Ni la lluvia, ni que un error en el idioma de la copia de la película retrasase la proyección ni que esta llevara en taquilla semanas, evitó que la madrileña sala Berlanga se llenara al completo el pasado miércoles 1 de noviembre, Día de los Santos, para ver O Corno y para comentarla con su directora, Jaione Camborda.
Y no era para menos: esta donostiarra afincada en Galicia ganó hace unas semanas la Concha de Oro del festival de cine de San Sebastián. Se trata de la primera mujer en lograrlo —sí, ha habido que esperar 70 años— y es también la primera vez que gana una película en gallego y portugués.
O Corno le debe su nombre al cornezuelo del centeno, un hongo que provoca efectos alucinógenos, pero que también se empleaba para acelerar el parto y para realizar abortos clandestinos, que es el uso que se puede ver en el segundo largometraje de Camborda.
La directora lo plasma a través de María, una mujer que se ve obligada a huir de Illa de Arousa hacia Portugal después de que un aborto termine mal. Enmarcada en el tardofranquismo y con una atemporalidad que parece gritarnos que no debemos dar nada por hecho, la historia de María está en realidad hilada por muchas otras que conoció la cineasta en el proceso de documentación. Jaione habla con El Independiente sobre su predilección por los personajes espejo, la importancia de los partos en O Corno o cómo decidió empezar a hacer películas.
Pregunta.- Es pronto para saber en qué se traduce la Concha de Oro, pero, ¿Qué le gustaría que pasara?
Respuesta.- Quizá me gustaría tener más semanas de rodaje, que creo que es el sueño de cualquier director y para mí sería bonito. De hecho, creo que si se lucha por la financiación es, sobre todo, por el tiempo. Esta película ha sido autoproducida junto con con Elástica y Miramemira y con Bélgica y Portugal y por eso me he sentido muy acompañada, pero espero que la próxima sea más fácil de financiar y que pueda llegar a más público.
P.- En el caso de O Corno, ¿Cuánto tiempo duró el rodaje?
R.- La verdad es que fue maravilloso, porque conseguimos seis semanas, cosa con la que ya me siento muy complacida en ese nivel. Pero creo que un poco más de tiempo siempre va a mejorar la película.
P.- Se ha llevado un premio en el SSIFF, pero había acudido otras veces como espectadora. ¿Nació en el Kursaal su vocación cineasta?
R.- No, yo soy de vocación tardía. Hasta los 19 o 20 años no encuentro esta pulsión por el cine. San Sebastián me hace abrir la mente a otros lenguajes cinematográficos. Hay muchas películas que me han abierto la mente, sobre todo el cine experimental, que es el que más me gusta y con el que entro. Me acompañan autoras como Maya Deren y, a nivel español, Arrebato de Iván Zulueta me hizo amar el cine.
P.- De un festival a otro. ¿Para qué sirven iniciativas como Cine por mujeres?
R.- Para darnos visibilidad, es una manera de ponernos sobre la mesa.
P.- Más allá de la visibilidad, ¿Dónde habría que incidir?
R.- Las estadísticas demuestran que sigue habiendo más dificultad para las mujeres a la hora de llegar a presupuestos más altos, que no es siempre necesario, pero si una mujer quiere, tiene que tener el derecho de llegar a presupuestos más altos. Quizá llegue un día en el que no hagan falta las políticas de discriminación positiva, que será cuando la sociedad no tenga techos de cristal, pero de momento hacen falta.
P.- En la película hay personajes espejo, pues se parecen entre sí y les ocurren cosas similares u opuestas.
R.- Sí. Ya lo hago en mi primera película, Arima [disponible en Filmin], aunque quizá de una manera más evidente, mostrando las costuras de la narrativa. En este caso las escondo y naturalizo más. Quizá los ejemplos más obvios de esta técnica sean Persona de Ingmar Bergman y Mulholland Drive de David Lynch.
P.- A la protagonista, María, le da vida una bailarina, Janet Novás. ¿Por qué?
R.- Seguía su trabajo desde hace tiempo, es bailarina de danza contemporánea. Al tener el personaje diseñado sobre el guion, entendí que buscaba a una actriz muy física, que habite las emociones desde el cuerpo. La invité al casting, me sorprendieron mucho sus capacidades y nos aventuramos a esto, porque era un riesgo para ambas: ella cambiaba de registro y yo apostaba por alguien que no había estado delante de una cámara.
P.- La película empieza y termina con partos, algo que se puede representar de muchas formas. ¿Por qué decide grabarlos así?
R.- En el primero me interesaba la parte carnal y mamífera, también darle tiempo, que creo que es algo que no se había hecho antes. De forma hegemónica, en el cine solo se había mostrado el expulsivo del parto y de una manera muy histérica, con la mujer gritando, enajenada de su cuerpo... quería mostrar el espacio entre las contracciones, ese dolor, hay algo que se suspende en el tiempo y se produce algo trascendental. También quería dejar respirar a la película y mostrar una declaración de intenciones de cara al espectador, para que entrase en el ritmo de la película y en el movimiento del cuerpo. El segundo lo planteo de manera más abstracta, elimino el sonido diegético [el que se produce dentro de escena] y busco que trascienda recogiendo lo sembrado en la película.
P.- Un hilo conductor de O Corno es la sororidad. ¿Viene de los testimonios que conoció al documentarse o es cosecha propia?
R.- Sí, tiene mucho que ver con los testimonios que estuve recogiendo, pero también porque me parece que la mujer ha sido históricamente reprimida en muchos niveles y en esa intimidad han encontrado la complicidad entre ellas, algo que sigue existiendo hoy en día.
P.- Hay una escena muy llamativa, la de las vacas cruzando el río.
R.- Las vacas recogen muchos elementos sembrados en la película, como el aspecto perdona mamífero que planteo, la idea de traspasar la frontera y la idea de hacerlo juntas, la supervivencia y el peligro. También hay algo abstracto, mágico y ambiguo en ella, para no encorsetar el mensaje de la película, sino expandirlo sin sacrificar nada.
P.- Como espectadora, ¿Qué tipo de películas y series disfruta más?
R.- Me encanta la sala de cine, ese espacio oscuro que se crea y te aísla del mundo pero a la vez lo compartes en comunidad. Siempre intento ir a festivales que muestran un cine que no llega a las salas, en Santiago hay varios y lo que más consumo es cine de autor. Y series no veo muchas, pero no tengo nada en contra de ellas, son un formato en sí mismas.
P.- ¿Cree que esa experiencia de ir al cine sobrevive a las plataformas?
R.- Creo que el cine debe recuperar la complicidad con los espectadores. Todos perdemos cuando se cierra un cine, y el día que levantemos la cara y estemos en casa consumiendo audiovisual sin compañía nos daremos cuenta de lo que hemos perdido, aunque yo sigo viviendo esa magia.
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