron desperdigando por la península. Ahora, bien entrados en los años 20 del siglo XXI, y con los jóvenes apasionados por cómo se vestía a principios de los 2000, las tiendas que venden esta case de prendas son un clásico en cualquier ciudad. Sin embargo, algo ha cambiado. ¿Ha sido el cliente o han sido las tiendas?
El estilo de hace diez años, ¿ha vuelto o nunca se ha ido?
En un pequeño recorrido por Malasaña, uno de los lugares establecidos en la capital para comprar vintage, queda claro que uno de los principales problemas es que es difícil encontrar verdaderas prendas antiguas. Lo que más hay es ropa desechada, que las tiendas compran por kilos etiquetada con rasgos generales y, sin apenas selección, se pone a la venta. De hecho, es habitual que estas tiendas huelan todas igual, a antipolillas mezclado con un pelín de humedad. Las hay incluso que venden ropa comprada en China para simular a ropa de otras épocas, lo que se conoce como ropa retro en vez de vintage.
Por eso te encuentras en todas las tiendas lo mismo: jerséis y camisas tipo leñador, todas arrugadas y viejas o vestidos ochenteros de señora mayor. Cuesta encontrar piezas realmente especiales y que no repliquen lo que quizás se buscaba hace una década. Pero es que el cliente que compra este tipo de prendas sí ha evolucionado en los últimos diez años. La moda a finales de los 2000 pedía a gritos esos pantalones Levi's 501 recortados en los shorts más cortos posibles. El estilo Coachella se encontraba fácilmente en estas tiendas vintage a gran escala.
Malasaña, donde se puede encontrar de todo
Pero sí hay algo de lo que puede presumir Malasaña es de haberse establecido como el barrio de referencia donde los compradores de cada tipo de vintage pueden encontrar algo. Por ejemplo, en los últimos años se han puesto de moda las camisetas de deporte antiguas. Por eso al girar cada esquina te encuentras uno de estos locales que vende este tipo de prendas que fascinan a la generación Z. Tanto es así que hasta tiendas de segunda mano (que no es lo mismo que vintage) como el Humana de la calle Hortaleza, se han llenado de ellas.
Luego hay otras como el Templo de Susu, que perdura en el tiempo con su estilo rockero. Si buscas cazadoras de cuero vintage por buen precio es el sitio donde buscar, a pesar de que han tenido que ir adaptándose al paso de los años. Ahora tienen también muchas camisetas de grupos y corsés para atraer a los jóvenes. No han querido dejar de ofrecer al público lo que se supone que buscan, incluso aunque mantengan su esencia de siempre. En la acera de enfrente está Quality Sportwear, que tiene un concepto prácticamente opuesto al de tantas y tantas tiendas de vintage al por mayor.
Camisetas por 1.000 euros
Nacho y Charly crearon esta tienda hace seis años para ofrecer al potencial cliente prendas de diseñador, seleccionadas y curadas con cariño. Con los años se han dado cuenta de que la cultura para este tipo de consumo crece, pero sigue siendo mayoritariamente algo que interesa más fuera. Para el turista internacional que se pasa por la prenda los precios que ofrecen son extremadamente baratos. Quizás para el español que no sabe realmente lo que es esta boutique vintage resultan unas etiquetas totalmente estratosféricas.
Pero en estos años, Nacho y Charly han notado que el público ha cambiado. "Ahora llega muchísima gente joven superfriki de la ropa vintage curada de diseñador", explica el último a este periódico. Es decir, las nuevas generaciones están más informadas acerca del verdadero valor de la ropa que están comprando. En Quality Sportswear se pueden encontrar desde prendas de coleccionista como camisetas de Nirvana de los años 90 (por precios que rondan los 700 y los 1.000 euros) hasta chaquetas de Gucci por 240 euros o abrigos de Miu Miu por 340.
Eso sí, los dueños de esta tienda consideran que todo tipo de comercios vintage pueden convivir. Porque incluso ellos mismos compran en aquellas que no seleccionan la ropa, en busca de algún detalle o alguna prenda que se haya escapado a los radares.
A unos metros de Quality Sportswear, tiendas como Triolet ofrecen ropa de apariencia vintage que no llegará a los veinte años de antigüedad. Al igual que ocurre con Mucho Vintage en la misma calle pero más cerca de la plaza de la Luna. No es raro encontrar en sus escaparates prendas que parecen sacadas de la bolsa que tiramos a un contenedor de ropa hace diez años tras un cambio de armario.
Lo que se vende como vintage y es retro
Uno de los mayores ejemplos es el de las gafas de sol: en muchos establecimientos en los que supuestamente venden productos vintage se pueden encontrar decenas de gafas de sol que aunque parezcan antiguas... no lo son. "Hay que distinguir entre retro y vintage. Ahora se ha ampliado un poco la cosa y consideran vintage cosas de hace veinte años pero los que nos dedicamos a esto consideramos de los 80 para atrás", comenta Lucía Zapata, la dueña de Ouch Eyes, una tienda que vende precisamente estas joyas de los 60 y 70.
Ella está especialmente molesta por estas tiendas que venden gato por liebre. "La diferencia con el vintage original es enorme, no tienen nada que ver. Hacen réplicas de plástico, porque hay que ver los materiales que se utilizaban en la época, el tipo de cristal que antes de usaba mineral y ahora es cristal orgánico. Y la montura... estas son de plástico y antes era acetato o incluso hay gafas de los 50 que son de hueso", explica Lucía Zapata, que se considera una buscadora de tesoros.
Además, estas gafas que pueden haber costado menos de cinco euros si se han comprado en grandes cantidades, pero se venden por 10 o 20 euros. Y los oftalmólogos y ópticos hablan habitualmente en contra de este tipo de accesorios, puesto que no protegen la vista.
Con lo cual, tras un repaso a las tiendas más populares de Malasaña, está claro que el mercado ha cambiado y también lo han hecho los clientes. A pesar de ser una generación que ha crecido con la globalización, la moda rápida en su máxima expresión. Y aunque viven las tendencias a nivel mundial, los zetas quieren ropa original, de calidad y que les haga destacar. Ahí han encontrado el vintage que ofrecen las tiendas que cuidan sus prendas y no las que compran en grandes cantidades para vender a precios más altos que los de Inditex.
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