Pocos días después de que se filtrara a la prensa un informe de la directora del Louvre alertando del mal estado y de la obsolescencia de las instalaciones del museo, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció este martes un gran proyecto de remodelación del emblemático museo parisino. En uno de sus estudiados golpes de efecto, el mandatario francés reunió a la prensa en la sala que acoge la Gioconda para proclamar un "nuevo renacimiento" de la primera pinacoteca francesa que debería estar listo para 2031.
Poco se conoce todavía de los detalles de la intervención, cuyo proyecto todavía no se conoce y ni siquiera está presupuestado, aunque fuentes conocedoras de la magnitud del mismo aseguran que podría alcanzar los 800 millones de euros, superando incluso el coste de la reconstrucción de Notre Dame. Pero Macron adelantó tres medidas relacionadas con este "renacimiento" del Louvre: la construcción de un nuevo acceso, el incremento del precio de la entrada para los visitantes extracomunitarios y, sobre todo, la construcción de una sala específica para la Gioconda, la obra que acuden a ver buena parte de los más de ocho millones de visitantes que acuden cada año al museo.
Darle la vuelta al museo
El nuevo emplazamiento de la obra maestra de Leonardo da Vinci permitirá visitarla "con más tranquilidad", a la altura de lo que "se merece", indicó Macron en una comparecencia ofrecida precisamente en la denominada Sala de Estado, el espacio que ahora alberga la Gioconda. Con la afluencia actual, la experiencia para ver Gioconda junto a otras obras maestras como Las bodas de Caná de Paolo Veronese que a su lado casi pasan casi inadvertidas, resulta demasiado incómoda, como reconocieron tanto Macron como la directora del Louvre, Laurence des Cars.
En su nueva habitación propia, la Gioconda tendrá un acceso y un billete de entrada separados para manejar a las alrededor de 30.000 personas al día que atrae el cuadro más famoso del mundo. La construcción de la nueva sala vendrá de la mano de una expansión en el flanco este del museo, con salas subterráneas al estilo de las que se encuentran bajo la pirámide de cristal. Para eso se dotará al Louvre de un nuevo acceso en el patio conocido como Cour Carrée, en la denominada Columnata Perrault.
Unas instalaciones desbordadas
Cuarenta años después de la última gran reforma, la que en tiempos de Mitterrand implicó precisamente la construcción de la emblemática pirámide de cristal del arquitecto I. M. Pei en el patio central, el Louvre ha duplicado con creces los cuatro millones de visitantes anuales para los que se concibió entonces el museo. En 2024 recibió 8,7 millones de personas, y antes de la pandemia se rozaron los 10 millones, el 70% de ellos extranjeros.
Por ello, además de adaptar las instalaciones a las nuevas exigencias en materia de seguridad y digitalización, Macron anunció que se implementará una subida del ticket para los visitantes extracomunitarios que permitirá ayudar a sufragar las obras. El presidente francés no detalló el precio, pero fuentes del Elíseo indicaron posteriormente a la prensa que será de unos 30 euros, frente a los 22 que cuesta actualmente la entrada general.
Entre 700 y 800 millones de euros
Esos ingresos extra se sumarán a partir de enero de 2026 al alza del 30 por ciento de los precios que ya experimentaron las entradas en 2024, el año de los Juegos Olímpicos de París. También a la financiación obtenida a través de los mecenas y de la explotación de la marca del Louvre y de las instalaciones, por ejemplo, alquilándolas por sumas millonarias para los desfiles de la Semana de la Moda.
El anuncio tiene lugar en un momento en el que el Estado francés no se puede permitir grandes desembolsos. La fragmentada Asamblea Nacional no ha sido capaz de aprobar presupuestos para 2025 y el déficit público ronda el 6% del PIB. Por ello, el Ministerio de Cultura buscará fuentes de financiación alternativas, tras la positiva experiencia que ha supuesto el caso de Notre Dame, que recibió donaciones por encima del presupuesto de su reconstrucción. Aunque Macron no especificó cuánto costará globalmente el proyecto, medios locales señalaron, citando fuentes del entorno de la Presidencia, que supondrá una inversión de entre 700 y 800 millones de euros durante la próxima década.
Para 2031, cuando está previsto que termine el proyecto, el Louvre estará en condiciones de recibir a 12 millones de visitantes al año, de albergar nuevas iniciativas pedagógicas y de mantenerse como el "epicentro" del arte en Francia y en el mundo, asegura Macron, que incorpora esta iniciativa al legado que quiere dejar antes de abandonar el Elíseo en 2027. "Hablar de cultura y de arte es también uno de los mensajes que Francia quiere dar al mundo. Es un combate político", dijo, "en un momento en el que parece que la inmediatez y los discursos de fuerza tienen un poder hipnótico".
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