«No me he leído ni una entrevista ni una crítica sobre mí desde hace 45 años», señalaba el director el miércoles pasado en El Hormiguero.
Rifkin's Festival se estrena hoy en unas salas que no suspiran desde hace meses -ya sea por restricciones sanitarias, por una cartelera reducida, o por una sociedad en situación de confinamiento restringido-. El nuevo, y esperado, largometraje del neoyorquino busca animar al público a llenar las butacas, aunque sea sin palomitas, y a reencontrarse en una cita con el metacine.
La última película del director analiza un tema concurrente, que no caduco, en su trayectoria en la gran pantalla: las relaciones, la complejidad que éstas conllevan y el siempre encuentro fortuito de un amor platónico afín entre las paredes del MoMa. ¿Quién no ha. querido enamorarse entre pinturas de Mark Rothko o Jackson Pollock o en el museo Metropolitan, como ya ocurrió en Día de lluvia en Nueva York?
El filme se sumerge, en esta ocasión, en el mundo de los festivales con una oda especial al de la capital donostiarra, que Allen considera como uno de los «pocos auténticos y con encanto porque es más pequeño y centrado en el buen cine», declaró al programa de Antena 3.
Rifkin’s Festival comenzó su rodaje el año pasado en San Sebastián, aunque por aquel entonces el título de largometraje era una incógnita.
El estreno mundial inauguró, fuera de concurso, la 68ª edición del Festival de San Sebastián el pasado 18 de septiembre. «Alguna vez he pensado que con 50 serán bastantes, pero habrá que ver cómo está el mundo después de hacerla» dijo Allen en referencia al número de películas que le gustaría alcanzar. «Quizá seguiré o quizá no. Pero sin duda espero hacer una más», señaló.
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Con un atemporal cartel firmado por Jordi Labanda, el artista que hizo de nuestra infancia un hervidero de estuches, mochilas y carpetas, Rifkin’s Festival no promete nada a los fieles de Allen, simplemente encandilar a todo aquel que decida evadirse de la actualidad.
El neoyorquino pondrá a prueba a la pandemia y las mascarillas con otra apuesta centrada en el ethos que ya la define: la búsqueda de uno mismo en un mundo donde la cultura siempre es protagonista y donde el existencialismo es un ingrediente embellecido.
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