Toda gran diva tiene una leyenda detrás. La de Saioa Hernández, la soprano española con mayor proyección internacional, tiene que ver con sus comienzos. Antes de entregarse al bel canto jugó al balonmano, estudió Derecho, se licenció en Magisterio Musical, fue profesora, preparó oposiciones para ingresar como oficial en el Ejército del Aire e incluso estuvo un par de años en un convento. Que lo suyo era la ópera lo descubrió ya cumplidos los 25. Fue la última protegida de Montserrat Caballé, que la definió como "la diva de nuestro siglo". En 2018 se convirtió en la primera soprano española en protagonizar una apertura de temporada en la Scala de Milán con la Attila de Verdi. En 2022 hizo lo propio en la Ópera de París con Tosca, de Puccini, a las órdenes de Gustavo Dudamel. Poco después recibió de manos de los Reyes la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.
Ahora, esta madrileña, consumada experta en el repertorio italiano, debuta con la Orquesta Nacional de España interpretando seis lieder de Richard Strauss. "Es algo que tenía muchas ganas de hacer: entrar en el repertorio alemán, hacerlo en Madrid y debutar con la Orquesta Nacional", explica en conversación con El Independiente recién aterrizada de Berlín, donde ha hecho tres funciones de Turandot. "Yo no suelo hacer recital de canción, los conciertos que he hecho han sido siempre de ópera o de zarzuela, así que atacar el mundo de la canción y hacerlo directamente con lieder es muy especial".
En busca de una vocación
Hernández recorrió un camino alambicado en busca de su vocación. Porque tenía claro que quería dedicarse a algo que "realmente fuera mi pasión, que se me diera bien, que hiciera con gusto", que los sacrificios necesarios no parecieran tales. La epifanía tuvo lugar cuando trabajaba como maestra. "Se me terminaba el contrato en el colegio y me ofrecieron ir como corista en una gira por Francia. Yo siempre había formado parte de coros, sobre todo de repertorio sinfónico, pero era la primera vez que iba a hacer ópera como corista. Cuando me subí al escenario se me abrieron los ojos. Supe que era lo que había estado buscando, que quería dedicarme a esto. Y decidí dedicar todos mis esfuerzos a ver dónde me llevaba esto".
Pregunta.- Tengo entendido que el componente teatral fue decisivo a la hora de dar el paso y dedicarse a la ópera.
Respuesta.- Fue un descubrimiento. Poder entrar en un personaje y darle vida no solamente con la voz sino a través de tu gestualidad y de la interacción con tus compañeros… Son muchos los elementos que debes tener en cuenta mientras estás cantando, pero llega un momento en el que todo surge de forma natural y prácticamente no lo piensas. Y cuando sales sales al escenario de repente ya sientes que no eres tú, eres ese personaje, que en el transcurso de la ópera va creciendo, va nutriéndose de todo lo que va pasando alrededor. Cada noche es diferente. Para mí esa es la parte más especial de cantar como solista en una ópera. Y es algo que intento reproducir en los recitales, transmitir al público que eres un personaje diferente en cada pieza.
P.- ¿En esta profesión se considera un inicio tardío comenzar a los 25?
R.- Lo pensé durante mucho tiempo, sobre todo al principio. Sentía cierto síndrome del impostor, me exigía más que el resto para que nadie notara que había llegado tarde. Pero en realidad no era verdad. Mucha gente comienza incluso más tarde que yo. El canto es diferente a otras disciplinas musicales. Hubiera llegado tarde de haber querido estudiar un instrumento, pero yo quería estudiar este instrumento [se lleva la mano a la garganta]. Y para dominarlo no necesitas adentrarte en él tanto como un pianista o un director de orquesta. Necesitas ciertas nociones, que he ido adquiriendo con el tiempo, con clases, ensayando. Pero no le dedicas el mismo tiempo. Al canto no le puedes dedicar tantas horas como al piano o a la guitarra. Te enriqueces con otro tipo de experiencias.
P.- Montserrat Caballé desempeñó un papel muy importante en tus comienzos. ¿Fue una suerte de mentora?
R.- Ella es el gran personaje, pero en realidad fue su hermano, Carlos Caballé, quien desempeñó ese papel de mentor. Él me llevó a ella, él hizo que preparara con ella mis dos debuts, Norma en Italia y Il pirata en España. Fue él quien me descubrió en el concurso Manuel Ausensi. Lo gané y a partir de ahí salieron aquellos dos roles. Al año siguiente asistí a unas masterclasses con la Caballé, y cuando canté en el concierto finall ella pronunció aquellas palabras, "la diva de nuestro siglo", que obviamente me ayudaron mucho. El vídeo de aquella actuación era uno de los que mandaba a las agencias para ver si alguna me cogía, y claro, enseguida entré en una de las mejores. Que Montserrat Caballé diga eso de ti es una carta de presentación inmejorable, pero también una gran responsabilidad.
P.- Estás casada con otro artista lírico, Francesco Pio Galasso. ¿Qué ha supuesto a la hora de desarrollar tu carrera?
R.- Le debo casi todo. Conocemos a muchas parejas en la profesión que no pueden ni hablar entre ellos de canto, se ponen a discutir enseguida. Pero yo a él lo he necesitado y le necesito. Estudio con él, y para mí es muy importante en la preparación de todas las óperas. Muchas veces, sobre todo cuando he estado enferma, en momentos difíciles o en eventos importantes, he necesitado que él estuviera ahí. Al comienzo de mi carrera estuvimos estudiando con una persona con la que no nos fue bien técnicamente, hubo un momento en el que yo no quería seguir cantando, y fue gracias a él que cambié toda la técnica y mi carrera empezó a ascender. En muchas ocasiones ha dejado de lado lo suyo para estar conmigo y ha renunciado a parte de su carrera por la mía, que era la que en ese momento estaba despegando.
P.- ¿Cuál es tu personaje favorito, aquel con el que te sientes más cómoda en este momento de tu carrera?
Hay personajes que interpreto muchísimo, como Tosca, que creo que es uno de mis roles bandera. Pero yo me siento muy bien cantando Madama Butterfly, Medea o por supuesto Gioconda. Y en este momento me siento muy bien y está dando un gran resultado Turandot, y eso que yo no daba un duro por ella antes de conocerla realmente como personaje, antes de haberla interpretado. Porque canta poco, y a mí me gustan mucho los roles que cantan mucho, en los que tienes margen para jugar y puedes desarrollar el personaje. No esperaba que fuera a tener tan buena acogida, pero está funcionando muy bien y me la están pidiendo mucho. Es un rol que ha venido para quedarse.
El año pasado, Saioa lanzó su primer disco como solista, Il Verismo d’Oro, homenaje al repertorio que domina a través de un puñado de arias poco conocidas. El 5 de junio debutará en Estados Unidos en el Carnegie Hall. El próximo otoño vuelve a abrir temporada en París. Llegará al Real dentro de dos con un Puccini que todavía no puede desvelar. Y en el horizonte un debut en el repertorio operístico alemán con una ópera de Strauss. De momento se arranca en alemán con sus lieder esta semana en el Auditorio Nacional los días 21, 22 y 23 de febrero.
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