Renoir, Dalí, Signac, Sorolla, Picasso, Matisse y Monet, entre otros pintores, fueron a bañar su mirada al Mediterráneo. El mar se convirtió a finales del siglo XIX y en el siglo XX en un elemento de modernización del arte. La exposición Redescubriendo el Mediterráneo, que se inaugura el 10 de octubre, en la Fundación Mapfre de Madrid revela un Mediterráneo que sirve de elemento dinamizador de las nuevas formas de pintar.
Las 138 obras de 41 artistas que componen la muestra proceden de 70 prestatarios tan destacados como el Musée d’Orsay, el Centre Georges Pompidou o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Un conjunto que, en palabras de Pablo Jiménez Burillo, director del Instituto de Cultura del aFundación Mapfre presenta “el Mediterráneo como una seña de identidad europea. Estamos hablando de arte europeo, que desde distintos puntos de vista tiene unas raíces que hacen una cultura europea y que van marcar una página realmente mágica y brillante dentro de la Historia del arte, tal vez uno de los momentos más felices del siglo XX”.
Bajo esta idea común se muestra en conjunto el trabajo de pintores que nunca se conocieron como Pinazo y De Chirico. “Se pueden poner juntos porque hay una identidad europea que está detrás, hay una identidad del Mediterráneo y vemos la valentía de artistas que supieron retomar una tradición para llevarla a un lenguaje moderno”, explica Burillo.
La muestra está organizada en forma de recorrido geográfico que arranca en Valencia, Cataluña y Baleares para viajar a Francia e Italia. Es en Valencia, y con Sorolla, donde se aprecia la capacidad del pintor para “transmitirnos un entusiasmo por la pintura que en esta muestra, este entusiasmo, se mantiene cuadro a cuadro”. Para los pintores valencianos, “tanto para Pinazo como para Sorolla el Mediterráneo es fundamentalmente la pintura al aire libre. Salen a pintar y la vida ocurre en la playa, vemos como transcurre la vida, una vida sencilla en contacto con la naturaleza y una cierta alegría de vivir”. A su paso por Cataluña, la expresión de identidad propia toma forma en el cuerpo de la mujer catalana. Y en Mallorca el color es el gran reto de los pintores, una obsesión que tiene su máxima expresión en los cuadros de motivos submarinos de Hermenegildo Anglada Camarasa.
En Francia el viaje de los pintores al Mediterráneo se convierte en una huída hacia lo auténtico. “Este es un momento en el que huir de la gran ciudad, huir de un mundo moderno que se hace cada vez más más invivible y buscar nuevos paraísos como el Mediterráneo. El mar supone un mundo de equilibrio entre la modernidad y el clasicismo”. El capítulo francés de la muestra deja un mapa de genialidades con Monet en Bordighera, Signac en Saint-Tropez, Derain en L’Estaque y Renoir en Les Collettes.
“El Mediterráneo en Italia son las ruinas, el Mediterráneo es una parte de su identidad, está en ellos y con la que tienen que ser modernos”, explica Burillo. La muestra se cierra con un diálogo entre la obra de Picasso y Matisse, dos pintores que siempre se miraban de reojo y que se hermanan en su mirada sobre el Mediterráneo. En ellos el mediterráneo ya no es un lugar al que ir sino un lugar que ya está incorporado en la obra de Picasso. “El malagueño- según Burillo- absorbe al Mediterráneo, vemos en sus últimas obras como ya no tiene ningún simbolismo sino que es parte de los cuadros de Picasso”.
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