"Matar no es un placer para nadie", dice Josu Urrutikoetxea Josu Ternera en su cara a cara con Jordi Évole. Es una de las frases lapidarias que el exlíder etarra desgrana a lo largo de la entrevista recogida en No me llame Ternera, estrenada ayer en el Festival de San Sebastián. A lo largo del cinematográfico encuentro, Josu Ternera va desenfundando confesiones que quizá nunca antes habían salido de su boca, e incluso llega a justificar las acciones de la banda terrorista para después contradecirse y hablar de ética y de moral.
"Conmigo se ha hecho una especie de trofeo. Solo hay un relato posible y lo han deshumanizado. Yo soy una persona normal, como cualquier otra, con convicciones políticas, sociales y culturales", es una de sus proclamas.
Cuando se le pregunta por el terrorismo yihadista argumenta: "No comparto su forma de hacer las cosas ni es comparable con ETA porque sus atentados no son justificables, no todo ciudadano es un objetivo".
"Asumo mis responsabilidades. Matar no es un placer para nadie. Llevaré una mochila pesada para siempre", expresa en otro momento.
"¿La Guardia Civil no dice Todo por la patria? Ellos ya sabían a qué venían, a reprimir al País Vasco, ese era su trabajo", asegura manteniéndose en un estado constante de justificación.
Con respecto al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, afirma que "era un error político y humano y no nos favorecía en el proyecto de dar una salida negociada al conflicto". Y cuenta que "no fue una venganza de la banda porque la venganza no es una actitud que nos haga avanzar en nuestro proyecto de construcción de Euskal Herria"
"La venganza y el odio te ciegan y no te permiten avanzar".
"En esa situación te haces insensible al sufrimiento de los demás", dice contando que ETA entró en una "espiral de violencia".
Una de los atentados que más impactó a la sociedad española fue el de Hipercor. Évole no duda en preguntarle: "¿Fue Hipercor un error?". Su respuesta: "La culpa fue del Gobierno, por no cumplir con su función y desalojar cuando se le dijo. Nosotros no hacíamos terrorismo, el objetivo no era hacer víctimas, sino provocar daño".
En referencia a la reacción de la sociedad vasca tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, afirma: "Aquello no lo viví ni como una victoria ni como un fracaso".
"Siento el dolor que hemos causado. Fue una barbaridad haber utilizado la violencia sin considerar que primero es la vida de las personas y sus derechos. Entiendo que sea difícil para las víctimas creer que nuestro planteamiento es sincero. Pero lo es".
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