Es el legado artístico de la prehistoria y el reflejo de la ingenuidad, inocencia e inquietud más primitiva de la humanidad. Es o era. Porque el impacto directo del desarrollo industrial, la minería o la alteración de los estados climáticos por efecto del calentamiento global, son la mayor amenaza para la conservación del arte de la edad de hielo.

Emparentado con los petroglifos, las esculturas o los grabados de época, el arte rupestre y sus más antiguas representaciones, datan de la última glaciación planetaria, hace 44.000 años, y ahora, podrían dejar de ser esa huella que apasionados confesos de lo primitivo han querido convertir en un imborrable de la Historia del arte.

Los efectos del cambio climático se expresan cada vez más a través de desastres ambientales, y si bien la salud o seguridad humana han sido los focos más habituales de investigación, la crisis climática impacta también en la supervivencia a largo plazo de los restos físicos del pasado humano y herencia cultural.

Así lo confirma una nueva investigación liderada por la Universidad Griffih The efects of climate change on the Pleistocene rock art of Sulawesi, que centra su atención en el ejemplo de arte rupestre más antiguo del mundo, en el sur de la isla Célebes, también conocida como Sulawesi (Indonesia). «Las fluctuaciones climáticas durante los últimos milenios y especialmente en las últimas décadas, han sido, y son cada vez más, un importante catalizador del deterioro del arte rupestre. La degradación de este increíble arte va a empeorar cuanto más suban las temperaturas globales».

Las fluctuaciones climáticas son un importante catalizador del deterioro del arte rupestre»

Jillian Huntley

La isla de Sulawesi, en el centro del continente marítimo de Indonesia, es una región caracterizada no solo por las principales interacciones océano atmosféricas, sino por albergar un extenso conjunto de cuevas y refugios rocosos llenos de imágenes parietales y representaciones de cacería y seres míticos. Allí, Jillian Huntley, responsable primero del estudio e investigador especialista en la caracterización fisicoquímica de arte rupestre y otros arquepigmentos, ha reunido a un equipo de investigadores australianos e indonesios, y analizado la creciente pérdida de las superficies en las cuevas de piedra caliza pintadas.

Los científicos han analizado las escamas de roca que ya habían empezado a desprenderse de las superficies de las cuevas durante estos últimos años, y hallado evidencias de cristalización de la sal en los paneles de arte rupestre, efecto también conocido como haloclastia, o fragmentación de la roca -que tiene lugar cuando penetra por sus fisuras, agua con un alto contenido en sales-.


Tasa de exfoliación inducida por sal que afecta una pintura figurativa de un suidae. ©Scientific Reports

La evaporación de esa agua da lugar a la formación de cristales capaces de provocar una considerable tensión en los poros y fisuras de la roca, y los investigadores, consideran que esto no solo está debilitando las superficies de las cuevas en lo que refiere a la química, sino que además, el crecimiento de los cristales de sal por detrás de las pinturas rupestres, provocan que éstas se desprendan de las paredes.

Los patrones extremos de aumento de la humedad estacional junto con el empeoramiento de las sequías debido al cambio climático antropogénico «crea las condiciones ideales» para la haloclastia y «el deterioro acelerado del arte rupestre», añade la investigación.

«No hay duda de que el ciclo global del carbono y los gases de efecto invernadero, están ahora amplificando significativamente los efectos del cambio climático. Y, inferimos, acelerando a su vez, el deterioro del registró único e irremplazable de los primeros hallazgos de cultura artística. Comprender el contexto ambiental del arte rupestre es fundamental para diseñar una gestión eficaz».

Comprender el contexto ambiental del arte rupestre es fundamental para diseñar una gestión eficaz»

JILLIAN HUNTLEY

En el mismo contexto pero en terreno español, en 2015, un grupo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del CSIC, ya vaticinó el peligro. Descubrieron que las cuevas actúan como sumideros del gas efecto invernadero más abundante en la tierra tras el C02, el metano.

Al hallazgo, llegaron mientras estudiaban el comportamiento del dióxido de carbono en relación a otros gases en la cueva de Altamira. «Hemos detectado las cuevas actúan como sumideros y que los resultados son extrapolables a otros enclaves de la zona vadosa -la que está por encima del nivel freático- con rocas porosas o fisuradas conectadas con la atmósfera exterior», señalaba el investigador del MNCN y uno de los autores del estudio, Ángel Fernández-Cortés.

Otras 'joyas' de la Historia del arte en peligro

Catedrales, vírgenes de mármol, edificios históricos o bustos, entre otras muchas representaciones artísticas y obras de patrimonio cultural, también se encuentran bajo amenaza de los efectos devastadores que puede traer consigo el calentamiento global.

Las emisiones de C02 están generando cambios en la naturaleza química de la atmósfera que provocan un efecto corrosivo sobre algunos de los materiales que dan vida a esculturas, iglesias o palacios. Ejemplo de ello es la lluvia ácida que «afecta sobre todo el mármol y otras piedras calcáreas, a las que va poco a poco destruyendo y disolviendo», aseguran en estudios del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Estudios de Milán.

En 20 años muchos edificios y esculturas podrían quedar enormemente deterioradas»

uem

El efecto que causa la lluvia ácida en monumentos construidos fundamentalmente de roca caliza, han sido objeto de muchas investigaciones que aseguran que, de no poner remedio, podrían desaparecer.

«Ya estamos viendo estatuas enormemente dañadas a causa de esta lluvia. A no ser que se haga algo, en 20 años muchos edificios, esculturas y fuentes que adornan nuestras plazas podrían quedar enormemente deterioradas. La única solución para protegerlas sería cubrirlas», añade.

Más arte para contar el problema

Temperaturas en ascenso, ciudades que se hunden o extinciones masivas. Valga la redundancia, que se suele decir. Porque es el mismo arte quien hace frente a la aparente lejanía de un conflicto con abrumadoras consecuencias, hasta para él mismo.

El arte nunca se ha callado, y los artistas manifiestan, mayoritariamente sobre un lienzo, el problema global que podría acabar con todas sus manifestaciones: desde El quitasol de Goya, hasta el Western Flag de John Gerrad, el retoque de Felipe IV a caballo y hasta Nubes de verano del alemán Emil Nolde.