En su huida del maltrato de su marido y de su autoritario suegro, Laura se topa con Marta, una vedette de revista y televisión con la que emprende una alianza musical con el fin de producir canciones para su espectáculo. Sin embargo, la relación entre ambas trasciende lo profesional y, ante las habladurías de los vecinos, ambas comienzan un romance.
Este es el punto de partida de Me siento extraña, una película que vio la luz en 1977 y que no dejó indiferente a nadie. Los papeles protagonistas recayeron en Bárbara Rey y Rocío Dúrcal. La primera interpretó a la artista que guía a Laura en su primer affaire lésbico, mientras que Rocío Dúrcal dio vida a la pianista. Para María de los Ángeles de las Heras Ortiz, Marieta para sus amigos y Rocío Dúrcal para todos, que venía de ser una niña prodigio y ye-ye, fue todo un cambio de registro.
En el reparto figuraron también Laly Soldevila (¡Vivan los novios!), Francisco Algora (Curro Jiménez) y Eva León (La mansión de los muertos vivientes). El realizador madrileño Enrique Martí Maqueda firmó el largometraje, También fue responsable de Palmarés, programa de la televisión pública en el que, según contó Bárbara Rey en Una vida Bárbara, sometió a la artista a situaciones de acoso sexual.
'Me siento extraña'... y restaurada
La película ha sido restaurada por FlixOlé, la plataforma de Enrique Cerezo –disponible en Smart TV, tabletas y teléfonos IOS y Android, Fire TV, Orange TV, ZapiTV, Amazon Prime Vídeo, Movistar Plus+ y a través del ordenador– que aboga por recuperar títulos del patrimonio audiovisual para preservarlos. Flixolé estrena el 30 de junio esta versión remasterizada de la película junto a una colección especial de títulos por el Orgullo LGTBI. Para quien no pueda esperar, el servicio presentará el 29 de junio la copia restaurada en 4K de la película en la Academia de Cine, en un acto que inaugurará el ciclo Recuperando el celuloide.
La película supuso un antes y un después en su momento: paradójicamente, pese a que se estrenó en la época del destape, la sexualidad era un tabú, y mucho más si se trataba de relaciones LGTBI. En unas líneas argumentales que no tendrían cabida en la actualidad, lo habitual era ver a unas jovencísimas Nadiuska, Bibiana Fernández o Susana Estrada correteando desnudas detrás de hombres mucho más mayores, por lo que la realidad de Me siento extraña, al margen de su calidad, sentó un precedente y con el tiempo se convirtió en una película de culto que recientemente recreó la serie Cristo y Rey.
Volviendo a las actrices originales, cabe destacar lo distintas que fueron las experiencias del rodaje y del estreno para ambas. En una entrevista con José Aguilar recogida en su libro Rocío Dúrcal. Volver a verte, Bárbara Rey contó cómo, pese a que se dedicaba de pleno al cine del destape, prácticamente el único que se hacía en la España de la Transición, la película fue determinante para ella debido a que era la primera vez que aparecía completamente desnuda en pantalla.
Además, retrata con cariño a Rocío Dúrcal, a la que recuerda como "una de las mejores compañeras" de su vida, destacando las bromas entre ellas, como que se decían "¿Cómo te sientes? Me siento… rarilla" durante el rodaje, en alusión al título de la película. El libro de Aguilar plasma también que las artistas acordaron no hacer nada que no fuese necesario en las escenas sexuales ni ceder a aquello que les pidiese el equipo por jolgorio o morbo.
La vedette ha recordado en varias ocasiones cómo las condiciones entre las protagonistas fueron muy distintas: Bárbara contaba con su propia peluquera, maquilladora y vesturario, mientras que Rocío Dúrcal, que aceptó hacer la película por dinero –atravesaba un bache económico por el poco éxito de sus dúo musical con su marido Antonio Morales Junior–, contó únicamente con el equipo de la película, mucho más precario.
Recién llegados de Londres e imbuídos de 'glam', Rocío Dúrcal y Junior intentaron relanzar como dúo sus respectivas carreras musicales. Una sofisticada propuesta andrógina y disco quizá demasiado arriesgada para la España de la época.
Bárbara relata también cómo se incluyeron en el metraje final algunos desnudos que no favorecían a Rocío Dúrcal y sin su beneplácito. Pero lo más desagradable del rodaje fue que la cantante no pudo terminar de rodar la película como estaba pensado por romperse la mandíbula al salir de la ducha.
Esto hizo que fuese doblada por María Antonia Rodríguez, voz habitual de Michelle Pfeiffer, Julianne Moore y Kim Basinger en España. Además, la mayoría de planos con Rocío se hicieron a escorzo, pues las lesiones eran visibles y el equipo no quiso esperar hasta que se recuperase.
