Que un fenómeno meteorológico como la nieve ocurra en uno de los lugares más soleados de nuestros país puede sonar a fábula. Sin embargo, Nieva en Benidorm no pretende ser una guía detallada de cómo es la vida en la ciudad de los rascacielos, la playa, los turistas, lo vulgar y la cultura heredada del tete valenciano y los pajaritos de Maria Jesús y su acordeón.
El nuevo largometraje de Isabel Coixet es un relato sin corsé que busca ser interpretado de manera personal e individualizada. Como explicó en su entrevista con El Independiente, la directora apuesta por un cine más pausado que dé lugar a «una atmósfera que propone que las piezas del puzle no se cuenten del todo», señalaba. «He querido dejar cabos sueltos, que el espectador sea activo y se quede intrigado pensando cómo es, cómo va a ser y qué es lo que pasa realmente» en ella.
Alex -Sarita Choudhury- y Peter Riordan -Timothy Spall- son luz y sombra. Ella es una mujer explosiva, segura y con una dureza que resulta enternecedora. Él, recién despedido de su trabajo en Mánchester, decide visitar a su hermano residente en Benidorm para afrontar su crisis existencial. En la ciudad alicantina se encuentran, y entre misterios, desapariciones y policías que leen La Campana de Cristal de Sylvia Plath, encontrarán un punto en común que les unirá de forma mística.
"Me encanta Isabel, cuando la conocí y empecé a trabajar con ella me di cuenta de que había encontrado a una mentora", relata Choudhury a El Independiente con motivo del estreno del filme en salas. Su compañero Spall coincide con ella y afirma haber "conectado instantáneamente" con la cineasta catalana. "Es muy divertida y hay una inteligencia brillante detrás", afirmó el laureado actor.
Para ambos, Benidorm es un sucedáneo de Las Vegas, aunque los casinos no son su principal atractivo, sino los jubilados. Isabel "me enseñó fotos de la ciudad y no entendía nada, ¿es esto La Vegas, por qué hay palmeras con montañas, una playa y gente de fiesta?", admite Sarita. “Cuando tomaba un Starbucks en la playa veía a la gente con su biquini tomando cerveza, y me preguntaba, ¿qué hago aquí?". Sin embargo, la actriz británica empezó a encariñarse de la ciudad "de la misma forma en que la gente que vive allí, y no son turistas, la aprecia".
Cuando tomaba un Starbucks en la playa veía a la gente con su biquini tomando cerveza y me preguntaba, ¿qué hago aquí?
SARITA CHOUDHURY
Spall ya conocía la ciudad, pues sus padres se jubilaron en San Vicente, Alicante, pero la última vez que vio los rascacielos de Beniyork "fue cuando paseaba con mi barco por el Mediterráneo y pensé, ¿quién la ha convertido en Las Vegas? Había edificios espectaculares y en cierta medida parecía la ciudad de Oz", afirma. "Cuando grabamos era invierno y no estaba tan aglomerado como acostumbra, pero no me pareció tan loco y vulgar como esperaba". A pesar de todo, lo disfrutó, aunque a veces "parecía que estaba en Inglaterra y que la gente que paseaba por la calle eran ciudadanos de Bradford".
Un pronóstico incierto
La meteorología es uno de los elementos clave de Nieva en Benidorm, y al igual que el tiempo, un relato es tan probable al cambio como sus personajes. Para Sarita, "interpretar a Alex no fue fácil porque en la vida real nunca llevo tacones", ríe. "Incluso en las pequeñas cosas como andar con esa actitud de que nada de te importa, me costó un poco adaptarme a ella", admite. “Tiene una calma que yo no tengo".
Spall considera que el gran mérito de la película es que, a pesar de que Isabel sabía a la perfección qué quería contar, "nada fue impostado". Coixet "crea una atmósfera donde todo fluye y en la que todos los días descubríamos algo nuevo".
“Nunca sé qué contestar, porque no es lo mismo hacer una película que verla”, indica Sarita acerca de cómo reaccionará el público con Nieva en Benidorm. “Cuando la vi empecé a llorar al final, hay una soledad con la que me identifiqué, especialmente con esta pandemia”, admite. “Creo que es una película muy personal”.
"Cuando estaba haciendo la maleta para venir a Madrid, me di cuenta de que no viajaba desde hace mucho. Estoy muy feliz de que Isabel pueda tener su momento cinematográfico con Nieva en Benidorm, espero que la gente vaya y se olvide del virus”, admite Sarita.
Para Spall, esta situación es “muy muy rara, quién iba a pensar que cuando rodamos Nieva en Benidorm yo iba a estar aquí y tú en la otra parte de la pantalla con una mascarilla puesta”, cuenta en la entrevista virtual con El Independiente.
Aunque en la ciudad alicantina rara vez caigan copos -de nieve-, siempre le quedará la poesía de la discoteca Pachá, las gogó bailando a las cuatro de la tarde en pleno agosto, el taichi de los mayores de 60 en la orilla de la playa de Levante y el paseo marítimo cargado de personalidades variopintas que se convierten en la versión mundana de un cuadro de Pollock.
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