Hace casi una década que los sobresaltos en las redacciones cesaron. El último llegó el 16 de marzo de 2010 desde Francia. La noticia de alcance alertaba del asesinato de un gendarme a manos de ETA, el agente Jean-Serge Nèrin. Fue la última vez que se repitió la rutina negra que comenzó el 7 de junio de 1968 con el asesinato de José Antonio Pardines, el primero de los 853 asesinados, y que la banda terrorista mantuvo más de cuarenta años. Aquella película de cine negro tantas veces vista repetía secuencias una y otra vez; funerales y capillas ardientes seguidos de condenas institucionales y advertencias a los terroristas. Y así hasta el siguiente capítulo del guion más doloroso de la democracia.
Fueron años en los que el pulso Estado-ETA se libraba en el frente policial, en el social y en el político. Hoy eso es historia… o no. El epílogo continúa sin cerrar del todo. Ahora la batalla es otra: la de la memoria y la justicia. La primera se libra en los juzgados y en las dependencias de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en busca de etarras huidos y atentados en busca de culpables. La segunda, la que deberán plasmar los libros de historia, está en fase de redacción y pulsos por su contenido.
Y una parte de esa pugna por plasmar renglones en la memoria colectiva que se legará a las futuras generaciones no se escribe con letras, sino con imágenes. La historia de ETA también se rueda, se graba en los platós, en los sets de rodajes y en guiones de cine. Mientras instituciones y organismos oficiales ponen los cimientos para consensuar cómo recoger lo que ocurrió en España, y en Euskadi en particular, entre el 31 de julio de 1959 y el 4 de mayo de 2018 –entre la fundación y la disolución de ETA-.
En pleno auge de las plataformas digitales, el filón que representan las historias de 60 años de terrorismo en España no lo quieren dejar escapar. Acabadas las bombas, terminados los secuestros y las extorsiones, la historia de ETA vive un repunte de producciones. Se suman a las que se han escrito desde que comenzó la violencia de la banda. Ahora la novedad radica en la fórmula; serie de ficción, contar las historias ocultas o no tanto de seis décadas de terrorismo y hacerlo por capítulos.
La desaparición de ETA ha impulsado la grabación de series dedicadas a la violencia de la banda. HBO y Movistar+ estrenarán las suyas en 2020
Actualmente, dos plataformas, HBO y Movistar+, trabajan simultáneamente en el rodaje de dos series relacionadas con episodios de la historia del terrorismo de ETA en Euskadi: ‘Patria’, basada en la obras de Fernando Aramburu, y ‘La línea invisible’, en la que se recrea el primer asesinato de ETA, el del agente de la guardia Civil, José Antonio Pardines, cometido por Txabi Etxebarrieta el 7 de junio de 1968 y en el que su asesino también falleció horas después en un tiroteo con la policía.
Pardines, Etxebarrieta y 'Patria'
La serie que dirige Mariano Barroso, idea de Abel García, relata los hechos de aquella tarde en la que ETA, en la carretera N-1, a su paso por Aduna (Guipúzcoa), inició la senda de los asesinatos. A lo largo de los seis episodios de la serie de Movistar+ se profundiza en la Euskadi en la que las tensiones sociales de los últimos años del franquismo alimentaron a la rama más radical de la banda terrorista. También el mito de heroicidad y de luchadores antifranquistas que durante mucho tiempo acompañó a los etarras en amplios sectores de la sociedad española.
‘La línea invisible’ narra el instante en el que ETA decidió cruzar la frontera entre los sabotajes y los disparos en la nuca, de la violencia antisistema al asesinato. Una historia contada a través de las vivencias de Txabi Etxebarrieta, un joven de 25 años llamado a ser el ideólogo de ETA que en sus escritos ya auguraba que la muerte había comenzado a merodear en el futuro de la banda. Junto a él, el perfil de otro joven, el guardia civil José Antonio Pardines, procedente de Malpica (A Coruña), que aquel día encontró la muerte cuando se disponía a regular el tráfico alterado por unas obras. Un tiempo en el que entre los miembros de la Guardia Civil apenas se había instalado el miedo a trabajar en Euskadi. ETA no había matado hasta aquella tarde y lo que se denominó ‘síndrome del norte’ estaba por llegar.
Municipios vascos viven estos días un 'dejà vu' con los rodajes de 'Patria' y 'La línea invisible' que recrean la Euskadi de los 70 y 80
Los rodajes de ‘La línea invisible’ que se ha llevado a cabo en Bilbao, con secuencias junto a la que fue casa de Etxebarrieta, en el corazón del Casco Viejo, o en el lugar donde ocurrió el crimen y al que el pasado día 7 acudieron decenas de simpatizantes de la izquierda abertzale a honrar la memoria del primer asesino de ETA, han sido otro modo de revivir el pasado. El ‘deja vú’ lo trajeron aquellos actores vestidos de policías nacionales, de ‘grises’, en las calles de la ciudad acudiendo a detener a un joven sospechoso.
Coincidiendo con el 51 aniversario de su muerte, el pasado 7 de junio, se estrenó el documental 'N-1, Historia de la primera víctima de ETA' en la que se narra las circunstancias que rodearon el asesinato de José Antonio Pardines, la primera víctima de ETA. Un trabajo producido por la Fundación Miguel Angel Blanco y que ha implicado directamente a víctimas del terrorismo y ha contado con la colaboración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, el Ministerio del Interior y la Diputación Foral de Alava.
