La sorpresa suele ser el ingrediente principal de ARCO, aunque quizá el verdadero asombro de la feria de arte contemporáneo más importante del país haya sido su propia celebración. Cambiando las bufandas por vestidos vaporosos y tejidos de lino, el espacio artístico que se desarrolla en los pabellones de IFEMA celebra su apertura de puertas tanto como su variedad de obras expuestas. Por primera vez en más de un año, los retrasos no son lo notorio.
Entre coleccionistas deseosos de remodelar sus particulares ajuares y una marabunta de personalidades y curiosos, ARCO ha apostado por reivindicar que el acto más vandálico en la coyuntura actual es estar presente.
El Guernica de Agustín Ibarrola ha sido la estrella de la alfombra roja para sus visitantes, además de una de las obras más comentadas días antes de la apertura oficial de puertas. Un homenaje, o protesta, datado de 1977 en el que el artista vasco reivindica el traslado de la obra original de Picasso del MoMA de Nueva York a un futuro museo en la ciudad vasca que inspiró al maestro malagueño.
Para la feria y para la galería José de la Mano, que ha rescatado la obra del taller de Ibarrola, la repercusión se ha traducido en un interés pormenorizado, y no sólo monetario, por conocer cada detalle de la pintura. Para los habituales del Reina Sofía o de las mieles del arte cubista, el Guernica de Ibarrola es, simplemente, una parada confortable en el jardín del arte contemporáneo.
Para ARCO, siempre dispuesta a bañarse en las aguas de la polémica, la edición de 2021 ha dado forma a su versión más neutra. Ni siquiera el controvertido Santiago Sierra (creador de obras como el ninot del Felipe VI) ha conseguido alarmar a los más puros defensores del gremio artístico como fuente imprescindiblemente cultural.
Sus seis imágenes de veteranos de guerra mirando a la pared, obra que da la bienvenida a los visitantes de la mano de la galería Helga de Alvear, se convierte en uno de los ejercicios mastodónticos de un ARCO que, aunque en menor medida que en otras ediciones, sigue apostando por lo bizarro como elemento esencial de sus vitrinas transparentes.
Así ha sido el caso de la galería alemana Peres Projects, que ha apostado por una tenebrosa muñeca con cera derretida por el rostro como principal atracción de su stand. Entre la confusión y el interés, la esotérica figura de los berlineses ha devuelto a IFEMA el espíritu de lo no convencional.
Entre las propuestas más homogéneas y cándidas, Perrotin. La galería francesa ha hecho gala de la elegancia presentando un compendio de obras en tonos pastel que transportaban a los viandantes a su contemplación más onírica. Una figura de ADN en formato metálico y una estatua de conchas de mar han sido las piezas más aclamadas de su espacio.
Otra de las propuestas más frescas se encuentra en el stand de Sabrina Amrani, que ha desmembrado los elementos que conforman una fiesta, dando forma a un cuadro de mármol que marcaba en oro las letras de una de las canciones más laureadas de Bad Bunny, Yo perreo sola. Dicho elemento iba acompañado de una lona con canciones y de dos tapones de botellas de champán. El fin de la diversión tiene su inicio y espacio en IFEMA.
Entre la ironía y la protesta, ARCO encuentra su mejor escudo. Así lo ha demostrado la galería L21 por medio de caricaturas de dibujos animados y de un constante cuestionamiento de la pregunta existencial que hace su presencia anual entre los pabellones del establecimiento: ¿Qué es y qué no es arte?
Eugenio Merino, en el stand barcelonés de ADN, juega con la idea de que los derechos humanos son cada vez más efímeros en la Unión Europea. En urna que simula contener las cenizas de dichos, el artista se convierte en principal escaparate de la galería y en una de las voces de protesta de la edición de 2021.
Con la esperanza de robarle la notoriedad internacional a la crisis sanitaria que parece dar sus últimos coletazos, ARCO repliega sus armas y sigue la senda del arte que brinda comodidad a la capacidad humana de observación. Con algunos, aunque escasos guiños a la pandemia, la feria de arte contemporáneo convive híbridamente entre el auge del arte y de la creatividad en tiempos convulsos y la apuesta por lo conocido como dúo irresistible de atención.
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