El hormigón no era más que un material hecho por y para la construcción. Un aglomerado, cemento o concreto, sin importancia, sobre todo para el arte. Este último sinónimo es el título que el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) ha decidido darle a la nueva exposición inaugurada el pasado 7 de noviembre, para reflexionar y observar este material y su simbolismo con melancolía y echar una nueva mirada hacia el arte moderno.
"De una ubicuidad insospechada, el cemento ha acabado por reconfigurar toda la superficie del planeta". Nuestra mirada se ha forjado en un tiempo en el que su ausencia es ya impensable. El hormigón es un material que siempre se percibió como un emblema de feísmo para el movimiento moderno, y posteriormente para el brutalismo. Ya durante la tardomodernidad se fundamentaba en la historia como un devenir acompasado, ansioso por liberarse de la pesada carga estilística.
Se convirtió en símbolo de todo nuevo régimen político, de la socialdemocracia europea a las dictaduras, del África subsahariana a los Balcanes, con una carga utópica que se plasmó en el paisaje de urbes surgidas de la nada. Los distintos regímenes políticos, acabaron -y acaban aún- irremediablemente seducidas por las posibilidades que el material ofrece a quienes fervientemente desean la construcción de un nuevo orden. Pero ha sido su imbatible ductilidad y posterior dureza, lo que mejor ejemplariza el modo en que los flujos de capital, y la ausencia de los mismos, acaban por tornar todas esas promesas en escenarios de obsolescencia sociopolítica. Es por ello que la muestra observa la promesa de modernidad que vehiculó el cemento como un proyecto frustrado a la vez que fascinante.
"La reacción no era otra que la imperante necesidad de romper con la tradición que nos abocaba a la catástrofe tras dos contiendas mundiales", narran desde el TEA. Se liberaba así todo su potencial, permitiendo por otro lado y ante el inusitado aumento de la población mundial, dar respuesta a las inminentes necesidades residenciales y de infraestructura que se producían principalmente en el ámbito urbano.
La exposición, comisariada por Gilberto González y Pablo León de la Barra, incide en el estado de ruina o reliquia en el que ha desembocado el material. Brasilia y Trípoli toman protagonismo en el recorrido, por ser paradigmáticos en cuanto a su revelación sobre el propio germen fundacional en el que se esconde la imposibilidad de que la imagen construida "colme algún tipo de sueño", es decir, por el recelo que sus artistas siguen demostrando a la dimensión ideológica del hormigón.
El cemento se ha convertido en algo vehicular como sociedad
GILBERTO RODRÍGUEZ
Gilberto González explica que estas nuevas colectivas "coinciden la idea de un sueño y del progreso, que nace de una lectura muy concreta de la modernidad y que se vuelve en una idea muy global". "En el caso de Concretos la tendemos desde un material, que podría decir que el material del que están hechos los sueños, pero también las distopías, que es el cemento, un material del que no podemos escapar, que se ha convertido en algo vehicular como sociedad".
El recorrido se mimetiza a su vez con el edificio de hormigón del propio museo -obra de Herzog & de Meuron- y con la reciente reordenación de la colección permanente en este, que hace sutiles referencias a la importancia del arraigo del cemento en Canarias, destacado a raíz del extractivismo de áridos y el desarrollo del turismo de masas en el tardofranquismo.
Pablo León de la Barra, curador de Concretos junto a Gilberto González, remarca, por su parte, que esta exposición "pensada desde dentro es el resultado de una larga historia de amor con TEA" y que en ella "dialogan diferentes momentos artísticos y diferentes artistas tanto de la isla como de fuera". "Esta muestra nos invita a pensar en cuál será o serán los materiales del siglo XXI y en las que serán nuestras arqueologías del futuro".
Concretos reúne a los artistas Talles Lopes, Rafa Munarriz, Pablo Accinelli, Andreas Valentín, Josep Vilageliu, Federico Assler, Nancy Holt, Guy Tillim, June Crespo, Jane & Louise Wilson, Alexander Apóstol, Marcelo Cidade, Pérez y Requena, Esther Gatón, Adrien Missika, Clara Ianni, Céline Condorelli, Federico Herrero, Andreas Angelidakis, Abraham Riverón y Cyprien Gaillard, que a través del concreto -cemento- analizan los procesos de quiebra social y reforzamiento del capital.
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