Cuando alguien canta muy bien canta como los ángeles. O como un ruiseñor. Serena Sáenz (Barcelona, 1994) se formó en las corales juveniles de su ciudad natal interpretando piezas como El cant dels ocells, el ornitológico himno oficioso de Cataluña universalizado al violoncelo por Pau Casals. Iba para bailarina, comenzó a estudiar periodismo, pero el éxito en las audiciones y la insistencia de sus maestros la empujaron hacia la música. Hoy es la soprano española más prometedora. Hace tiempo que a Sáenz le rondaban los pájaros por la cabeza con la idea de grabar su primer disco. Ahora Birds es una realidad y lo presenta este jueves en la que es su casa musical, el Palau de la Música Catalana.
No ha sido fácil sacar este proyecto adelante, ni siquiera para Serena Sáenz, ya conocida y respetada en los teatros de ópera europeos. En esta época en que las compañías ya no viven de vender discos, preparar un álbum de clásica con una buena orquesta y sin que el presupuesto se vaya de madre es un reto mayúsculo. Sáenz lo ha conseguido en Rumanía, donde el pasado verano grabó con la Orquesta Filarmónica de Transilvania a las órdenes de la directora italiana Clelia Cafiero esta colección de piezas evocadoras del canto de los pájaros, casi siempre ruiseñores, compuestas por Granados, Offenbach, Saint-Saëns, Gounod o Rimski-Kórsakov.
"Parecía un sueño imposible, pero para mí era muy importante dejar constancia de mi momento vital y de cómo suena mi voz ahora", explica por videollamada desde Barcelona. Birds es un registro de este momento germinal de una carrera que confía sea muy larga.
El trino de ahora
La idea de los pájaros comenzó en realidad como un proyecto de recital temático con el que "presentar mi voz como soprano lírica de coloratura [ese tipo de voz ágil y ligera cuyo sonido se asimila convencionalmente con el trino], como el ruiseñor español que despierta", dice entre risas. "El pájaro es un paralelismo y un simbolismo muy bonitos para describir este tipo de voz. Decidí investigar el repertorio, y hay tantas piezas, es tan abrumador, que me he dejado muchas fuera que me hubiera gustado incluir".
Una de las que no han entrado es precisamente El cant dels ocells. Pero ha quedado un disco redondo y muy internacional en el que Sáenz canta en español, italiano, ruso, francés, inglés y alemán, idioma que domina a la perfección porque ha vivido cinco años en Berlín, donde completó sus estudios musicales.
No es ninguna tontería lo de dejar constancia del estado de la voz. "Es un instrumento muy interesante, y a la vez da un poquito de miedo porque está en constante evolución. De año en año siempre hay algún cambio que yo me noto. Conforme va pasando el tiempo las mujeres evolucionamos hormonalmente. En el momento de ser madres, por ejemplo, la voz gana volumen, pero eso hace también que en algunos casos se pierdan los agudos. Yo misma noto que desde que grabé el disco en junio mi voz ha ganado cuerpo. Por eso necesitas que tu profesor de canto te diga constantemente por dónde van los tiros. Es un ajuste de clavijas permanente.
Pregunta.- ¿También influye el repertorio en esa evolución de la voz?
Respuesta.- Así es. Dependiendo del rol que cantes, la voz va a tirar un poco en una dirección u otra. Y sobre todo cantar en teatros grandes tiene una influencia directa. No es lo mismo hacerlo en una sala pequeña que en la Ópera Estatal de Viena. La proyección que le doy a la voz inconscientemente en un teatro grande es muy diferente, porque estoy usando los músculos para poder llenar esa sala enorme. Eso hace que la voz gane cuerpo y volumen. Además, es muy diferente estar interpretando cada noche a la Reina de la Noche de La flauta mágica de Mozart que un Puccini, por ejemplo, que de momento no entra en mi parte de repertorio. He hecho El tríptico, he hecho la Lauretta de Gianni Schicchi, pero no me voy a poner a interpretar a la Mimi de La bohème ahora. Podría, sí, pero no considero que sea lo adecuado para la evolución de mi voz a nivel orgánico. Le quitaría años de vida si empiezo a atacar ese repertorio demasiado pronto.