Otra muestra del impulso audiovisual que atraviesa el final de ETA es lo sucedido en San Sebastián. Hace unos días el Boulevard se convirtió en un plató para recrear los episodios de 'kale borroka' que marcaron a la capital guipuzcoana durante años. Rodar ‘Patria’ en el mismo lugar donde lo sitúa Aramburu ha hecho que se recurra a extras para recrear aquellos gritos que aún hoy hielan la sangre, “¡ETA, má-ta-los!”, “Gora, ETA, mili-ta-rra!” o recrear las carreras de encapuchados, la quema de autobuses o el lanzamiento de cócteles molotov contra los antidisturbios de la Ertzaintza. Fuera del set de rodaje ya nadie corre, quienes miran no lo hacen para protegerse sino para hacer fotografías y la mayoría de los que actúan como figurantes violentos han tenido que aprender lo que ocurrió, demasiado jóvenes para haberlo vivido. Escenas se repetirán en otras localidades como Soraluce, Elgoibar o en Madrid.
Relatos y prismas
HBO quiere estrenar los ocho capítulos de ‘Patria’, adaptados por Autor Gabilondo, el próximo año. La obra en la que la relación amistosa de dos mujeres, dos familias, Bittori y Miren, una víctima de ETA y la madre de un miembro de la banda, permitirá describir cómo era la vida en el País Vasco que el terrorismo azotó y dejó marcado hasta nuestros días.
En esta era post ETA, la necesidad de dar forma al relato de lo ocurrido tiene muchos vértices. El de quienes lo padecieron más directamente, el de quienes provocaron el sufrimiento y el de quienes con su silencio público, en concentraciones silenciosas, intentaron despertar a una sociedad dormida. Todos quieren recurrir a la vía audiovisual para dejar grabado lo que sucedió. La herramienta audiovisual como constructora de un relato justo.
Otra de las historias en las que estos días se trabaja y que se estrenará el próximo año será el documental que sobre el papel jugado por la plataforma ‘Gesto por la paz’ ha comenzado a grabar la organización Gogoan. Isabel Urquijo es la impulsora de una iniciativa que intenta financiarse gracias a la aportación popular vía crowdfunding y que recurrirá a testimonios de quienes desde 1985 hasta su desaparición en 2013 salieron a la calle a manifestarse cada vez que se produjera una muerte o atentado, fuera provocado por ETA o por cualquier otra organización violenta.
Desde 1977 en nuestro país se han rodado cerca de 60 películas centradas en la violencia de ETA
Uno de los mayores expertos en la filmografía sobre ETA es el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Santiago de Pablo. Considera que el cine ha jugado y jugará un papel fundamental en “la batalla del relato”. Una aportación audiovisual que no ha sido menor en cantidad. Desde 1977 y hasta nuestros días casi 60 películas han abordado el fenómeno del terrorismo etarra de una u otra manera, según refleja y detalla De Pablo en su trabajo ‘Creadores de sombras’.
Señala que la evolución en su tratamiento ha sido similar al sufrido por la sociedad. Así, las primeras películas que se atrevieron a tratar el fenómeno de ETA se caracterizaron por situar a los terroristas más como héroes de la lucha antifranquista que como como delincuentes o criminales. Durante la década de los 80 la producción fue abundante, tanta que en los 90 se detecta una reducción, un cierto cansancio.
De héroes a asesinos
En una fase posterior el abordaje del tema entra en una cierta ambigüedad en el tratamiento de la cuestión, incluso a la hora de referirse a ella como “la organización”. De Pablo subraya en su libro ‘Creadores de Sombras’ que la historia de los propios terroristas es la temática más recurrente, en especial episodios como el proceso de Burgos, el atentado de Carrero Blanco ‘Operación Ogro’ (1977) o ‘Comando Txikia’ (1979). También el regreso a casa de los etarras o la difícil reinserción de quienes abandonaron la banda por la deriva que tomó y tuvieron que hacer frente al rechazo y la consideración de traidores, ‘Yoyes’ (2000).
Otro de los tratamientos que señala como habitual en un periodo fue el de la búsqueda de un cierto “equilibrio entre dos violencias que se presentaban como simétricas, en especial en los años de la transición. Años más tarde de eso acusaron algunos sectores a Julio Medem con su obra documental, ‘La pelota vasca’ (2003).
La evolución ha sido similar al de la sociedad, comenzaron siendo 'luchadores', se pasó a la ambigüedad y finalmente se abordó el impacto en las víctimas
No es hasta épocas más recientes cuando la irrupción del tratamiento desde el punto de vista de las víctimas empieza a ser presente en el cine. Ejemplos de ello son ‘Tiro en la cabeza’ (2008), donde se recrea el atentado de ETA en Capbretón en 2007, o ‘1980’, de Iñaki Arteta, estrenada en 2014.
Uno de los directores que más ha abordado esta temática es Imanol Uribe, que firmó dos de las primeras películas, como ‘La Fuga de Segovia’ (1983) y ‘La Muerte de Mikel’ (1983). Los cineastas vascos han sido quienes en mayor medida se han adentrado en la temática de ETA. Lo han hecho incluso en clave de humor, como lo trató Borja Cobeaga en ‘Negociador’, en la que trató los contactos entre Jesús Eguiguren, en nombre del Gobierno, y ‘Josu Ternera’, jefe de ETA, en 2006.
El recurso al cine también ha sido utilizado por el propio entorno de la izquierda abertzale para hacer su aportación en esta fase de elaboración del relato.
jemplo de ello es el documental ‘Cinco ventanas’ en las que cinco ex presos de ETA cuentan su vivencia sin referencias a las víctimas ni autocrítica alguna por la violencia que practicaron. También películas como ‘Los niños de la mochila’, con las que se pretendía denunciar la política de dispersión de los presos de la banda.
En la larga lista de películas tampoco faltan las que han tratado la guerra sucia que el Estado libró contra la banda, con películas como ‘GAL’ o la que relató la infiltración de El Lobo’ en el seno de ETA.
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