Es un viaje por la imagen, el sonido y la creatividad a través de 35.000 millones de fotografías. Algunas reales, otras generadas por inteligencia artificial y todas ellas combinadas con algoritmos imposibles que permiten generar arte inteligente para envolver al espectador en un nuevo concepto artístico. La IA expone por primera vez en el Museo Guggenheim de Bilbao. Lo hace de la mano del artista Refik Anadol y bajo la inspiración de la obra de Frank Gehry, sus espacios y creaciones, incluso los sonidos de sus edificios.

La instalación ‘vive’ en una sala habilitada expresamente para este tipo de obras, únicas y creadas específicamente para mostrarse en ese espacio inmenso que es la sala 208 de la pinacoteca bilbaína. Su forma casi circular, sus paredes de 16 metros de altura que actúan como un lienzo y el medio centenar de proyectores que se alzan en el techo son capaces de proyectar una creación singular, basada en la IA. A través de sus algoritmos permite infinitas combinaciones y experiencias a los visitantes para que nunca se repitan las secuencias ni el desarrollo de la obra.

En esta ocasión la instalación de Anadol (Estambul, 1985) lleva por título ‘Arquitectura viva: Gehry’. En ella reproduce a través de miles de imágenes de alta calidad -20K- algunos de los bocetos del artista que ideó el Guggenhmeim, y al que conoció hace una década. También incorpora imágenes de otros muchos de sus trabajos. Junto a ellos, imágenes de arquitectura, de colores intensos, de escenas que trasladan al espectador a espacios imaginados o reales de tierra y arena, de luz y movimiento, que permiten una experiencia inmersiva y multisensorial propia de la estética nacida de la IA.

La obra se presenta como un “pensamiento dinámico” que funciona en forma de relato y al que acompaña una “sonificación” específica. Un soporte sonoro creado a partir de grabaciones de los propios edificios de Gehry para escuchar “una arquitectura viva” y que permiten un hilo conductor y casi hipnotizante al espectador.   

Anadol pertenece a esa corriente de vanguardia conocida como de ‘arte algorítmico’ que crea con una narrativa de datos para meter al espectador “en la mente de la máquina”. En su trabajo aborda los desafíos y las posibilidades de la omnipresente informática y el significado del ser humano en la era de la inteligencia artificial. En su caso, la materia prima son los datos, los algoritmos y los recuerdos digitalizados.

Considerado uno de los artistas de referencia en el ámbito de la IA y el arte generativo, Anadol defiende el uso de la inteligencia artificial como un ‘pincel’ con el que crear y que brinda múltiples posibilidades para "encontrar lo humano en lo que no es humano". Su obra invita a reflexionar sobre la interacción entre memoria, creatividad y arquitectura y recurre a la IA como un medio para la imaginación.

La instalación que ahora presenta en el Guggenhneim Bilbao está compuesta por seis episodios temáticos que se suceden unos a otros y que nunca se reproducen del mismo modo. Se trata de una “obra viva que no tiene un principio ni un fin”, recuerda el autor: “Nos estamos inventando una nueva realidad cada vez, esto no es una pintura ni es una escultura es una nueva realidad”.

La instalación de Refik Anadol ha sido la última exposición que el aún director del Museo Guggenheim ha presentado antes de ceder el testigo a Miren Arzalluz. El propio Anadol despedía con un abrazo a Juan Ignacio Vidarte, que ha sido reconocido con una larga ovación por parte de la prensa y los presentes. El ha subrayado la simbología de esta instalación ante el cambio de ciclo que se abre en el Museo: “De algún modo, estamos abriendo un nuevo capítulo, no solo porque estamos inaugurando este ciclo, sino porque estamos dando acogida a una obra basada en una tecnología que va a permitir que esa obra esté permanentemente viva y cambiante a lo largo, del tiempo".

Vidarte ha asegurado que “la vida es estupenda” y ligeramente emocionado ha agradecido la oportunidad de haber podido estar al frente del museo tanto tiempo, “la vida es maravillosa”, ha asegurado.

A partir de abril será Arzalluz la que asumirá la dirección de la pinacoteca bilbaína. Se cerrará así un ciclo que comenzó desde la inauguración del museo en 1997 y en el que Vidarte siempre ha estado al frente de la institución cultural que transformó la imagen, sociedad y economía del País Vasco.