El estado de WhatsApp dice mucho, o poco, de su usuario. O usuaria. El de Inés Martín Rodrigo, periodista, escritora y ganadora del Premio Nadal 2022 por Las formas del querer, es una declaración de intenciones: "Escribiendo…". Si el poeta Kaveh Akbar, autor de la novela ¡Mártir!, es un firme defensor del uso de la exclamación en los correos electrónicos (para evitar males menores o mayores), Martín Rodrigo opta por los puntos suspensivos, un signo de puntuación ambiguo, sujeto a la interpretación. Un signo de puntuación libre.

Así se siente ella tras la escritura y publicación de Otra versión de ti (Destino), su tercera novela, la primera tras ser galardonada hace tres años con el Nadal. Alas le dio aquel premio, aquella bendición la víspera de Reyes Magos. Presión ya se mete ella misma. La redactora del suplemento literario ABRIL (Prensa Ibérica) compara su mente con una centrifugadora que no para; un non stop muy útil en lo estrictamente literario. Dejemos lo personal a un lado.

Ya rumia en su cabeza su próximo libro, su próximo proyecto, pero aún no ha sido capaz de sentarse a escribir. "Necesito distanciarme de cualquier libro que termino y especialmente de una novela como Otra versión de ti", expresa Martín Rodrigo (Madrid, 1983) en conversación con El Independiente. Para ella, la literatura es la cara (¿o la cruz?) de una única moneda: la vida. "A veces tiras la moneda y cae de un lado y a veces la tiras y cae del otro", reflexiona.

El hilo conductor de la trama de Otra versión de ti es la búsqueda de una mujer (por otra mujer) que desaparece tras varios reveses de la vida (la muerte).

La autora trae a colación una película japonesa, Despedidas (2008), cuyo protagonista, un violoncelista en paro, regresa con su mujer a su pueblo natal y empieza a trabajar en una funeraria. "La sociedad oriental enfrenta la muerte de manera distinta. La película te enseña cómo se despiden de sus seres queridos. En la despedida siempre hay trauma, pero se abraza de otra manera el soltar la mano del que se marcha".

La casualidad, que no causalidad, hace que esta entrevista transcurra en la primera planta de un hotel (o segunda, según se mire), cuya planta baja (o sótano, según se vuelva a mirar) alberga un recóndito y diminuto cine dentro. Cinema Miró. Ciclo Dirty Dancing.

Inés Martín Rodrigo recuerda una infancia, en un pequeño pueblo, en el que no se hablaba de la muerte: "Te llegaba y tenías que enfrentarte a ella. Estaba presente de manera abrumadora y constante: cuando tocaban a muerto, el luto desde el punto de vista de la vestimenta… Esa presencia de la muerte constante y a veces abrumadora no se corresponde con un hablar de la muerte, un verbalizar".

Quizás, Inés Martín Rodrigo esté ajustando cuentas a través de Otra versión de ti: "He empleado la literatura para poner todas esas palabras que no se me dieron en su momento".

Pregunta.- ¿Ha habido épocas en las que soñabas que escribías?

Respuesta.-  Los sueños están presentes en la novela porque tienen mucha relación con la memoria. Y la memoria es un tema fundamental de esta novela; la memoria como constructo vital. Soñamos en función de lo que hemos vivido a lo largo del día, de las preocupaciones que nos acechan a lo largo de la jornada. Nuestro cerebro trata de arreglar el desaguisado en el que a veces se ha convertido un día. Es inevitable que, cuando estás dedicada a una novela –he entregado mi vida a escribirla–, los sueños estén dedicados a eso. Soñaba a veces que escribía páginas estupendas. Y, sobre todo, soñaba que respondía a entrevistas y que además, las respuestas eran estupendas [se ríe].

P.- Como en tu novela te gusta citar a tus referentes, a las autoras y los autores que has leído, a tus libros de cabecera, te leo dos citas. Una es de Roland Barthes, semiólogo, de Diario de duelo. "En cuanto alguien está muerto, construcción enloquecida del porvenir (cambio de muebles, etc.) Futuromanía".

R.- Es una frase con la que todos aquellos que hemos sufrido una pérdida desgarradora, una pérdida que ha quebrado nuestra vida, como la muerte de mi madre, es inevitable que nos sintamos identificados con ella. Yo te citaría otra frase que también está en el libro [Otra versión de ti], de Joan Didion, que dice que a los muertos hay que dejarlos marchar. Es una verdad dolorosa, pero también liberadora, tanto para nosotros como para ellos. Otra versión de ti es mi manera de dejar marchar a mis muertos, liberarlos, y de liberarme de ese enorme peso que la ausencia ha tenido en mi vida.

P.- Te leo una segunda frase, del autor de Las crónicas de Narnia, C.S. Lewis. "Nunca nadie me contó que el duelo era tan parecido al miedo".

R.- El duelo es un estado de ánimo. Sabes cuando empiezas a atravesarlo, incluso antes del fallecimiento del ser querido, y se convierte en una danza macabra que bailas y quienes están a tu alrededor han de bailar contigo y que probablemente nunca dejes de atravesarlo. Aprendes a convivir con el duelo, con esas ausencias tan presentes en tu propia vida, pero es importante aprender a convivir con ese duelo. El problema es que la sociedad occidental no nos ha dado las herramientas para poder enfrentarnos a un duelo que a todos nos va a llegar. No hay nada más universal que la muerte de un ser querido. Vivimos al margen de la muerte, obviándola, ignorándola. Yo crecí en un pueblo pequeño y la muerte era algo que ni se mentaba, algo profundamente doloroso y negro. Mi abuela, cuando falleció mi madre, se enlutó de la cabeza a los pies. Ese luto negro que no se quitó hasta que murió era una presencia abrumadora que arrollaba con todo. Han tenido que pasar muchos años para que yo pueda encontrar algo de luz en medio del duelo.

