Si para hacer una historia del arte con una perspectiva integradora de la mujer hay que ponerse las gafas de género, para hacer una historia del arte y cultura queer hay que hacer un ejercicio titánico al que se han atrevido Richard Meyer y Catherine Lord, docentes en Historia del Arte en la Universidad de Stanford y Bellas Artes en la Universidad de California, respectivamente.
“Inscribir la cultura queer dentro de la historia del arte significa redibujar las fronteras de lo que cuenta como Arte y de lo que cuenta como Historia. Significa buscar rupturas en la división entre arte elevado y baja cultura; entre logros públicos y vida privada”, explica Meyer en Art & Queer Culture.
Art & Queer Culture fue editado por Phaidon en 2013 y se reedita ahora para celebrar los 50 años de los disturbios de Stonewall en junio de 1969, considerados como la primera reacción del colectivo LGTB en EEUU para demandar sus derechos. La chispa fue una redada en el Stonewall, un bar de ambiente ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village.
La persecución y la ocultación, son la característica de la historia del colectivo. La cultura queer estaba escondida, restringida, perseguida y reprimida por lo que Meyer describe Art & Queer Culture como “una aventura curatorial promiscua. Incluye pinturas hechas y distribuidas bajo el signo de las bellas artes pero también aquellas hechas para consumo privado, underground o cualquier audiencia limitada. Bocetos, obras amateur, dibujos, murales de un bar, fotografías anónimas, poster activistas, todos están presentes en este libro así como pinturas, esculturas o cualquier forma de soporte de expresión”.
Las obras de artistas son de creadoras y creadores de toda orientación sexual, de una manera u otra, aportan a este paseo por la historia del arte y la cultura queer. Así está presente un retrato de Oscar Wilde hecho por Toulouse-Lautrec en 1895 con motivo de su juicio por “indecencia” o presencias más evidentes como la obra de Keith Haring o Cecil Beaton. Otros, como John Singer Sargent están presentes por la carga homoerótica de cuadros que hacía de modelos masculinos y que mantenía en su privacidad, pero se desconoce su orientación sexual porque su familia destruyó su archivo personal.
El libro está dividido en dos periodos que responden a la selección de obras de sus dos autores, una selección con una perspectiva muy anglosajona. De 1885 a 1980, obras seleccionadas por Richard Meyer, y de 1980 hasta nuestra década, con la selección de Catherine Lord. La razón de tal anómala división es simple. “Hemos descubierto tanta cultura y arte queer en los últimos treinta años que en el siglo anterior”, asegura Meyer.
Esa explosión de creatividad ha ido en paralelo al empoderamiento y adquisición de derechos, por lo que de la primera edición en 2013 a 2019 se han aumentado los artistas, en ambos periodos. La ampliación de esta edición incluye figuras como Francis Bacon, Nan Goldin, Catherine Opie o Félix González-Torres. Se suma también un capítulo titulado Queer and Now. Siguiendo con la perspectiva de la primera edición también hay creadores menos conocidos cultural como Celeste Dupuy Spencer, Lola Flash o Jim Chuchu.
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