Esta versión cambió con la emisión de la docuserie Una vida Bárbara en Antena 3. En ella, la protagonista dio a entender que la lesión de Rocío Dúrcal pudo haber sido causada por los malos tratos de su marido, Antonio Morales, reacio al proyecto: "Se publicó que Rocío tuvo un accidente en la bañera, hicimos muchos planos en los que ella está de escorzo y estuvo así bastante tiempo. Ella me contó lo que verdaderamente le había ocurrido y lo que le había pasado, y yo nunca en la vida lo hice público, ni lo conté, ni lo contaré jamás".
Tras un estreno en la Gran Vía al que Rocío Dúrcal no acudió, la película recibió múltiples ataques tanto de la opinión pública, por haber hecho lo que consideraban una película casi pornográfica, como por los periodistas, según contó Bárbara Rey en el citado libro.
La última película de Rocío Dúrcal
Aún así, y a diferencia de Rocío Dúrcal, Bárbara Rey nunca renegó de la película por su labor para visibilizar una relación lésbica en el cine en una época muy lejana a la que ha hecho posible filmes como Carol, Elisa y Marcela o Ammonite. Pese a que la obra de Martí Maqueda no tenía un guion muy elaborado y la calidad de las escenas no respondía a lo esperado, se posicionó como la segunda película más taquillera de 1977.
Pese a la calurosa recepción, supuso el punto y final de Rocío Dúrcal en la gran pantalla después de más de una decena de títulos desde su debut en Canción de juventud (1961). Ya en el lanzamiento de la anterior, Díselo con flores (1974), dirigida por Pierra Grimblar, la también cantante habló en entrevista con Rosa Montero sobre lo encorsetada, "explotada" y "utilizada" que se sentía, así como de lo mucho que ansiaba cambiar su imagen ante un público que la recordaba como la niña prodigio que cantaba Más bonita que ninguna: "Ni para decir 'basta' tienes libertad", aseveró.
Probablemente, las declaraciones harían alusión a Luis Sanz, quien fue su representante durante muchos años y también agente de Lola Flores, y contrario a los cambios que buscaba una Rocío Dúrcal ávida de despedirse de esa imagen dulce y prístina.
Rocío rumbo a México
Este desarraigo del cine y del teatro (su última obra en taquilla fue Contacto peculiar) motivó que la artista tomase la decisión de marcharse a México, un país que será imprescindible en su carrera hasta su muerte, en 2006, por cáncer de útero.
En 1977, el mismo año del estreno de Me siento extraña, grabó un disco titulado Canta a Juan Gabriel, que contenía canciones escritas por El Divo de Juárez, y que tuvo mucho éxito. Fue el comienzo de una larga relación personal y profesional que dio como fruto seis discos más, antes de que un desencuentro profesional diera lugar a varios años de distanciamiento, durante los cuales Juan Gabriel apatrinó a otra artista española, Isabel Pantoja–. Pero, con el tiempo, Marieta y Alberto (verdadero nombre de Juan Gabriel) se reconciliaron, y en 1997 publicaron el álbum Juntos otra vez.
Su alianza con Juan Gabriel le permitió construir la segunda gran etapa de su carrera y la convirtió en una estrella incontestable en aquel país. Hasta el punto de que después de su muerte, su marido y sus hijos depositaron la mitad de las cenizas de la artista en la Basílica de Guadalupe, el principal templo católico de México.
Gracias a su experiencia americana, Rocío Dúrcal probó con una gran variedad de estilos musicales, como rancheras, pasodobles, ballenatos, cumbias, rumbas, mucho antes de que se popularizara el concepto apropiación cultural.
Esta versatilidad es palpable al repasar las colaboraciones musicales de la artista, que incluyen nombres como Ricky Martin, Dyango, Alejandro Sanz o Camilo Sesto. "Marieta era una Diosa en México y en otros países de habla hispana, también triunfaba en Miami. Interpretaba las canciones de una manera muy personal. Era una gran estrella. Sus gestos, sus ademanes, acompañaban a cada una de sus actuaciones con una elegancia de una manera muy profesional", dijo sobre ella Betty Missiego, quien representó a España en Eurovisión en 1979.
El amor de Rocío Dúrcal por el país mexicano lo heredó su hija menor Shaila Dúrcal, que vivió un largo período de tiempo allí y está casada con el mexicano Dorio Ferreira desde 2008. Y todavía hoy recibe el afecto que sigue despertando su madre. Una mujer que en un año pasó de sentirse extraña a ser la española más mexicana y que nada en el mundo de la música se le resistiera, ni siquiera dos Grammy.
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