P.- ¿Has visto Los destellos?

R.- Sí. Además, uno de los temas fundamentales de la película que comparte con Otra versión de ti es la muerte digna, el de acompañar a un ser querido al final de una enfermedad terminal y respetar la decisión de esa persona.

P.- Leyendo el libro me he sentido un poco voyeur.

R.- Observador total.

P.- De tu vida.

R.- De la vida de la protagonista [se ríe].

P.- Estarás harta de que te pregunten por eso. A lo mejor es la pregunta que desearías que nadie te hiciese, sobre la relación entre la ficción y la realidad. ¿Cuánto tiene este libro de ti?

R.- Este libro es otra versión de mí, de la Inés Martín Rodrigo escritora. Es una hibridación entre la realidad y la ficción. Es un ejercicio de prestidigitación literaria que me ha costado mucho esfuerzo, muchísimo trabajo, al que he dedicado una constancia y una entrega como nunca antes en mi vida y para el que he recurrido a todas esas herramientas narrativas que me permitieran entrelazar la realidad y la ficción, como muchos otros autores y como muchas otras autoras han hecho antes en la historia reciente de la literatura. Hace unos días veía por cuarta vez el documental de Joan Didion, El centro cederá [disponible en Netflix]. Hay un momento en que le preguntan a Didion si en un momento dado de su carrera –ella escribe una novela cuya protagonista comparte muchas cosas con la Joan Didion autora, escritora y periodista– a su marido, que también aparecía ficcionado en esa novela, le pareció bien, si no lo cuestionó, y Joan Didion dio una respuesta de la que yo me voy a apropiar en este momento: "Era el material que yo tenía en ese momento y lo utilicé, y mi marido no solo estaba al tanto de ello, sino que además lo corrigió". Lo mismo, en mi caso.

P.- ¿Quién te ha corregido a ti?

R.- Mi editora. Pero sí, desde luego, mi pareja ha estado al tanto de este proyecto desde la primera hasta la última página. Lo ha respetado, lo ha apoyado y se siente tan orgullosa o más que yo.

P.- Mencionas a McEnroe.

R.- Forma parte de la playlist que he hecho en Spotify. De la misma manera que las películas tienen banda sonora, los libros también tienen su banda sonora, de la que forma parte la voz maravillosa y deliciosa de Ricardo Lezón que nos dice que la tristeza tiene su parte de belleza. 

P.- Un rayo de luz.

R.- Para eso también sirve la cultura, la literatura. Esa canción nos enseña que en los momentos de oscuridad, la luz se las apaña para entrar por algún resquicio. Eso siempre tenemos que tenerlo claro, incluso ahora mismo con la sombra acechante de la ultraderecha, del trumpismo y de los fanatismos.

P.- Candela [la protagonista que desaparece] es descrita como una mujer que a veces se queda sin palabras, aunque trabaje con ellas, o sea, opta por el silencio. ¿Preferirías que el libro hablase por sí mismo?

R.- A veces, la mejor respuesta es el silencio. Yo me explico mucho mejor cuando escribo. Y me entiendo mucho mejor. Yo, y cito de memoria a Candela, escribo para entender, para entenderme y para que me entiendan. Hay días en los que la única manera que encuentro de poder saber lo que siento y comunicarlo a los demás y a mí misma es a través de la escritura. Desde hace casi tres años escribo un artículo semanal y he descubierto muchas cosas de mí misma que de otra manera no hubiera descubierto.

P.- ¿Cómo se siente una persona que suele estar al otro lado de la entrevista? Eres la entrevistadora entrevistada.

R.- Muy cómoda.

P.- ¿Qué pregunta nunca te harías?

R.- Siempre planteo las entrevistas como conversaciones, como charlas, siempre desde el respeto absoluto hacia normalmente un escritor o una escritora. Sé perfectamente el camino de esfuerzo que ha transitado para poder llegar a sentarse enfrente. En mis entrevistas siempre hay empatía, comprensión, respeto personal, y nunca jamás cruzo esa línea. A mí no me interesa la vida personal del escritor o escritora; me interesa su obra. Y eso es lo que espero cuando a mí se me entrevista.

P.- Ups.

R.- Eso no quita que yo responda siempre a las preguntas.

P.- Te pido disculpas.

R.- No, no, no. No porque, además, he utilizado mi vida personal como material para construir esta novela. Entiendo que haya preguntas que conciernen de algún modo o que tienen que ver con mi propia vida.

P.- ¿Una pregunta que nunca te han hecho y te gustaría que te hiciesen en este tipo de charlas?

R.- Yo me entrevistaría fatal porque no estoy fuera, porque me afecta a mí, porque me implica a mí. El otro día, Rosa Montero me decía que, como ella también viene del periodismo, siempre le pedían escribir las contras de sus novelas. Ella se negaba porque estaba tan implicada que era imposible hacer una descripción objetiva de esa historia.