16,5 euros, sin contar con los diversos souvernirs que la gente adquirirá para recordar una de las exhibiciones más ambiciosas dedicadas a un artista callejero que, sin llegar a revelar su identidad, se ha convertido en la figura más reconocida del mundo del arte urbano. Banksy buscó alejarse de la cultura de galería que fomentaba un arte caro, pretencioso y de colección, pero terminó fomentándola con obras que reivindicaban todo lo anterior.
«Algunas personas se convierten en policías porque quieren hacer del mundo un lugar mejor, otros se convierten en vándalos porque quieren hacerlo más bonito», dijo el anónimo personaje detrás de algunas de las obras más aplaudidas por la crítica social.
Con Banksy. The street is a canvas, el Círculo de Bellas Artes conforma una exposición inédita del artista callejero con piezas nunca vistas en nuestro país. «Si lo que buscamos es un artista coherente, probablemente no lo encontremos. Más bien, a un provocador y evocador de las incoherencias e incongruencias de nuestra sociedad», señala Rafa Giménez, socio director de Sold Out que se ha encargado de presentar este martes la exposición del artista británico en España.
Giménez afirma que «ha sido bastante complicado» confeccionarla «porque los coleccionistas no se fiaban de la situación de pandemia mundial actual», pero al final han terminado convenciéndoles para dar forma a este cóctel de obras míticas que incluyen clásicos como El amor está en aire y Niña con globo.
Adicionalmente, hay imágenes nunca antes colgadas en una galería española como Nola, «una alegoría al fallo de un muro de contención en el huracán Katrina» y una colección de fotografías del que fuera su mano derecha durante muchos años, Steve Lazarides: «el responsable de que Banksy saltase del arte callejero a las galerías de arte a través de la producción de serigrafías de serie limitadas», explica Giménez. Banksy. The street is a canvas «es una experiencia profunda en su universo artístico», añade.
¿Crítica o víctima de su propio juicio?
El arte de Banksy, ¿es más contenido que obra?, o ¿es obra con contenido? «Quizá a mucha gente le pueda parecer que su forma no es muy sofisticada por el empleo que el arte urbano hace de la plantilla», señala Giménez. «El propio Banksy admite que no es muy bueno con el spray dibujando, con lo cual tuvo que desarrollar un método que fuese rápido y eficaz», señala. «Parece que son obras de una simpleza asombrosa, pero transmiten mucho y juegan a favor del contenido, que es lo verdaderamente importante», apunta.
Como Will Gompertz indicó en su libro ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos, el street art «ha dejado de ser considerado como delitos de vagos y maleantes y ha ingresado en el canon del arte contemporáneo». Gompertz se pregunta una duda existencial que suele sugerir la figura del propio Banksy: «¿Es posible hacer un cuadro o una escultura que pretenda arrojar luz sobre una injusticia de la que uno mismo se está beneficiando en el fondo? ¿Cómo se puede criticar al establishment cuando uno pertenece a su círculo más exclusivo?».
Banksy y sátira van de la mano a la hora de cruzar la calle, pero, ¿es una denuncia real? Como cuenta Gompertz en ¿Qué estás mirando?, «el carácter directo de la crítica social y política es un factor común a todo el street art, aunque la pobreza no lo sea». Dicen que la única manera de derribar al enemigo es uniéndose a él. Quizá sea esa la premisa que explique por qué Banksy es el único artista capaz de generar aún más valor de una pieza hecha añicos que de una lámina completa. Que le pregunten a Sotheby’s.
«La denuncia de las incogruencias y paradojas de la sociedad contemporánea, la globalización, el consumismo, la cultura, la política... ahí es donde Banksy se mueve muy bien», indica el socio director de Sold Out. Aunque prefiere que los visitantes de la muestra decidan si lo del artista urbano es más fábula que realidad, admite que «sí le caracteriza una autocrítica importante a la hora de considerar que ciertas formas de capitalismo o consumismo no funcionan».
«Si el grafiti cambiase algo, sería ilegal»
«Banksy no cierra, abre puertas a la reflexión», señala Rafa Giménez. Sin embargo, para Gompertz es importante que no se meta todo dentro del mismo saco, pues «la creencia romántica y ampliamente difundida de que todo el street art es un grito rabioso de una clase suburbana abandonada está muy lejos de corresponder a la realidad».
Uno de los temas en los que Banksy indaga de lleno es en el consumismo, un tema que «bascula continuamente de forma transversal, pero que juega a su favor para transmitir, con una simplicidad elocuente, un mensaje provocador, paradójico y crítico», admite Giménez.
Una de las dos salas dedicadas al artista urbano inglés muestra con claridad su devoción por la crítica consumista y capitalista, ejemplificada por medio de Jesucristo con bolsas de regalos, una virgen o una maleta repleta de billetes de 10 libras con la cara de Lady Di. «Creo que si Marcel Duchamp estuviera vivo haría street art», indica Gompertz. «Hoy en día, una obra callejera del tamaño de una postal hecha en Nairobi puede convertirse en un fenómeno mundial apenas una hora después de haber sido completada», afirma en ¿Qué estás mirando?.
Ahí reside gran parte de la fuerza de la obra de Banksy: su carácter global. En una calle recóndita de una ciudad poco cosmopolita, sus ratones, sus policías o sus denuncias aparecen y se convierten en un símil de una anunciación religiosa. A diferencia de artistas como Damien Hirst, Jeff Koons o Shepard Fairey, su anonimato agranda su leyenda, pero al contrario que ellos, su figura es casi tan explotada como ese consumismo del que tanto busca alejarse.
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