En diciembre del año pasado, la familia estadounidense más famosa de la televisión cumplía 35 años y, sin embargo, ninguna arruga se ha dibujado en su piel. Lisa Simpson sigue teniendo ocho años, su madre, 34, y su hermano Bart, diez. Los Simpson no envejecen, y tampoco parece hacerlo su liderazgo: pese a las críticas de los fans, que aseguran un bajón de calidad en la narrativa de sus episodios, la serie es la más longeva del prime time de Estados Unidos. Una sátira del mundo en que vivimos que cuenta con su propia estrella en el paseo de la fama de Los Ángeles. Una crítica mordaz que de infantil solo tiene la apariencia.

Los Simpson pertenece a ese nanogénero audiovisual conocido como "animación para adultos" que, en su término, ya se define de una manera muy explícita: son ficciones dibujadas, ya sea a mano u ordenador, pero que, por su lenguaje, temas e historias, se dirigen claramente a un público distinto al que habitualmente ha consumido más animación, que no es otro que el infantil. La familia amarilla marcó un antes y un después en el género, y rápidamente se le unieron otros éxitos como Padre de familia o American Dad, en las que predomina no sólo la sátira actual, sino también el humor. Y, cuánto más burdo, escatológico y negro sea, mejor.

El humor como crítica social

"Miré en la mesilla de mi madre y ya sé qué me va a regalar por Navidad: el UltraVibe Pleasure 2000", es una de las frases más recordadas de Eric Cartman, el polémico niño de diez años que protagoniza South Park. Pese a su corta edad, Cartman es manipulador, egoísta, abiertamente racista y profundamente misógino. Sin embargo, es el eje central la serie, sobre el que se construye todo el humor a su alrededor.

South Park apuesta por una historia en la que el formato choca con lo que se cuenta: acostumbrados a los dibujos animados de nuestra infancia, vemos cómo se utilizan para escupir palabrotas y mostrar situaciones cotidianas llevadas a lo absurdo. "El humor negro nos permite aliviar la tensión, y sirve como amortiguador emocional: amortigua el impacto de temas que serían más complicados de afrontar de hacerse en otros formatos", explica Cristina Viartola, psicóloga audiovisual, en una entrevista para El Independiente.

Pero, si bien estas ficciones se centran principalmente en la crítica social, no todas lo hacen a través del humor. O incluso, si lo hacen, en ocasiones dejan espacio para la seriedad. Así, cuando nos acostumbramos a su humor fácil y callejero, South Park muestra de manera muy seria la pérdida de identidad de un niño tras el divorcio de sus padres, terminando por hacerle caer en el alcoholismo. Y nos choca, porque no esperamos ver un relato tan crudo de la realidad en un dibujo animado.

La depresión nostálgica de la animación

Rick, de Rick y Morty, tiene depresión; el caballo BoJack de BoJack Horseman se odia a sí mismo; Zero, de Cortar por la línea de puntos, es emocionalmente inseguro... La animación ya no habla de una realidad política, sino de una realidad social.

"Las series de animación para adultos permiten asimilar conceptos más serios porque combinan elementos visuales y narrativos de una manera única. Ofrecen un espacio en apariencia muy seguro para abordar temas como la depresión, la adicción, la ansiedad...", expone Viartola. De manera irreal, y con el carisma de una figura imaginaria, la animación deshilvana al ser humano, y permite que se muestre tal y cómo es.

Bojack Horseman
Bojack Horseman | Netflix

Esto tiene, según la psicóloga, "un efecto positivo" en el espectador. "La caricaturización de los personajes y el humor que emplean nos permite explorar temas complicados con cierta distancia emocional. BoJack Horseman, por ejemplo, afronta temas dificilísimos como el suicidio o la depresión sin hacernos sentir abrumados. De una manera realista esto podría hacerse muy duro", explica.

Existe también un factor nostálgico en todas ellas. Sin dejar de tratarnos como adultos, "la conexión de la imaginación con la creatividad y con la asociación de nuestros recuerdos infantiles nos muestra más receptivos hacia narrativas complicadas", describe Viartola. La animación nos transporta a una época en la que éramos más inocentes y felices, mientras logra que nos sintamos como algo más que críos.

¿Qué series de animación se recomiendan?

La ya mencionada BoJack Horseman es una de las recomendadas por la psicóloga al tratar "temas complejísimos sin resultar invasiva". La serie, disponible en Netflix, cuenta la historia del caballo antropomorfo BoJack, estrella en los noventa de una sitcom popular pero que veinte años después es incapaz de reconducir su vida profesional, afectándole en lo personal.

Otra que Viartola recomienda es Hora de Aventuras una serie de la que asegura "se puede sacar mucho", y que no está dirigida únicamente a un público adulto. La terapeuta defiende que la historia del humano Finn y su perro Jake "explora temas existencialistas con un formato irrealista y con mucho, mucho humor".

Aunque admite que cualquier formato audiovisual puede ser un gran apoyo terapéutico, Viartola asegura que depende mucho de "cada persona y del momento personal en que se encuentra". Expone que, a veces, son estas series las que salen en una sesión de terapia, cuando algún paciente le comenta que se ha visto reflejado en un personaje en concreto. "A lo largo del día sentimos muchísimas emociones, y a estas hay que cuidarlas también. Hay que ser muy cuidadosos con lo que se recomienda, y habría que valorarlo dentro de un trabajo individual".