P.- ¿Qué es lo que más te gusta cantar, con lo que más disfrutas?
R.- ¡Uf! Yo disfruto mucho con el bel canto. Como he vivido en Alemania mucho tiempo y hablo alemán muy bien canto mucho en alemán, y me gusta, pero creo que a la hora de gozar mientras canto prefiero la italianidad del bel canto. La música de Mozart es maravillosa, me encanta cantar Strauss, pero todo es un poquito más técnico. El bel canto tiene una parte técnica muy importante, pero se disfruta más a nivel de personaje. Es un poco más cercano a mí. Cantar en italiano es casi como cantar en español. Siento que esa italianidad me permite expresar e interpretar un poco mejor.
P.- Tengo entendido que cuando eras adolescente no entraba dentro de tus planes dedicarte profesionalmente a la música.
R.- Vengo de una escuela coral, de niña me encantaba estar en el escenario y cantar con mis compañeros. De hecho fueron los directores de los dos coros en los que estuve quienes me descubrieron y me dijeron, 'Serena, tú tienes una voz especial, tienes que dar clases de canto privadas, por favor, tómate esto en serio'. Pero para mí era un hobby más. Cuando llegó el momento de decidir qué estudiar no veía nada claro que la música clásica fuera una carrera viable con la que ganarse la vida. Comencé periodismo mientras seguía en el conservatorio. Pero todo el mundo me decía que tenía una voz que valía la pena, y en las audiciones me daban los papeles, así que poco a poco fui convenciéndome de que podía dedicarme a esto.
P.- También bailabas. Hace poco en la cuenta de Instagram de la Ópera de Viena recordaban tu pasado como bailarina en un videoclip de Monster High.
R.- Ja, ja, sí, ahí tenía como 17 años o 18 años. Yo realmente quería ser bailarina, estudié danza e hice una formación profesional focalizada en teatro musical porque pensaba que en ese género podría cantar y bailar. E hicimos varias cosas, entre ellas aquel videoclip de Monster High.
Lo cierto es que mi formación física como bailarina me ha venido muy bien, y estoy muy agradecida de haber empezado así. Si solo me hubiera enfocado en cantar, ahora mismo quizá cantaría mejor, puede ser. Pero las tablas en el escenario, la inteligencia espacial que me han dado todos estos años de formación como bailarina son increíbles. Me siento muy cómoda con cualquier tipo de movimiento, puedo responder a lo que los directores de escena me piden y muchas veces ofrezco alternativas que sean más visuales. La gente se sorprende de que sea capaz de cantar y moverme a la vez, y es porque gracias a la danza tengo el físico entrenado. Y me parece que es una tendencia en auge. Cada vez más los cantantes de cualquier rama necesitan que haya un show además de la voz. Vivimos en un mundo muy visual, donde las cosas pasan en tres segundos y enseguida queremos hacer un swipe. Si quieres enganchar a alguien tienes que hacerlo con todos los sentidos. Y en la ópera eso también está teniendo una influencia. Los directores de escena te cuelgan de un arnés o quieren que bailes mientras cantas. También tenemos momentos estáticos preciosos donde prima la música, y eso tiene que seguir así, pero si el cantante da juego a nivel escénico se le prefiere a alguien que solo pueda cantar.
P.- Un ejemplo es el contratenor polaco Jakub Józef Orliński, que además de ser un cantante excelente baila break dance y es skater. Personalidades como las vuestras, alejadas de cierto divismo un poco apolillado, sirven para acercar la música clásica a otros públicos.
R.- Sí, yo creo que salirse de lo que entendemos como divo o diva del mundo de la ópera ayuda a que la gente, no sé cómo llamarla, del mainstream, a la que no le gusta solo la clásica, puedan acercarse a esta música, porque quizá encuentran a Jakub por un vídeo de break dance y dicen, ostras, que además canta esto, qué guay.
