Las bocas de metro llevan su nombre, son los ‘fosteritos’. El suburbano lo diseñó en su despacho en Londres. No es lo único que Sir Norman Foster (Reddish, Stockport, Reino Unido, 1935) dejó plasmado en la ciudad. Cuando en 1996 el jurado que debía elegir qué proyecto definiría la ampliación del Museo de Bellas Artes de la capital vizcaína, fue él quien lo presidió. Aquel joven arquitecto vasco, Luis María Uriarte, es hoy su representante y ayudante en su última aportación del moldeado del Bilbao del futuro. La nueva ampliación del museo que este lunes ha presentado con orgullo es la última genialidad salida de la mente y el despacho de arquitectura Foster “miles de bocetos” después.
El patronato del museo que dirige Miguel Zugaza lo eligió entre los 57 proyectos presentados. Bajo el título de ‘Agravitas’, aquella estructura liviana, casi flotante, que sobrevolaba los dos edificios de 1945 y 1970, integrándolos entre sí y con el entorno urbano, se antojaba como una nueva genialidad que no dejaría a nadie indiferente. “Tecnológica en su imagen, humanística en su enfoque, sensibilidad urbana y responsabilidad social para levantar un hito luminoso y leve en el corazón histórico de Bilbao”, aseguró el jurado al anunciar su elección.
La nueva estructura con la que el Museo ampliará de modo notable sus espacios aportará otros 8.000 metros cuadrados expositivos y de oficinas al complejo. El último ajuste del proyecto supone haber ganado 3.000 metros cuadrados más de los previstos en su primer proyecto, gracias a una segunda galería en la bóveda donde antes sólo estaba prevista una. De este modo, se hará innecesario trasladar servicios del Museo a un edificio externo y se liberará espacio ocupado actualmente en los sótanos.
El propio Foster aseguró ayer que estará completada en 2023, cumpliendo con los 45 meses en los que se ha fijado su plazo de ejecución. Los trabajos de construcción podrían comenzar el primer cuatrimestre de 2021 y se llevarán a cabo con al menos uno de los dos edificios del Museo abierto al público.
Gehry, Pelli y Foster
Contar con el sello Foster no será barato, 18,65 millones de euros, pero aportará una seña de singularidad más para un entorno en el que Frank Gehry (Museo Guggenheim), Cesar Pelli (Torre Iberdrola) y ahora, Normal Foster, compartirán vecindad urbana.
La estructura que sobrevolará por encima el actual complejo de edificios reportará nuevas galerías gracias a una estructura diáfana y flexible y en la que se conectarán mejor los dos edificios hoy existentes al incorporar bajo techo la Plaza del Monumento a Arriaga que hoy los comunica, e integrarlo mejor junto al parque de Doña Casilda y la cercana Plaza Euskadi. También se ha previsto recuperar el acceso originario del complejo.
Foster explica que el diseño futurista conectado con la esencia de la historia del museo es la conexión propia de un “puente”. Durante el acto celebrado hoy, el arquitecto ha recordado la imagen de Aurelio Arteta, miembro del patronato, y su obra ‘El puente de Burceña’ como una metáfora de la necesidad de comprender el pasado para proyectar el futuro.
Ha defendido la idea de apostar por un proyecto que fuera “sostenible”, tanto del punto de vista energético como urbanístico. Ha relatado cómo siempre pensó que no se debía ampliar el Museo buscando nuevos emplazamientos sino aprovechando los ya existentes. Una sostenibilidad que se completa con su integración en la trama urbana del entorno pensada para “mejorar la vida de las personas” al ampliar los espacios de conectividad peatonal, reduciendo el tráfico y apostando en todo momento por galerías en busca de la luz natural. A todo ello suma un tejado con paneles solares que reportarán un tercio de la energía necesaria de todo el museo.
El arte no se hizo para que no pudiera incluirse la naturaleza, la luz, las sombras
Los materiales en los que se levantará la nueva estructura está aún por determinar, si bien Foster asegura que serán livianos y “de tonos ligeros”, capaces de multiplicar la luz: “Planteamos tres materiales, quizá una piedra blanquecida, un cristal o un vidrio traslúcido. Será algo muy sutil”. Preguntado por la razón de haber apostado por una ampliación ‘aérea’, que sobrevuela la estructura actual y por una ampliación subterránea, como en un principio proyectaron los responsables del Museo bilbaíno, Foster ha asegurado que no concibe que un museo pueda enseñar el arte, “bajo tierra”: “El arte no se hizo para que no pudiera incluirse la naturaleza, la luz, las sombras”.
Durante la presentación del avance del proyecto, el diputado general de Vizcaya y presidente del Patronato del Museo, Unai Rementeria, se ha felicitado por poder contar con un “icono de la arquitectura”. Ha destacado que de este modo Bilbao, “un pueblo pequeño, vuelve a soñar en grande”. Ha recordado cómo el metro que Foster diseñó ya logró cambiar la vida a los vizcaínos y que el nuevo proyecto en el que ahora se embarca el arquitecto británico también logrará transformar la vida en torno al museo, “eres ya uno de los nuestros”, ha asegurado Rementeria.
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