"Es increíble las tablas en el escenario y la inteligencia espacial que me han dado mis años de formación como bailarina"
P.- Decías que no imaginabas que fuera posible tener una carrera viable en la lírica. ¿Crees que tu percepción hubiera sido distinta de haber nacido en un país más musical como Austria o Alemania? ¿Es necesario pasar por Berlín o Viena para convertirse en una figura mundial?
R.- La formación que yo recibido en España es muy buena. Pero soy una persona muy curiosa, me gustan los idiomas, y para mí era muy importante salir del caparazón, irme fuera y descubrir otros mundos. Y claro, llegar a Berlín, donde acabé la carrera, hice el Opera Studio [una suerte de MIR de excelencia para cantantes líricos] y al final estuve viviendo cinco años fue un poco un abrir de ojos. Alemania y Austria son el centro neurálgico de la música clásica a nivel mundial. No es que la calidad de la enseñanza sea superior, lo que sucede es que la música forma parte de su día a día. Mi compañera de piso, que era médico, se iba sola a ver conciertos de música clásica y yo alucinaba. En Berlín hay tres óperas, la Filarmónica, el Konzerthaus y otros muchos sitios donde pasan cosas todos los días. El primer año que viví en Berlín iba cada semana a tres o cuatro conciertos de un altísimo nivel. No estoy diciendo que lo que tengamos en España no lo sea, pero no hay tanta oferta. Esa es la diferencia. Y para alguien que quiere empezar en este mundo es muy estimulante ir a un lugar con semejante bullicio musical. Fui compañera de estudios de solistas que hoy son top mundiales. Nos juntamos allí una promoción muy chula de músicos españoles, como el violoncelista Pablo Ferrández y su hermana Sara. Todos queremos tocar mucho en casa, pero hemos tenido esa necesidad de salir para ganar más peso y más fuerza.
P.- En julio participas en el estreno absoluto en el Liceo de Benjamin en Portbou, una ópera del maestro Antoni Ros-Marbà. Pero antes, en junio, tienes La tabernera del puerto en el Teatro de la Zarzuela. En la edición de 2022 de Operalia, el concurso internacional de ópera fundado por Plácido Domingo, ganaste varios premios, entre ellos el de mejor cantante de zarzuela. ¿Disfrutas interpretando género chico?
R.- Me encanta. La zarzuela me parece un género brillante, y estoy muy contenta porque es la primera vez que voy a hacer una zarzuela completa, aunque he cantado arias, he hecho conciertos y me empeño en llevarla conmigo a todas partes. Me hace una ilusión tremenda. Y no me quiero adelantar, pero me gustaría hacer cada vez más repertorio español, sobre todo en recitales y conciertos, incluso copla y cosas así. Tengo la espinita de hacer un recopilatorio de las canciones de siempre que escuchaban mis abuelos en casa pero versionadas por mí. Porque yo soy de Barcelona, pero mis raíces por parte de madre son de Granada, así que había mucha cosa andaluza en casa.
P.- ¿Cuáles son tus referentes, esas cantantes que admiras y en las que te querrías ver reflejada?
R.- Para el repertorio alemán de coloratura que estoy haciendo he escuchado sobre todo a Edita Gruberová. Es un referente y me encanta su manera de cantar. Antes de morir la escuché un par de veces en directo, y aunque ya no tenía la voz de antes, con 70 años era capaz de hacer unas cosas muy espectaculares, gracias a una técnica muy depurada y a haber sabido hacer el repertorio correcto y cantar de una manera muy sana durante toda su vida. Para mí eso es muy importante. Saber qué cantar y cuándo cantarlo para estar sano y durar mucho. Creo que ella es quien mejor lo hizo. Para el bel canto me gusta mucho Mariella Devia, que además es una gran maestra de cantantes. Y un poco más antigua, Anna Moffo. Me encanta su manera de cantar las cosas italianas, una Traviata, una Lucia di Lammermoor...
P.- Y a ti, ¿te comparan con alguien?
R.- No sé. Creo que lo único que he escuchado alguna vez ha sido eso de la nueva Caballé. No porque tenga la misma voz, sino porque soy española, de Barcelona y necesitan buscar una sustituta, pero ya está.
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